25. Lunes.

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Y pasaron exactamente tres semanas, de Louis siguiendo su fórmula secreta.

… Desde luego algunos días sólo quieres vivirlos una vez. O sencilla y directamente no hacerlo.

Billy Tomlinson murió, la madrugada de un Lunes. La familia se organizó tan bien y rápido, que el miércoles se cancelaron todo tipo de compromisos, se pidieron permisos, se inventaron excusas, todo para estar en Cornwall, haciéndose compañía.

Rory, Zayn, Paul y hasta Sharlotte, también estaban ahí.

La familia fue bajando las escaleras en orden, con sólo unos minutos de diferencia entre un miembro y otro.

El primero en estar listo e ir abajo con los otros invitados para ese velorio de día, ese discreto entierro rápido, indoloro, y pequeño, familiar, fue el tío Des. Se miró en el redondo espejo colgado junto a la puerta del armario de la escalera.

Después Felicitie, con los ojos rojos, pero acompañada por Niall, que la consolaba en cada oportunidad. Ambos se vieron en el mismo espejo.

Harry fue el tercero, sin poder contener el llanto, intentó limpiarse la cara frente al espejo.

Louis le siguió, mirando hacia la biblioteca a su derecha un segundo, sintiendo que estaba viviendo un gran deja vu, preguntándose si su padre estaba ahí, sentado en el sofá, leyendo como siempre.

Harriet fue la última. Ella no se miró en el espejo, ella tomó aire y fuerzas antes de entrar a la sala donde todos estaban reunidos. Todos vestidos de negro.

Excepto las bebés de Louis y Harry. Ellas estaban arriba, sin alistar, porque se quedarían ahí en esa casa con la niñera.

—Bien, ¿Estamos listos para esto? —dijo en cuanto todas las miradas se posaron en ella.

—Claro que no. —Paul suspiró. —Un día terrible. —Harriet tragó el nudo en su garganta.

Louis se levantó y caminó hacia su madre, pero para salir por donde acababa de entrar.

—Sólo, am, denme un minuto.

Regresó a donde estaba el espejo. Entró discretamente al armario.

Salió con un diferente atuendo colorido. Entró a la biblioteca sin poder contenerse más.

Billy leía recostado en el sofá. Justo como lo recordaba, y como lo haría siempre.

—Esto es tan… Brillante. —el hombre comenzó sonriente en cuanto notó su presencia. —Dickens es extraordinario con los chistes reales, el humor... Real- —se calló al verlo, tal vez por su expresión apagada. —… ¿De dónde vienes? —inquirió, tal vez ya sabiendo la respuesta.

—Es… Tu… —Louis señaló a la puerta, como si afuera, en la sala, realmente estuvieran todos sus seres queridos vestidos de negro.

Oh. —Billy comprendió de inmediato. —Entiendo. —asintió. —Vaya día. Gracias por venir. —Louis rio con tristeza. —¿Qué tal el tío Des y su traje? —ahora sí rio de verdad.

—Inmaculados. —el hombre lo imitó.

—Excelente. ¿Mencioné que quiero la canción de Nick Cave? —recordó de repente.

—Eso ya está resuelto.

—Gracias. —señaló el espacio a su lado en el sofá. —¿Puedo leerte este pasaje? —Louis sonrió y se sentó en lugar de responder.

—Cuando y cuanto gustes, tengo tiempo de sobra. —fue lo único que dijo.

—“Creo que los romanos se incomodaban mucho unos a otros con sus narices.” —comenzó. Louis rio sin aliento. —“Tal vez se convirtieron en ese pueblo inquieto consecuentemente. En cualquier caso, la nariz romana del señor Wopsle tanto me incomodaba que-”

Dejó de escucharlo, mejor se dedicó a observarlo, queriendo grabarse cada poro de su cara, cada cana de su cabeza, el sonido de su voz, la manera en la que sostenía el libro. Sonriendo cuando él sonreía, riendo cuando él lo hacía, pero por razones muy diferentes a la lectura ingeniosa. Otra cosa que los diferenciaba era que Billy no estaba llorando entre carcajadas, como Louis.

La impotencia era indescriptible. En ese momento, el ojiazul hubiera renunciado a todo, a su poder, a su vida, su alma, a sus hijas, incluso a Harry, lo hubiera ofrecido justo ahí a cambio de Billy sin dudar.

Y es lo que la muerte hace. Como muchas otras cosas, te obliga a ser egoísta. Tanto. Ni siquiera haces el trato por la persona que muere, lo haces por ti, sólo porque no quieres que te deje, no quieres que te duela, no quieres perderle. Tiene que ver contigo y tu necesidad de él o ella en tu vida, aunque a esa persona no le beneficie, no te importa, le necesitas y eso es lo más y único importante.

Louis quería abrazarlo eternamente.

Quería decirle cuánto lo amaba, cuánta falta le hacía, simplemente lo quería conservar, el momento, o cualquier cosa de él. Quería quedarse ahí sentado a su lado, que le leyera para siempre.

Es una de las etapas, pensó.

Negación. Negociación. No recordaba las demás pero sabía que ahí estaban, las podía sentir.

Lo veía y lo veía, dejando correr las lágrimas silenciosas por sus mejillas. Guardaba sus arrugas y su exacto color de ojos en el lugar más escondido y seguro de su memoria. Algunas de sus más repetitivas muecas y gesticulaciones, su olor, su calidez, su vibra fraternal.

Todo aquello estaba ahí frente a él, excepto que no lo estaba, porque no era cierto, verdadero, era sólo como un recuerdo, que por más que Louis repitiera y repitiera no se volvería realidad, no haría ninguna diferencia, sin importar nada llegaría ese Lunes negro y volvería a llorar.

Volvería a doler.

No supo en qué momento se fue, volviendo a la amarga realidad, esa donde ya no tenía a su padre.

Louis jamás había vivido un día tan espantoso, y seguramente jamás lo haría otra vez, porque esa clase de dolor, el que no es físico, el que no reconoces, el que aparenta ser más sutil, quitándote el sueño, el hambre, la alegría, el que pretende que no está ahí pero en realidad nunca se va, es tolerable únicamente una vez. Dos dosis significan letal; a la segunda tú simplemente te mueres.

La despedida fue aún peor. El día aún no terminaba pero para Louis de hecho habían finalizado muchas cosas. El sol aún brillaba en el cielo cuando todos empezaron a subir a los autos. Felicitie no podía parar de llorar, incluso fue uno de esos malos días para Harper, para variar. Como si todo se juntara, como si realmente aquel Lunes estuviera destinado desde hace mucho a tiempo a ser atroz.

even the shortest second... || (l.s.)Where stories live. Discover now