16. Verde, azul y amarillo.

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La boda fue… En una palabra: Caótica.

Tomando lugar en un segundo sábado de Abril, cuando las noticias anunciaron que se avecinaban importantes tormentas. Inglaterra era por sí mismo un lugar muy lluvioso, pero Cornwall normalmente siempre tenía la dicha de ver el sol.

Sin embargo, no ese sábado.

Desde que amaneció, por poco nadie se daba cuenta de que ya era de día por lo nublado que estaba el cielo. Ni el rastro del más mínimo rayo de luz se podía apreciar. La niebla bajó como hasta las 9:00 y hacía demasiado frío.

Louis y Harry se prepararon juntos, en su pequeño y muy amado 16. Harry le acomodó el moño del perfecto y elegante esmoquin beige a Louis. Louis, pese a que no sabía hacerlo, le planchó muy temprano la camisa del suyo a Harry, la cual era de un claro palo de rosa, contrastando perfecto con su esmoquin azul rey con brillos. Harry usó una linda y discreta tiara plateada con detalles de piedras blancas, y un poco más de brillos en su piel; parecía un príncipe a los ojos de Louis.

Fue como un torbellino llegar a Cornwall, al jardín de Harriet, donde sería la ceremonia y también la recepción. Y, literal y metafóricamente, había un torbellino ahí.

Todos los miembros de ambas familias ya estaban ahí, listos, y varios invitados también ya se encontraban a la espera en el lugar. No iba a ser algo demasiado grande, porque los dos querían que fuera un momento íntimo, familiar y agradable.

Uno de los momentos favoritos de Louis fue cuando mientras estaban saludando a todos los presentes, encontró a Rory, su padrino de argollas, aunque en realidad no era un padrino como tal, porque no habían sido un obsequio de su parte, simplemente las iba a “cuidar” y entregarlas durante la ceremonia cuando se le indicara (aún así sí sería padrino de Louis, el que daría el discurso), y le preguntó:

—¿Pediste un día de vacaciones?

A sabiendas de que detestaba y le tenía pavor a faltar al trabajo.

Él borró la sonrisa emocionada y entusiasta de su rostro, recordando que no lo había hecho, por lo tanto, efectivamente había faltado al trabajo.

—No.

Louis asintió aguantando la risa.

La música sería responsabilidad de la banda callejera del metro y la del teatro, porque las dos representaban algo muy especial para Louis respecto a su historia con Harry, aunque el rizado no supo jamás por qué Louis los había escogido a ellos para ambientar ese acontecimiento, si bien se imaginó que los talentosos chicos del metro tenían que ver con la canción How Long Will I Love You, a los del teatro no los conocía, no los había visto jamás y no se daba una idea de por qué su prometido los quería en un momento tan importante para ambos, y Louis no se lo iba a decir, pero Harry estuvo de acuerdo, no era como que le desagradara nada de todas formas. Menos ese día. No. Ese día Harry estaba feliz.

Los votos fueron la joya de la corona.

Louis, en este momento estoy cumpliendo uno de mis sueños más grandes de mi infancia, y de mi vida, y quiero darte las gracias por eso. Te has encargado de hacerme tan feliz en todo momento, no existe día a tu lado en el que no me sienta así, ni siquiera en los días malos. Cuando te conocí ya veía el mundo a color, pero esos colores nunca fueron tan potentes y brillantes como cuando salimos de aquel restaurante, en nuestra primera cita, y nos dimos nuestro primer beso. Te amo, por todo lo que haces por mí, por todo lo que me haces sentir y lo feliz que irremediablemente me pongo siempre que estoy contigo. Voy a cuidarte, respetarte y amarte por el resto de mi vida.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now