even the shortest second... || (l.s.)

15

15. Ring, ring, ring...

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Un rápido mes después…

La noche antes de la boda, Harry estaba sentado en la cama, escuchando una nota de voz en su celular, era de su jefe.

Louis entró, luciendo un poco sospechoso, con sus manos ocupadas, escondidas tras su espalda.

—¿Es trabajo? —preguntó casual.

—Agh, sí, Roberts me mandó sus comentarios sobre mi último análisis de La corona de Aurora. —Harry contó con sufrimiento.

—¿Y?

—Parece que está… Satisfecho. —Louis sonrió, asintiendo.

—Muy bien. —Harry en ese momento levantó una ceja por el actuar tan extraño de su prometido.

—¿Pasa algo?

—Oh, nada, sólo, bueno- —Louis comenzó a balbucear.

—Lou- —usó su tono de advertencia. Él negó.

—Termina. —aseguró.

—Ya terminé —Harry dijo de inmediato. —, no es importante. ¿Qué tienes ahí?

El ojiazul suspiró una vez y le mostró lo que tenía en las manos.

—Considéralo tu regalo de bodas. —dijo algo nervioso.

Harry frunció el ceño, tomando aquellos papeles.

—¿Qué- ¡Por Dios! —sus ojos se abrieron demasiado cuando los reconoció y leyó lo que decían. Eran boletos de avión. —¡Venecia! ¡Milán! ¡Roma! —gritó emocionado, al borde de las lágrimas.

—Okey, escucha, —Louis rio y lo detuvo cuando Harry iba a lanzarse para abrazarlo. —sólo son ocho días, no quince, más los días en que tomemos los vuelos de ida y regreso, podrías decir que diez, pero no más. —advirtió. Harry no borró su expresión ilusionada y aún así se lanzó para colgarse de su cuello.

—¡Iremos a Venecia! —ahogó un grito. Louis lo abrazó más fuerte. —¡¿De verdad?! ¿Po-podemos pagar esto?

—Uhm, me haré cargo.

—Pero- —Harry se alejó.

—En serio, ya veré qué hago. —lo tranquilizó, sonriendo para darle más confianza.

—¡Italia! ¡Es increíble! Oye, pero, de verdad no tenemos que… Hacer esto, ahora. —Harry no podía dejar de pensar en el futuro, y lo cierto era que sí podía esperarse, incluso posponerlo hasta que tuvieran a su bebé ya con ellos, así irían los tres (bueno, aún en ese momento irían los tres, pero se entiende).

—Claro que tenemos. Ahora es cuando nos casamos. Te mereces una luna de miel de verdad, porque va a ser una boda de verdad ¿No? —Harry sonrió tanto que Louis temió quedar ciego.

—Gracias. —besó su mejilla, con sus ojos brillando por la emoción e intentando aguantar las lágrimas. Estaba temblando, estaba sonriendo y estaba tan feliz.

—… Sí, y, una boda y una luna de miel de verdad, merecen… Una propuesta de verdad. —rápidamente se arrodilló y sacó una cajita de algún lado. La abrió, revelando un precioso anillo con un lindo y brillante diamante cortado en forma de corazón color esmeralda, que no se veía exagerado o demasiado ostentoso, era finito, delgado y hermoso. Harry ahogó un grito de sorpresa. —Harry Edward Styles, el día de mañana, por favor, ¿Te casarías conmigo? —pidió con tal franqueza que el rizado no pudo no llorar por más tiempo.

—Dios, Louis, ¿Qué hiciste?

—No te preocupes, todavía lo debemos. —dijo con humor. Harry no respondió (de inmediato), bajo los ojos expectantes y ahora algo confundidos de Louis, abrió un cajón de su mesita de noche, sacando una cajita similar. La abrió, revelando así un hermoso anillo con una hilera de diamantes algo pequeños que tenían forma de lagrima, eran de color azul rey y estaban colocados horizontalmente sobre la base entrelazada; no tenía una piedra en el centro como tal. Era perfecto. Louis no podía dejar de mirar el resplandeciente objeto. —¿Qu-

»Oh…

—Iba a dártelo mañana, poquito antes de la ceremonia. —Harry sonrió, con las mejillas rojas y aún siendo mojadas por pequeñas lágrimas silenciosas.

—Ya debemos dos anillos entonces. —Louis bromeó, con el corazón en la garganta. Harry rio.

—¿Te casas conmigo, Lou? —tomó su mano con toda la suavidad y el amor que había en él. —Sin pensarlo, sólo ¿Porque me amas y yo te amo a ti? —Louis asintió, mordiendo su labio, con una sonrisa enorme a punto de escapar.

Harry le colocó su anillo a Louis. Louis le colocó su anillo a Harry, dándole un besito al dorso de su suave mano.

Fue una de las noches favoritas de Louis. Después de eso, todos los nervios que sentía por el día de mañana, habían desaparecido. No podía creer lo enamorado que se sentía. No podía dejar de ver su anillo. No podía dejar de mirar a Harry; su feliz sonrisa, sus grandes ojos, que brillaban más que las joyas en sus dedos, ese perfecto hoyuelo, el sonrojo en sus acolchonadas mejillas. Iba a explotar por todo lo que estaba sintiendo, en su estómago, su pecho. Lo quería abrazar, besar- consumir, todo, completito, unirse imposiblemente a él. Se sentía ansioso y en paz al mismo tiempo. Quería morderlo, acariciarlo, follarlo, pero también sólo observarlo, acurrucarse con él, olerlo, hasta grabarse cada facción y su delicioso aroma, y no volver a ver a nadie nunca más, y no volver a oler ninguna otra cosa que no fuera Harry.

Y en esa mágica noche, después de besarse, susurrarse mil cosas, cada una más cursi que la anterior, y saciar esa increíble necesidad que tenían que estar con el otro, comenzaron a hablarle al vientre de Harry.

—Iremos a Italia, bebé. ¡Iremos a Italia! —el rizado contó en algún momento, luego de decirle con su voz chillona de bebé que lo amaba y lo quería tener en sus brazos ya, recordando el maravilloso viaje que les aguardaba, mientras ambos se encontraban acostados en la cama, a obscuras, y acariciaban el casi imperceptible bultito con delicadeza y cariño.

—Iremos a Italia. —Louis asintió, con una sonrisa adormecida, drogado por Harry, de amor, tan intoxicado, contento, afectado, que era indescriptible.

Y, si estaba enloquecido, si estaba yendo muy lejos, si todo estaba siendo simplemente demasiado, no podría haberle importado menos.

Durmieron tan tranquila y plácidamente, con a penas perceptibles sonrisas en los labios, como nunca en sus vidas.

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el anillo de Louis es más o menos así pero sin la piedra en el centro haha sólo la hielera de lágrimas por todo el anillo :)