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Al llegar a la residencia de estudiantes de Kibougamine, Venus no pudo evitar sentirse abrumada por el espectáculo de talento y creatividad que se desplegaba ante sus ojos

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Al llegar a la residencia de estudiantes de Kibougamine, Venus no pudo evitar sentirse abrumada por el espectáculo de talento y creatividad que se desplegaba ante sus ojos. La residencia no era solo un lugar donde dormir y estudiar; era un verdadero crisol de jóvenes prodigios, cada uno brillando con luz propia en su especialidad única.

Los jardines eran un hervidero de actividad artística. Un grupo de estudiantes de pintura, pinceles en mano, trabajaban en enormes lienzos al aire libre, sus brochazos capturando la luz del atardecer que bañaba el paisaje en tonos dorados y carmesíes. Cada pincelada reflejaba una pasión y una precisión que transformaban simples trozos de tela en ventanas a mundos imaginarios.

No muy lejos, una joven con el título de mago Definitivo realizaba un show de magia que había atraído a un pequeño grupo de espectadores. Sus manos ágiles hacían desaparecer objetos y los hacían aparecer de nuevo con una facilidad que desafiaba la lógica, arrancando aplausos y exclamaciones de asombro de su audiencia encantada. Cada truco parecía más imposible que el anterior, y su carisma natural mantenía a todos hipnotizados.

En otra parte de los extensos terrenos, un equipo de estudiantes de tecnología, acompañados por algunos especialistas en robótica, trabajaban juntos en una estructura mecánica compleja. Los sonidos de herramientas y el ocasional zumbido de drones llenaban el aire mientras ajustaban componentes y programaban circuitos. Lo que estaban construyendo parecía ser parte de un proyecto mayor, quizás un robot o una instalación interactiva que, sin duda, terminaría siendo una maravilla de la ingeniería moderna.

Cada rincón de la residencia era un testimonio del extraordinario potencial humano y de la dedicación de estos jóvenes talentos. Venus, caminando entre ellos, no pudo evitar sentirse pequeña, una sensación que pesaba en su pecho como una piedra. Estaba rodeada de lo mejor de lo mejor, cada estudiante un maestro en su campo, cada uno tan seguro y competente en su arte o disciplina.

Sin embargo Venus se miró así misma volviéndose a hacerle la misma pregunta.

-"¿Acaso yo estaré a la altura?"- Se preguntó así misma-

-Kobougamine cuenta con cafetería que está abierta las 24 horas pero los departamentos también cuentan con sus propias cocinas- Le explicó el director- Su departamento está en el ático del edificio A, es un piso compartido-

-Gracias director- Dijo Venus-

-Que tenga un buen primer día, la dejaré instalarse, adiós- El director se fue dejándola sola en mitad de tantos jóvenes talentos-

-"Bien edificio A..."- Venus miró el mapa que se encontraba en la plaza de la residencia de estudiantes- "Oh solo debo seguir recto, menos mal, me daba mucha vergüenza ir a preguntarle a alguien"-

-Oye ¿Tú pelo es comestible?- Alguien picó su hombro-

-¿Eh? ¿Disculpa?- Venus miró se trataba de un chico bajito, de cabello y ojos morados, por las facciones de su rostro Venus supo que era una persona burlesca o al menos así podría describir su sonrisa- ¿Por qué mi pelo sería comestible?-

La Modista {Danganronpa x tu x Saiki k}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora