XLIX

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Claudia

El día antes de la final había llegado, y yo estaba en medio de una pequeña mentira que no podía esperar para desmentir. Le había dicho a Alexia que no iría a Eindhoven, que la situación era demasiado complicada, pero la verdad era otra: quería sorprenderla. Lo que no sabía Alexia es que su hermana, Alba, había sido mi cómplice todo este tiempo. Ella me había ayudado a planear cada detalle.

Recordé el día en que Alexia me pasó el número de su hermana, insistiendo en que, si en algún momento cambiaba de opinión o necesitaba algo, podía contar con Alba. Lo había hecho parecer una simple sugerencia, pero en cuanto colgamos, me puse en contacto con Alba. Entre las dos, preparamos la sorpresa. A partir de ahí, todo fue cuestión de organizar el vuelo y asegurarme de que Alexia no sospechara nada.

El viaje hasta el aeropuerto lo hice con una mezcla de nervios y emoción. Era mi primera vez dejando una de las muletas atrás, algo que no había comentado con nadie. No era recomendable, lo sabía, pero llevaba días matándome en el gimnasio, esforzándome como nunca antes. Sentía que era el momento de dar ese paso, literal y figurativamente. Aún necesitaba la otra muleta para el apoyo, pero dejar una atrás ya me hacía sentir más fuerte. Era como si, de alguna manera, volviera a ser la Claudia de antes. Aunque sabía que, en muchos aspectos, jamás volvería a ser exactamente la misma.

Cuando llegué al aeropuerto, un hormigueo recorrió mi cuerpo. Sabía que Alexia estaría concentrada en la final, pero también sabía lo importante que era para ella que yo estuviera allí, apoyándola. Y aunque me había dolido mentirle, el rostro de sorpresa que pondría cuando me viera valía cada segundo de esta pequeña trampa.

Antes de salir de casa esa mañana, repasé cada detalle. El billete, el horario, incluso cómo me movería por el estadio sin levantar sospechas. Alba había sido un gran apoyo en esto, guiándome sobre cómo acercarme a Alexia sin que ella se diera cuenta de mi presencia hasta el último momento.

Cuando llegué al aeropuerto y vi a Alba esperándome, reconocí a la mujer que estaba a su lado de inmediato: la madre de Alexia. Aunque jamás la había visto en persona, la había imaginado muchas veces a través de las historias que Alexia me contaba, pero ahora, teniéndola justo frente a mí, el nerviosismo me invadió. Mi respiración se aceleró un poco, y no podía evitar pensar en cómo sería este primer encuentro. Sabía que Alexia y su madre eran cercanas, y eso le añadía más peso a la situación.

Alba me saludó con una sonrisa amplia, como si no hubiera nada fuera de lo normal. Caminé hacia ellas, apoyándome en la muleta, tratando de que mi paso fuera lo más seguro posible. Pero mis pensamientos seguían siendo un lío, y cada vez que me acercaba, sentía que mis nervios aumentaban. No me había preparado para conocer a su madre en estas circunstancias, y mucho menos para hacerlo ahora, cuando mi cabeza estaba llena de otras preocupaciones.

—¡Claudia! —dijo Alba con esa energía tan propia de ella. Se acercó para abrazarme, casi tumbándome de la fuerza que usó, lo que me hizo reír a pesar de los nervios. Luego, se apartó y me dejó cara a cara con Eli, la madre de Alexia.

—Tú debes ser Claudia —dijo Eli con una sonrisa cálida. Esa sola frase me hizo sentir un poco más tranquila. No había juicio en su voz, solo curiosidad y amabilidad. Me extendió la mano, pero antes de que pudiera reaccionar, me dio dos besos en las mejillas, muy familiar. Me sorprendió lo relajada que parecía, como si llevara viéndome mucho tiempo en lugar de conocernos por primera vez.

—Sí, soy Claudia. Encantada de conocerte, Eli —respondí, sonriendo, aunque la voz me salió un poco más baja de lo que esperaba.

Ella me miró con una expresión que me tranquilizó de inmediato, casi como si viera a una amiga de toda la vida y no a alguien que apenas conocía.

𝐍𝐄𝐖 𝐁𝐄𝐆𝐈𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆𝐒-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora