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Alexia

Todavía estábamos en la misma posición cuando el teléfono de Claudia comenzó a sonar. Su cuerpo, aún debajo del mío, se tensó un poco, y no pude evitar notar cómo sus dedos se movían ligeramente sobre mi cadera, como si dudara entre contestar o ignorar la llamada. Yo la observaba desde arriba, intentando no pensar en lo rápido que el momento había cambiado.

—¿Sí? —su voz era tranquila, pero su expresión cambió apenas escuchó lo que le decían al otro lado.

El momento de intimidad se quebró en cuanto vi su mirada endurecerse, su concentración pasando de mí al teléfono. En silencio, me recosté un poco, dándole espacio, pero todavía manteniendo una mano apoyada en su abdomen. Escuché esas palabras que hicieron que mi estómago se hundiera un poco: "Voy para allí".

Mis cejas se fruncieron sin que pudiera evitarlo, intentando procesar lo que eso significaba. Cuando colgó, me quedé mirándola, esperando una explicación. Claudia, con ese rostro que ya conocía bien, dejó escapar un pequeño suspiro. Sabía que no le gustaba tener que irse, pero la situación lo requería.

—Tengo que irme —dijo, su tono serio y firme, casi en contraste con lo que habíamos estado viviendo hace solo unos minutos.

—¿Por qué? —pregunté, aunque algo en mi interior ya me daba una mala sensación.

Ella se enderezó un poco más bajo mí, acomodándose, y apartó la mirada unos segundos antes de volver a encontrarse con mis ojos.

—Han detenido al que entró en mi casa —murmuró, su voz cargada de esa mezcla de alivio y tensión que tantas veces había visto en ella cuando algo relacionado con su trabajo le afectaba personalmente.

Sentí un nudo en el estómago. Por un lado, estaba contenta de que finalmente hubieran encontrado al culpable, pero por otro lado, la idea de que Claudia tuviera que enfrentarse a esa situación ahora, justo después de habernos entregado de una manera tan íntima, me preocupaba. No quería que volviera a ese lugar oscuro tan rápido, pero también sabía que no podría detenerla. Esto era parte de quién era, y lo respetaba.

Me levanté lentamente, permitiéndole moverse con más libertad. La vi mientras se incorporaba, buscando su ropa, su mirada aún fija en el teléfono por un segundo antes de que su rostro se suavizara cuando me miró. Ese cambio en su expresión me hizo sentir que, aunque todo estaba pasando rápido, ella también estaba procesando lo que significaba dejar ese momento atrás por un rato.

—¿Estás segura de que tienes que ir tú? —pregunté, mi tono más preocupado de lo que había intentado que fuera.

Claudia asintió sin vacilar, sus ojos determinados, como siempre.

—Sí, Alexia. Es mi caso. Tengo que estar allí —dijo, con esa firmeza que tanto admiraba, aunque detrás de sus palabras podía ver lo cansada que realmente estaba.

Suspiré y me acerqué a ella, tomando su mano suavemente, sabiendo que en momentos así lo único que podía hacer era apoyarla. Mis dedos rozaron los suyos, y aunque el momento había cambiado, no había perdido la conexión que sentía con ella.

—Prométeme que si te sientes mal, si necesitas algo, me lo vas a decir —le susurré, sin querer agregarle más presión, pero necesitando que supiera que no estaba sola en esto.

Claudia me miró directamente, y en sus ojos vi ese toque de vulnerabilidad que rara vez dejaba salir a la luz. Asintió despacio y apretó mi mano con firmeza.

—Te lo prometo —dijo en voz baja, y luego se inclinó hacia mí para darme un beso suave, como si quisiera llevarse un pedazo de nuestro momento juntas antes de salir a enfrentarse a lo que le esperaba.

𝐍𝐄𝐖 𝐁𝐄𝐆𝐈𝐍𝐍𝐈𝐍𝐆𝐒-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora