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La habitación de Venus en Kibougamine era todo lo que una joven modista podría desear

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La habitación de Venus en Kibougamine era todo lo que una joven modista podría desear. La decoración era elegante pero funcional, con un gran escritorio que servía de estación de trabajo, equipado con una máquina de coser de última generación y estanterías llenas de bobinas de hilo, botones de diversos estilos y rollos de telas de alta calidad. La luz natural se filtraba a través de grandes ventanas, proporcionando la iluminación perfecta para cualquier proyecto de costura.

Junto a la máquina, Venus encontró una nota que le explicaba que, como parte de su introducción a la academia y demostración de sus habilidades, debería confeccionar su propio uniforme. Aunque algo cansada por las emociones y actividades del día, se sintió emocionada por este desafío y decidió comenzar de inmediato.

Con habilidad y precisión, seleccionó unas telas y comenzó a trabajar en el diseño: unos pantalones marrones ajustados que destacaban su figura, una camisa blanca impecablemente cosida, y un conjunto de chaqueta y chaleco que complementaban los pantalones a la perfección. Trabajó meticulosamente, cada puntada un testimonio de su destreza y pasión por la moda.

Una vez completado su uniforme, Venus continuó explorando su habitación. Kibougamine había provisto todo lo necesario para asegurar el bienestar y confort de sus estudiantes: desde pijamas suaves y cómodos hasta una gama de productos de aseo y cuidado de la piel de excelente calidad. Había incluso una selección de maquillaje de primera, perfectamente alineado en una pequeña tocador.

La cama, redonda y enorme, invitaba a probar su comodidad. Venus se sentó y se dejó caer ligeramente hacia atrás, hundiéndose en el colchón suave que parecía abrazarla. Comparada con la diminuta y austera habitación que tenía en casa, esto era realmente un palacio. Era un cambio drástico, una mejora que casi no podía creer que fuera real.

Finalmente, Venus deshizo su mochila y sacó una fotografía de ella de niña junto a su abuela. La imagen de la anciana sonriente, que siempre había creído en ella y la había apoyado en sus sueños, le trajo una ola de nostalgia y gratitud. Con una sonrisa, Venus besó el marco y lo colocó cuidadosamente sobre la mesa de noche.

-Lo conseguí, abuela, pude salir de casa para un mejor futuro - Murmuró suavemente, sintiendo la presencia de su abuela en el tranquilo silencio de la habitación-

La tranquilidad de la habitación de Venus se vio abruptamente interrumpida por el sonido de la puerta principal abriéndose. Llena de curiosidad y con la esperanza de poder finalmente entablar una conversación con su compañero de piso, Hajime, y establecer algunas normas de convivencia, se apresuró hacia la entrada. Sin embargo, lo que encontró al llegar allí le heló la sangre.

-¡AAAAAAAH!- Gritó, retrocediendo instintivamente-

El joven que estaba frente a ella, aunque vestido con la misma ropa que Hajime, era visiblemente diferente y mucho más intimidante. Sus ojos eran de un rojo sangre brillante y su cabello, negro y largo como la noche, caía sobre sus hombros de una manera que parecía absorber toda la luz de la habitación. La atmósfera a su alrededor era tan fría y oscura que hizo que a Venus se le erizara la piel.

La Modista {Danganronpa x tu x Saiki k}Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora