20. Niall.

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—¿Cómo resultó todo? —Harry preguntó en su cuello.

Él le había abierto, luego de unas tres horas de viaje, cuando muy ansioso tocó a la puerta de su hogar, desesperado por abrazar a Harper y estar con Harry. Cuando entró, dejó su mochila en el piso y cerró la puerta. Harry, que también lo había extrañado, mucho, inmediatamente lo abrazó con fuerza.

—Pues… De lo más satisfactorio. —Louis asintió, sonriente, y lo besó una vez más cuando se soltaron. Harry sonrió, con hoyuelos y todo.

—Ay, qué gusto me da. —festejó. —Oh, quiero que me lo cuentes todo, Lou. —habló apresuradamente. —¿Nos preparas la cena? Porque tengo que hacer algo antes de las seis o me despedirán. —pidió con pesar. Louis ya estaba asintiendo.

—Sí, no hay nada que me gustaría hacer más.

—Gracias. —le dio otro beso al ojiazul y tuvo que desaparecer por las escaleras rápidamente para terminar con lo que estaba haciendo. Era una de las consecuencias de trabajar desde casa, todo estaba muy bien, representaba un ahorro importante en transporte, inclusive ropa limpia, claro, pero te volvías un esclavo del tiempo, tanto del laboral como del que desperdiciabas distrayéndote por cosas del hogar.

Louis sabía que hablarían y probablemente se acurrucarían y compartirían más besos después, no había prisa, al menos ya estaba en casa con ellos.

—¡Entonces, —llamó alto. —¿Dónde está la persona más fabulosa del mundo? Ven con tu padre a que te empuje comida hecha papilla en la boca! —se dirigió sonriente a la cocina, ansioso por ver a su pequeña princesa- —Hola, niño, ¿Cómo estás?

No era Harper.

Harper no estaba ahí.

Ella ya no estaba.

Louis entendió de inmediato. Había ido demasiado atrás, se excedió, y aquí estaba la consecuencia.

Los ojos se le llenaron de lágrimas y su cuerpo entero de pura y brutal ansiedad. Comenzó a respirar tan rápido, pensando en soluciones prontas, exactas, no podía fallar, y era más seguro que simplemente no iba a hacerlo. No podía quedarse ahí sin hacer nada, así, con un hijo nuevo que no conocía. Él amaba a Harper, ya no era porque aquel extraño humanito frente a él fuese un niño o algo así, era porque ya estaba completamente enamorado de su hija, llevaba todo un año con ella, viéndola crecer, conviviendo, aprendiendo de ella, no se intercambia algo así. Era incapaz de vivir con eso, sin ella, de esa manera, fingiendo que aquella extraordinaria niñita que había heredado su nariz y los hoyuelos de Harry jamás hubiese existido. Cualquiera lo hubiera pensado, para cualquiera sería imposible siquiera considerarlo.

Y Louis también amaba a Felicitie, de verdad, con todo su ser, profunda y verdaderamente, pero ni siquiera ella, la persona de su vida, su única hermana, su sangre, su alma gemela, valía tanto la pena como para perder a Harper. Y es lo que pasa, es lo que viene con ser padre, te vuelves egoísta, irremediablemente, tus prioridades cambian, tus hijos se convierten en absolutamente todo para ti, sin importar a quién lastimes y cuánto te duela el hacerlo, no lo puedes evitar, ese será tu nuevo estilo de vida para siempre, renuncias a todo, a seguir trabajando, sonriendo, viviendo por ti, comienzas a hacerlo por ellos, todo.

En cuestión de segundos Louis lo dedujo, y lo decidió, sin pensarlo.

—Necesito que esperes ahí, no te muevas, volveré muy pronto. —le habló a aquel desconocido bebé de cabello negro y rizado, y ojos mieles y verdosos, con toda la suavidad y calma que fue capaz estando en el estado en el que se encontraba.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now