32

707 126 10
                                    

Destiny

No...

No puede ser...

Él no puede estar aquí...

No aquí...

No sé qué ocurre. No sé en donde está mi papá, mi tío o Christopher. Ellos se fueron muy rápido. Creo que mamá me habla, creo que todos me hablan pero los oídos me pitan, y lo único que puedo escuchar son los latidos de mi corazón acelerado.

Me siento mareada, tengo ganas de vomitar.

No entiendo que pasa, no sé en qué momento terminé en mi habitación con mi abuela y mi madre diciendo que vendrían pronto, pero que me quedara quieta.

—Mami... Mami...

Parpadeo varias veces, volteo a ver a Nelly, está asustada. Veo a Athena jugar por mi cama con un peluche que Nelly supongo que le dio.

—Mami, ¿qué ocurre?

—Ven aquí...

La tomo sentándola en mis piernas. Ella me abraza nerviosa, y es lógico que lo esté cuando me ve de este modo y ve que todos los demás estaban actuando también preocupados.

—Está todo bien...

No sé si lo digo para calmarla a ella, o para calmarme a mi. Él no puede entrar aquí, ¿verdad? Él no puede hacerme daño aquí, tampoco puede hacerle daño a Nelly.

—Era mi papá... —murmura.

—No, ese hombre no es tu padre. —niego pasando mi mano por su cabello— No es nada tuyo.

Se hace casi una bolita sobre mi, causando que la abrace con más fuerza.

—¿Él nos va a hacer daño? ¿Por eso todos están así y nos encerraron aquí?

—No, no voy a permitir que te haga daño, todo estará bien... Todo estará bien...

Mi celular suena haciendo que me sobresalte, lo miro sobre el tocador en donde lo había dejado hace horas antes de bajar. No me muevo, no quiero hacerlo, no quiero saber quien llama cuando siento que ya sé de quién se trata.

Dejo que suene hasta que la llamada se corta.

Pero no tarda ni dos segundos en volver a sonar.

Suena una tercera vez.

Y una cuarta.

Para la quinta llamada ya estoy sollozando. Sé que no va a parar, no me dejará en paz hasta que conteste.

Dejo a Nelly a un lado, ella agarra a Athena nerviosa colocándola a su lado. Me levanto y con lentos pasos llego hasta donde está mi celular. Justo una sexta llamada entra, lo tomo.

No digo nada, ni siquiera respiro. Escucho su respiración al otro lado de la línea.

Y luego una risa que me puso los pelos de punta.

¿No dirás nada, panterita?

Ese apodo... ese maldito apodo que me puso hace casi dieciocho años.

A New BeginningWhere stories live. Discover now