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23. Billy.

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Los cuatro llegaron a Cornwall al día siguiente, muy temprano por la mañana. Una apagada y extrañamente silenciosa Fizzy los recogió en la estación del tren. Harper colgaba de la mano de Harry mientras Louise dormía en los brazos de Louis. Fizzy tocó el timbre de la casa y enseguida Harriet les abrió. Felicitie, sin decir nada, entró corriendo, incluso empujando un poco a su madre del hombro. La señora sólo suspiró con tristeza.

—Hola, cielo. —le dio un intento de sonrisa a Louis y se abrazaron.

—¿Cómo estás, mami? —así la saludó cuando se separaron.

—¿La verdad?

—Claro.

—Estoy… Muy furiosa. —dijo con franqueza y se encogió de hombros. —No me… Interesa nada una vida sin tu padre. —miró a Harry y volvió a tratar de sonreír. —Hola, Harry, cariño, ¿Te parece si hacemos un poco de té? —lo abrazó y Harry enseguida correspondió.

—Por supuesto. —los dos entraron. Harry recibió a Louise en sus brazos, y nietas, padre y abuela se dirigieron a la cocina. Louis tomó las maletas que habían dejado en el suelo, entró después de ellos y cerró la puerta.

—¿Cómo han estado? —Harriet comenzó a charlar con Harry mientras caminaban.

—Bien, todo bien. ¿Ya comiste algo?

—Sí, por supuesto.

—¿Sí? Qué bueno.

Dejó de escucharlos.

En el comedor, por el que tenía que pasar para llegar a las escaleras y poder subir las maletas, se encontró con el tío Desmond.

—Tío. —el hombre se giró y sonrió. —¿Cómo estás?

Hey. —saludó, sonriente como siempre. —Estoy muy bien, gracias, aunque acalorado. —Louis exhaló una risita. La tensión creció. —Tu padre, creo, no está tan bien. —el aire se escapó de sus pulmones. —Cáncer.

… —sintió que sus ojos volvían a inundarse.

—También estoy muy triste por ello. En tu boda dijo que me amaba. —recordó, con todas sus facciones llenas de nostalgia.

—Y así es, lo hace.

—Lo sé. —Des sonrió cálido. —Ese fue el mejor día de mi vida. —admitió. Una pausa y: —Y seguramente este es el peor.

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Minutos después, luego de haber subido las maletas, bajó a la biblioteca.

Billy estaba ahí.

—Papi. —el hombre lo notó y bufó con humor.

—Ay, por Dios santo, ¿También tú? —Louis no comprendió.

—¿Qué?

—Pues Felicitie acaba de venir, hecha un mar de lágrimas, y se fue exactamente igual. Ahora tú estás aquí. ¿Qué ha estado diciendo tu madre? —cuestionó, rodando los ojos, fingiendo fastidio. Louis se encogió de hombros.

—La verdad.

—Sí, bueno, ¿Alguna otra cosa? —Billy le restó importancia. Los dos rieron por la nariz.

Tomaron asiento en el sofá y la inevitable plática inició.

—Quizá fue por el tabaquismo, pero no podía remediarlo ya que… Pasó, antes de que ustedes nacieran. Además tu mamá jamás habría salido conmigo de no haberme visto tan sexy fumando. —Louis rio genuino. —Se me diagnosticó lo más pronto posible, pero, ya era muy tarde. —su padre se sinceró con tono derrotado.

Louis pensó muy bien su siguiente pregunta.

—… ¿Cuánto tiempo nos queda? —Billy suspiró.

—Ya sabes, tal vez viva… Años… —desvió la mirada y Louis, necio como él solo, insistió.

—¿De cuánto estamos hablando? En serio.

—… Semanas, por desgracia.

Si algo no se estrujó dentro de el ojiazul en ese exacto instante, entonces sufría de alucinaciones, porque de verdad lo sintió.

Ignoró el nudo en su garganta, tomándose un momento, pensando y pensando, eso último que su padre le había dicho repitiéndose infinitamente en su cabeza.

Semanas. Semanas. Semanas.

Días.

—¿Ya habíamos tenido esta conversación? —preguntó en cambio. Su padre sonrió.

—Sí.

—¿Y qué pasó?

—Me decepcioné por sentimental. Me abrazaste. —se encogió de hombros. Louis bufó y se acercó más a él.

Lo abrazó tan fuerte que sabía que nunca, jamás se le iba a olvidar cómo se había sentido.

—Lo siento, —se separó cuando sintió las primeras lágrimas caer. —creo q-que- Y-yo- Supuse que con lo del tiempo… —Billy negó con la cabeza.

—No. Nunca dije que se podían componer cosas, específicamente no lo dije. La vida es una mezcla de cosas no importa quién seas. Ahí está Jesús, era el hijo de Dios, por favor, y ya ves cómo le fue. —Louis rio.

—Pues sí, pero, debes comprender que me siento traicionado.

—No sientas eso, es más, siente lo opuesto. Los únicos que abandonan el trabajo a los cincuenta son los viajeros del tiempo con cáncer que sólo quieren jugar más tenis de mesa con sus hijos.

—Cierto. —asintió, entre sonrisas amargas y silenciosos hipidos. —¿Entonces así fue el trato?

Uhm. —Billy asintió tristemente, cabizbajo. —Perdón por tener que llamarlos, de repente se agravó mucho. Y, en realidad, estuvo bien porque tengo algo muy importante que decirte, o te pregunto: ¿Quieres saber el mayor secreto o prefieres descubrirlo tú mismo igual que yo?

Louis suspiró, dejando de llorar de inmediato.

—Ay no es cierto, ¿Hay otro secreto? ¿Leemos mentes acaso? ¿Y a mis treinta me dirás que puedo volar? —su padre se carcajeó.

—No, es menos dramático, —aseguró. —pero más importante. Esto sí es lo mejor de lo mejor.

—No, adelante, dime, ahórrame un poco de tiempo, por favor.

Y así le dio su fórmula secreta para ser feliz.

even the shortest second... || (l.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora