5. Un hombre culpable.

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Todo estaba excelente. Muy bien.

Cuando llegó así de contento a la casa donde vivía, Paul lo recibió con un grito de dolor. Aulló desde la cocina y se escuchó que un cuchillo había caído al piso. La sonrisa del ojiazul se borró y corrió para auxiliar.

¡AHH!

—Hey ¿Qué pasa? —preguntó en cuanto llegó; tranquilo, pese a todo. —¿Qué te hiciste? Te lastimaste. —dijo con un ligero tono de reproche en su voz, viendo la sangre escarlata recorriendo lentamente el brazo de Paul. Se había cortado feamente la mano; al parecer intentaba prepararse un sándwich pero eso terminó desastrosamente mal.

—Ah, nada; es algo superficial. —Paul le restó importancia.

Así se saludaban normalmente; no con heridas de cocina, sino, sólo, notando la presencia del otro y ya. Nada de afectos, Louis lo había entendido desde el primer día.

—Ten. —Louis le pasó varias servilletas para que detuviera el flujo de la sangre, cuestionándose sobre si debería ayudarlo a limpiar la herida. Ya estaban en la cocina después de todo, ¿Paul aceptaría acercarse a la tarja?

Gracias. —aceptó de muy mala gana las servilletas. Okey, no, no era necesario, él estaría bien, se podía enjuagar solito. —Quizá recuerdes que hoy fue el estreno de mi obra. —comentó Paul casualmente, un minuto después.

—Ay, pero claro, sí, ¿Cómo estuvo? —Louis se interesó genuinamente.

—Pues… Estuvo bien. Se notaba que estaba desenvolviendo una obra maestra. —Paul incluso exhaló una risita. Envolvió sin cuidado su mano y mientras seguía prácticamente desangrándose, comenzó a prepararse un trago. Bueno, sólo se sirvió una copa de vino, aunque Louis adivinó que esa no era la primera de la noche, por el olor de Paul y su temperamento, además de que recordaba que la botella en cuestión era nueva ayer y ahora tenía mucho menos de la mitad. Pero en fin.

—¿En serio? —aún así Louis sonrió, con algo de alivio por sus palabras. Le había ido muy bien a su ami-

—¡En serio! Hasta que, y este es el punto medular en mi opinión, ¡Hasta que el actor principal se quedó en blanco como nunca nadie en la historia del teatro! —gritó y a Louis se le borró la sonrisa más rápido de lo que era posible.

No, no, no- —comenzó a negar con la cabeza.

Sí, sí, sí. —Paul sonrió con una ironía casi agresiva. —No sólo se le olvidó el texto, ¡Olvidó el texto a un grado en el que ningún actor ha olvidado su texto jamás en los anales del arte dramático! —dio más detalles y Louis arrugó sus facciones con preocupación. —Las reseñas no dirán “Se le ve la obra maestra fundamental.”, dirán “Actor protagónico tiene Alzheimer.”. —se burló de su situación como solía hacer.

Qué desastre… —Louis lamentó, sincero.

—Uhm, eso es poco decir. —tomó un sorbo de vino. —Es el Titanic de los estrenos teatrales, pero sin sobrevivientes, ni mujeres, ni niños. Ni siquiera Kate Winslet. Todos muertos. —se encogió de hombros viendo a la nada. Louis lo veía con verdadera preocupación y empatía.

Lo cierto era que Paul le había puesto corazón y alma a esa obra. Fueron meses de no dormir y no comer, y aunque parecía que se la había pasado de fiesta mientras la escribía, Louis había sido testigo de cómo la cambiaba y la perfeccionaba en todo momento, cómo no pensaba literalmente en ninguna otra cosa. Le había puesto toda su atención y energía, casi podría decir que la había hecho con el sudor de su frente y la artritis de sus adoloridas manos. Tenía talento, ingenio, y ese guión era una oportunidad muy importante para demostrarlo.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now