Capítulo 9: Demonio Radio

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El botón de transmisión parpadeaba intermitente bañando la cabina en una siniestra luz roja que sólo acentuaba la aterradora expresión del hombre tras el tablero.

Por primera vez desde que aquel famoso programa de radio a nombre del presentador Alastor se había lanzado al aire, la transmisión fue interrumpida.

Los oyentes observaban expectantes la radio como si pudiesen con ello descifrar lo que había pasado, no obstante el silencio se prolongó de tal forma que la estática terminó reinando de golpe.

La transmisión había sido cortada.

Fuera del estudio Davinia llamaba preocupada a su hijo sin obtener respuesta alguna. Desesperada estuvo a punto de ir a buscar al ama de llaves para que abriera por la fuerza, pero en ese momento el joven caballero se asomó con su siempre habitual sonrisa, comentándole que tuvo un problema con el equipo.

Mucho más tranquila la mujer le dejó a solas para que pudiera revisarlo con calma, no supo que aquel equipo no tenía ningún arreglo ya.

El tablero de transmisiones había sido partido en dos al momento que el diablillo portador de la información fue azotado con una fuerza sobrehumana contra éste. Los cables siempre ordenados yacían por todas partes mientras chispas saltaban inquietas buscando provocar más caos.

Cerrando la puerta, Alastor se dio la vuelta encontrando al pequeño demonio arrodillado frente a él.

- Dilo otra vez - el sonido gutural de la voz ajena hizo al demonio pasar saliva trabajosamente, este hombre no podía ser humano, de ninguna forma.

- S-señor, la reina - comenzó intentando controlarse - e-ella discutió con nuestro gobernante, le gritó y la princesa Charlotte escuchó todo

Controlando toda su furia para no arremeter contra el ser frente a él, Alastor empezó a maldecir a diestra y siniestra de forma interna. Esa maldita perra tuvo el descaro de lastimar a sus manzanitas, le advirtió que no se atreviera a siquiera quejarse frente a su prometido.

- ¿Dónde está mi hija?

- L-la princesa se encuentra en su hotel, ha estado llorando - completamente furioso el castaño apretó los puños sintiendo los nudillos doler por la presión.

- Ve y adviertele a esa zorra que recuerde quién tiene su alma - ordenó colérico

- ¡Sí, señor!

Sin poder soportar ni un segundo más, el diablillo se esfumó temblando descontroladamente, realmente no tenía idea cómo un simple humano podía emitir tal presión.

En el estudio Alastor recordaba con sumo odio el rostro de aquella maldita mujer; no fue el simple hecho que haya discutido con su Luz, lo que realmente le había encolerizado fue su propia negligencia. Al siempre querer evitar pasar malos tragos viendo la interacción entre Lilith y Lucifer omitía la información respecto a ellos, solo se concentraba en los ratos entre sus manzanitas, fue por eso que no se percató que cada vez que el soberano se quedaba solo o con ella, su mirada sucumbía a la sombra de una profunda tristeza.

Sólo ahora notó lo apagado que se veía su amado, aquella sonrisa siempre pura y alegre estaba decayendo con creces. Se supone que la tarea de aquella tipa era cuidarlos sobre todas las cosas, complacer sus más mínimos caprichos y darles una vida feliz.

Frotándose la frente en señal de completa frustración, el castaño se dejó caer en su silla observando el tablero roto mientras sus ojos se llenaban de una gélida sombra, parecía estar tramando algo cuidadosamente.

...

A medida que el tiempo pasó, el demonio de sangre observó con sumo pesar a su manzanita hundirse más y más en la tristeza. El soberano apenas podía luchar contra lo que cargaba cuando tenía a Charlie entre brazos, pero aquella maldita mujer como si deseara verlo perderse más hacía que su tiempo juntos se redujera significativamente.

Papá - RadioappleWhere stories live. Discover now