Capítulo 11

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¿Mi tracero siempre fui tan grande?

Mire mi reflejo en el espejo del baño. Después de descansar un día entero, para manejar las secuelas del ciclo de calor, desperté con mayor energía que cuando hielo el dinero cerca.

¿Es eso siquiera posible? Si, lo es.

Acabo de confirmarlo. cuando abrí los ojos sin el mínimo deseo de volver a cerrarlos, lo cual es sorprendente, pues aunque suelo ser muy puntual cuando de dinero se trata simplemente la flojera es parte de mi sistema cuando no hay trabajo por hacer.

¡Soy naturalmente flojo!

No puedo hacer nada.

En ese momento, Javier abrió abruptamente la puerta del baño, entonces, me miró de pies a cabeza con la ceja arqueada.

"Llyod, ¿terminaste de mirarte el culo?"

"... !?"

Muy lindo culo por cierto.

Pensó javier.

"Debemos darles señales de vida a los condes antes de que piensen qué moriste por falta de dinero en tu bolsillo."

"... "

Mire el rostro de Javier con una expresión indiferente, disimulando lo mejor que pude mi corazón acelerado por la sorpresa, envolví mi parte privada con la toalla mas cercana.

"¿No sabes tocar?"

"Se hacerlo, Pero no creo nescesario hacerlo."

Digo, ya te Vi hasta el color del alma, quiso decir, Pero Javier prefirió guardar sus pensamientos para evitar que Llyod termine por perseguirlo con una pala por segunda vez.

"Papá y mamá deben estar preocupados. Debido al mal momento, no siquiera tuve tiempo de advertirles sobre mi ciclo de calor."

"Bueno, si querés mostrarles los chupetines que tienes en el cuello y como de abierto de deje el culo, adelante."

"... Javier, te golpearía. Pero lastimosamente eres más fuerte que yo y matarte me quitaría a uno de mis escl- quiero decir, trabajadores estrella."

"Lo ves? No puedes... Espera que?"

Ignorando al confundido Javier, tome un pantalón modernamente decente, una camisa blanca de repuesto y me vesti rápidamente. Las marcas en mi piel no pudieron cubrirse aunque la camisa era manga larga, sin embargo, al menos no se veía tan escandaloso.

Baje al primer piso, dónde Javier me esperaba pacientemente. Por pacientemente, me refiero a golpeando el piso con la suela de su zapato mientras mira su reloj, invisible cabe recalcar, en su muñeca.

"¿Terminaste?"

"Si, podemos irnos."

Originalmente pensé en llamar a mi lindo niño Yong Yong, el dragón de hueso, para que nos llevara directamente al territorio. Sin embargo, si hacíamos eso probablemente Javier termine siendo abandonado por haberme 'lastimado' toda la noche.

¿Cómo se que que Yong Yong es conciente de ese hecho?

¿No lo saben?

Pues se quedarán con la duda por qué yo no les voy a decir.

Después de un tiempo, el campo de cultivo del territorio frontera entro en mi campo de visión. Los ciudadanos, que trabajan voluntariamente, ni siquiera notaron nuestra presencia que tan pronto como llego desapareció entre la hierba.

"Uh?"

"Pasa algo, andru?"

"No... Es solo que, me pareció sentir a alguien pasar."

Como No Amar a Ese feo Joven MaestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora