Extra final: Culpa

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Perdonar no es fácil, mucho menos cuando uno debe perdonarse a sí mismo mientras que siendo su propio juez es mil veces más crítico y severo. Qué cruel suele ser aquel que se juzga y cuánto daño se hace sin dar pie a una segunda oportunidad.

Hace más de un año que las cosas entre el cielo y el infierno se habían calmado, las almas de los pecadores tenían segundas oportunidades cosa que la princesa Morningstar había demostrado con creces, logrando la redención de por lo menos cinco almas en ese transcurso de tiempo.

El hotel rebosaba de huéspedes manteniendo cupo lleno e inclusive una lista de espera, por lo que dispuestos a liberar espacio el soberano y su amado demonio radio habían vuelto al palacio, claro también fue por el bien de su privacidad.

Al tratarse de los reyes del infierno más de un supuesto "huésped" solo estaba ahí para enterarse de su intimidad o tomar fotos de sus momentos juntos.

Incómodo con todo esto, ni la mirada de cachorro de su hija pudo con el demonio de sangre quien decidió regresar a su antiguo hogar, por supuesto dejando todo en órden y monitoreando de vez en cuando para que su princesa llevara todo tan bien como siempre.

El primer paso al volver al palacio fue borrar todo rastro de aquella mujer, realmente fue una ardua tarea pues acostumbrada a monopolizar todo cada rincón estaba impregnado de su esencia.

Oh cómo disfrutó Alastor deshaciéndose de cada pedazo mientras Lucifer solo podía mirar entre divertido y nostálgico. Un año había pasado ya, pero para el soberano fue como volver a conocer a su pareja, conocer la faceta llamada "el demonio de la radio" de su amado, la cual al parecer más que un disfraz se había arraigado fieramente en éste, pues ahora la voz de radio estaba más presente de forma inconsciente mientras que las canciones de jazz que sonaban de fondo o ese acento trasatlántico que portaba ya no pudieron irse.

Afortunadamente para ambos, Lucifer solo logró enamorarse aún más si era posible de todos estos detalles. Lentamente fue recuperando lo que perdió, entre ello la mentira de todos los antiguos del infierno se fue diluyendo despacio.

Recibió disculpas de algunos príncipes por ocultarle cosas, se reunió nuevamente con Rosie a quien extrañó como nunca y por otro lado varios overlords fueron a visitarlos para desearles felicidad ahora que por fin habían regresado a estar juntos.

Todo tomó su sitio, no obstante... el impacto del pasado era demasiado fuerte, pues a pesar de tener a su lado a su compañero de vida quien a diario le recordaba que ahora todo estaba bien, el soberano simplemente no pudo dejar de lado aquella depresión e inseguridad que en momentos lo carcomía.

Su mente era una perra que le encantaba jugar con sus recuerdos en momentos de debilidad haciéndole creer que todo era una alucinación, que había tomado a Alastor como personaje de su inventada locura y que en realidad éste ni siquiera había sido su pareja hace siglos.

Había días que simplemente despertaba en medio de un ataque de pánico rogando porque no fuera una mentira; no lograría calmarse hasta observar por largo tiempo a su amado ciervo a su lado quien dormía apacible, lo miraba durante mucho tiempo, el suficiente hasta convencerse que era real.

Esa mañana fue uno de esos días donde la inexplicable tristeza se apoderó del Rey.

Fue realmente un sueño de mierda el que le hizo recaer, en éste desde el primer momento que se topó a Alastor, el demonio ciervo no lo miró más que con indiferencia, con un claro disgusto de quien no soporta ver a alguien más.

Sus interacciones no fueron más que un sincero desprecio del uno al otro. En el sueño el ciervo no miraba a Charlie con cariño, a él no le dirigía el saludo ni mucho menos permitió que lo curara.

Papá - RadioappleWhere stories live. Discover now