17. Harper.

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Cinco meses después…

—Harper. —Harry suspiró hacia Louis, atontado y embelesado por la bebé que sostenía en brazos. Exhausto, sí. Adolorido, también. Pero feliz. Simple y ridículamente feliz.

—Harper será. —Louis sonrió, soñador. —La niña más bella del mundo.

Ow, ya, preciosa. —Harry arrulló cuando Harper comenzó a inquietarse. —Quieres a tu papi, sí, lo sé. —fingió que lloraba también y se la pasó lentamente a Louis.

Él la recibió con torpeza, muy inseguro, recostándola entre sus brazos y su pecho. La pequeña se calmó al instante.

Nadie puede prepararte para lo que pasa cuando tienes un hijo. Cuando ves al bebé en tus brazos y sabes que ahora te corresponde.

Nadie puede prepararte para el amor, ni para el miedo.

Louis lo supo cuando se le llenaron los ojos de lágrimas en el momento que Harper tomó su meñique con toda su pequeña manita y así se quedó dormida, agarrándolo con todas sus fuercitas.

Ella era demasiado pequeña, y rosada, tenía un poco de cabello rubio que se sentía muy suave y delgado. Sus labios eran como los de Harry, su pequeña nariz linda como la de Louis, su pocas cejas eran algo más obscuras que su cabello, más visibles, pero delgadas, sólo le daban una apariencia más tierna acentuando sus regordetas facciones. Y sus ojos, grandes, azules los dos, el derecho de un azul prácticamente grisáceo, y el izquierdo de un azul intenso, centelleante, como si resguardara el mar.

Era perfecta.

Nació un 28 de Agosto, en casa a petición de Harry, quien desde siempre había odiado los hospitales. Estaba sana y con ellos por fin.

La familia llegó a conocerla a la pequeña habitación del 16, tres días después. Harry aún se recuperaba por lo que a Louis le faltaba al menos otra semana completita para permitirle levantarse de la cama. En esos tres días, Louis se había encargado de todo, incluyendo a la pequeña Harper. La alimentaba, le cambiaba el pañal, la entretenía, bañaba, dormía, pero sobretodo la amaba.

Aw, qué adorable. —Harriet comentó con Harper en brazos. —¿Por qué tú fuiste un bebé muy feo? —cuestionó a Louis. Fizzy se carcajeó. —Más un chimpancé que niño. Recuerdo la primera vez que te vi, agradecí a Dios que estuviera tan cerca del zoológico. —todos rieron, hasta Louis.

—Ay por favor ya dame a esa mocosa, quiero ver si rebota. —el tío Desmond pidió ansioso. Todos se alarmaron y hablaron al mismo tiempo, pero aún así el tío la cargó.

—Síp, definitivamente rebotará. —Harry se burló.

Oh, qué linda. —Des sonrió enternecido mientras veía con curiosidad cómo la pequeña se acomodaba en sus brazos.

—Ella lo puede todo. —Fizzy habló con advertencia divertida hacia Harry. —Hola, pequeña Harper. —saludó con su tono más agudo.

—¡Por todos los cielos, es preciosa! —Des festejó, ya enamorado del pequeño ser humano que balbuceaba y manoteaba.

Billy sólo miraba a Louis con un brillo de orgullo en sus ojos. Estaba espacialmente callado ese día, pero las palabras sobraban, todo se lo estaba diciendo con esas miradas y su gran sonrisa.

Nadie puede prepararte para el amor que tus seres queridos sienten por ella.

O, ni para la indiferencia de tus amigos que todavía no tienen bebés (Niall).

Y conmociona lo rápido que debes mudarte a una casa nueva y más grande, que no puedes costear ni en broma.

De pronto, viajar en el tiempo parece casi innecesario, porque cada detalle de la vida es delicioso.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now