CXXIII

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Claudia

Han pasado ya algunos días desde que Biel nació, y al fin estábamos en casa, tranquilas y adaptándonos a nuestra nueva vida. Nos acostumbrábamos lentamente a los pequeños ritmos que él nos marcaba, y la casa entera se había transformado alrededor de su presencia. Entre las tomas, los cambios de pañal y las noches en vela, poco a poco Biel se había vuelto el centro de todo, y nuestras vidas giraban alrededor de él.

Ese día, Alexia me había avisado que sus amigas y compañeras de equipo vendrían a conocer al pequeño. Sabía cuánto significaba para ella compartir este momento, así que, aunque me daba un poco de nervios abrir la puerta a tanta gente, me sentía feliz por ella. Sabía que Alexia estaba orgullosa, y ver a su equipo reunido en nuestra casa, celebrando con nosotras, sería un recuerdo importante para ambas.

Cuando finalmente llegaron, Biel estaba profundamente dormido. Eso nos permitió pasar un rato charlando, y apenas entraron, todas rodearon a Alexia con abrazos y risas. Yo las observaba desde un costado, contagiándome de esa alegría que siempre traían consigo, me relajé al verlas tan emocionadas.

Muchas de ellas llegaron con regalos, y la mayoría eran cosas que claramente habían elegido pensando en el Barça. Había pequeños adornos azulgranas, algún que otro body con el escudo, e incluso varios peluches vestidos con la camiseta del equipo. Al ver todo eso, sonreí sin sorprenderme demasiado; conociendo a las chicas —y más aún, conociendo a Alexia—, Biel iba a crecer siendo culé sí o sí, por gusto o por simple obligación. Ese pensamiento me sacó una sonrisa divertida.

Los regalos fueron apilándose en una esquina de la habitación, y cada nuevo detalle parecía más especial que el anterior. Era conmovedor ver cuánto cariño y entusiasmo habían puesto en esos obsequios, en cada detalle que traían para hacer sentir a Biel parte de su mundo. Sabía que, aunque ninguna de ellas habían tenido hijos menos Irene, entendían bien lo que significaba este momento, y lo importante que era para Alexia y para mí compartirlo con ellas.

Estábamos charlando y riendo cuando, de repente, el vigila bebés que habíamos dejado en la mesa emitió un leve sonido. Biel empezaba a moverse, y al escucharlo, todas nos quedamos en silencio, pendientes de cualquier sonido. Antes de que alguien dijera algo, Alexia se adelantó.

-Voy yo-Dijo y se levantó rápidamente, dejando el salón sin pensarlo dos veces.

Observé cómo se dirigía hacia la habitación de Biel, sus pasos ligeros pero llenos de esa seguridad y ternura que había descubierto en ella desde que Biel llegó a nuestras vidas. En cuanto desapareció del pasillo, las chicas se giraron hacia mí.

-Nunca habíamos visto a Alexia tan entregada e ilusionada con algo, y mira que muchas la conocemos desde hace demasiados años-Dijo Marta con una sonrisa que transmita felicidades.

Me reí suavemente, sintiendo una calidez en el pecho. Sabía que sus compañeras conocían a Alexia mejor que nadie en el campo, pero en este nuevo rol, como madre, era algo diferente, y me encantaba saber que ellas también lo notaban. Miré a cada una, sin poder contener una sonrisa orgullosa, y respondí con sinceridad,

-Es una madre increíble. Me sorprende cada día, y la verdad… verla con Biel es como descubrir otra parte de ella, una que solo aparece cuando está con él.

Las chicas asintieron, intercambiando miradas de complicidad y sonrisas emocionadas, como si estuvieran descubriendo, al mismo tiempo que yo, una faceta más de la mujer que habían conocido durante tantos años. Para ellas, Alexia siempre había sido una líder en el campo, una amiga fiel y alguien que daba todo por su equipo. Pero ahora, al verla tan entregada como madre, ese amor y dedicación tenían un sentido aún más profundo.

𝐍𝐄𝐖 𝐁𝐄𝐆𝐈𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆𝐒-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora