14. “Wedding’s planners”.

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Planear una boda era en realidad más fácil de lo que toda su vida le hicieron creer. Harry se lo demostró un día cualquiera.

Era miércoles, Louis estaba sentado frente al comedor revisando el papeleo de un caso para ir muy bien preparado al trabajo al día siguiente. Harry de pronto apareció y llamó su atención.

—Tenemos que decidirlo hoy.

—¿Qué? —Louis ni siquiera lo miró, demasiado absorto y estresado por su estudio del caso. No significa que no le estuviera prestando toda su atención a la voz de Harry. Era imposible que no le hiciera caso, ya su sentido del olfato había detectado ese aroma suave, dulce y agradable. En cuanto Harry aparecía en su campo de visión, o simplemente en su mismo espacio, nada más importaba para Louis, todas las veces.

—Toda la boda. —bufó divertido cuando lo escuchó. —Porque, lo único que has decidido sobre el tema es que nuestra canción será la de un italiano estrambótico, que canta algo que se llama Irl Mondo-

—Una excelente canción. —Louis comentó como defensa.

—A lo que yo me niego rotundamente. —dijo con contundencia y énfasis. Louis rió. —Ahora, este es el trato: En seguida me quitaré una prenda por cada decisión que tomes. —las cejas del ojiazul se elevaron y acomodó las hojas para después decir:

—Muy bien. Cuenta con toda mi atención, caballero. —y asintió mirándolo de lleno, ya sin ninguna interrupción de por medio entre ellos.

—Eso es. —Harry sonrió, acercándose un poco para estar más cerca y exactamente frente a él y que lo pudiera apreciar de cuerpo completo. —¿Dónde quieres la ceremonia? —Louis lo pensó un poco.

—¡Lo tengo! —chasqueó. —Que sea en Cornwall. —asintió y Harry lo imitó, quitándose la playera de su pijama mientras sonreía con picardía.

—Muy bien, bien.

—Ay qué cosa… —Louis se ruborizó y sonrió como Harry cuando vio su torso desnudo.

—Am… El padrino… —la sonrisa se borró.

—No es posible-

El padrino, Lou, ahora. —Harry se burló.

—Ay, no, es muy difícil. No hay cómo ganar en eso, enfureces a quienes no eliges y terminas odiando al que eliges al final porque da un pésimo discurso y arruina todo.

—¿Quieres ver a estas pálidas bellezas o no? —dijo refiriéndose a sus largas piernas.

—Sí, sí quiero. —Louis rascó su nuca, pensando. —Uhm… Niall...

—Tú eliges. —Harry se encogió de hombros.

—Ay, es mi mejor amigo pero es un tonto. —Louis recapacitó en voz alta.

—Síp, lo echará a perder todo. —Harry no lo desmintió.

—Rory. —propuso con duda.

—¿Seguro?

—¡No, Paul, Paul!

—Paul entonces, hagámoslo. —Harry animadamente se quitó el pantalón del pijama y lo lanzó hacia la cara de Louis. Este rio, quitando la prenda de su rostro, pero enseguida dijo:

Ay no, mejor Rory, perdón.

—¡¿Qué?! Ay qué tramposo eres. Aghhh. Bueno, está bien. ¿Luna de miel?

—Pues una posada en Escocia. —Harry rodó los ojos.

—No me quitaré la pantaleta por Escocia.

—Ay, sólo eso podemos pagar. Quítate la pantaleta. —ordenó divertido.

—Olvídalo. —Harry negó aguantando la carcajada.

Que te quites la pantaleta. —Louis golpeó la mesa con su palma y Harry gritó y comenzó a correr hacia la habitación. Louis inmediatamente lo persiguió, riendo como un niño.

—¡Quiero quince días en Venecia! —Harry gritó, corriendo semidesnudo por toda la habitación, saltando, subiendo y bajando una y otra vez de la cama, mientras gritaba cosas como aléjate y reía libremente.

—¡Ya! ¡Suficiente! ¡Quítate la pantaleta! —Louis lo perseguía igual de divertido.

—¡Venecia!

La batalla terminó cuando Louis lo jaló de la muñeca y lo tiró a la cama. Compartieron risas, besos, luego comenzaron a hablarle al vientre de Harry.

Y esa noche durmieron con sonrisas imposibles en sus caras. Harry no volvió a vestirse, al final perdió y sí se quitó la pantaleta, y Louis se quitó también todas las prendas que llevaba puestas. Hicieron el amor, se acurrucaron y prácticamente se desmayaron.

Louis soñó con el día de su boda. Eran sólo Harry y él en el jardín de Harriet, compartiendo palabras privadas, caricias, sonrisas y besos, rodeados de flores hermosas y un pasto verde, hermoso, pero más verdes y hermosos eran los ojos de Harry.

También soñó con Venecia. Harry y él compartiendo una linda y cómoda habitación de hotel, o paseando en una góndola mientras se maravillaban y comentaban de los edificios, el paisaje, o lo mucho que se amaban y lo felices que eran por estar ahí juntos.

Al día siguiente no recordó nada de lo que soñó, pero despertó y se fue al trabajo y se mantuvo todo el día con una sensación agradable y cálida naciéndole en el pecho y terminando en sus brillantes ojos azules.

Amor, pensó. Es puro estúpido, irremediable y completo amor.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now