OO2. Estás tan hermosa.

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Douglas levantó la vista de los apuntes hacia la puerta cuando escuchó el sonido de una respiración, arrugó la nariz con desagrado y gruñó.

—Skylar, deja de mirar a Justin, lo vas a asustar. — Justin apartó los ojos del cuaderno y miró a la niña que tenía la mitad del rostro escondido detrás de la puerta —. Si sigues viniendo a mi habitación lo vas a espantar, pequeño bicho raro — murmuró entre dientes.

Los ojos verdes de la niña siguieron evaluando al castaño con indecisión e ignorando a Douglas, Justin sonrió con diversión. Desde que la había encontrado en el ático la muchacha no dejaba de seguirlos, a dónde iban Douglas y él, Skylar iba unos metros detrás de ellos. Douglas había empezado a hartarse de su hermana menor, por eso mismo había decidido que ése día no saldrían y estudiarían en su habitación, pero Skylar no dejaba de aparecerse por la puerta cada diez minutos. Ella se quedaba ahí, contemplándolo como si fuera alguna clase de héroe.

¿Por qué le enternecía tanto su mirada asustadiza?

¿Cómo se supone que debes tratar a una niña obsesionada contigo?

Justin no comprendía realmente qué podría ser tan interesante en él para una niña de seis años. Por dos años completos, desde que la encontró en el ático, ella no dejaba de mirarlo, de perseguirlo, de tomarlo por la ropa como si quisiera decirle algo. Era extraño, sobre todo para un niño de diez años sin hermanos o hermanas. Realmente lo único cercano a hermano que tenía era Douglas, quizás Skylar también podría ser su hermana menor. No le importaba tener que cumplir el papel de Douglas –porque de todas maneras hacía un muy mal papel de hermano mayor–.

—Quizá quiere decirte algo. — Murmuró poco convencido, casi excusándola —. Hola, ojos de esmeralda — le sonrió a la chica con gentileza.

El rostro de la pequeña enrojeció por la vergüenza, apretó los labios y entró a la habitación con paso dudoso.

—Oh, muy bien. ¡Magnifico, Justin! — se quejó Douglas —. Has liberado a la bestia, ahora nunca se irá. — Douglas se llevó una mano al rostro —. Ni siquiera quería estudiar, solo quería que el bicho raro nos dejara de seguir por toda la casa, otra vez.

Se quedó mirando a la niña con un extraño sentimiento en el pecho, le molestaba que Douglas hablara tan mal de ella con ojos de esmeralda presente. Ella podría no hablar, pero entendía perfectamente lo que escuchaba y sus ojos verdes se oscurecían con tristeza cada vez que Douglas se refería a ella con sobrenombres denigrantes.

Skylar no hablaba, era habitual que gente de la familia se dirigiera a ella con preguntas de síes o noes, para que ella pudiera asentir o negar con la cabeza. Lo que sufría Skylar, según lo que le había explicado su madre, era algo llamado como mutismo, por un evento traumático. Empezó después de la tormenta, cuando la encontró en el ático en medio de un ataque de pánico. La psicóloga dijo que no duraría mucho tiempo, pero ya habían pasado casi dos años y Skylar no decía palabra alguna.

—Bien, si van a seguir mirándose como si se comunicaran todo por la mente iré a buscar algo para beber, las matemáticas secan mi cerebro. — Douglas se levantó de la cama y se fue de la habitación —. ¡Espero que Skylar mantenga una conversación más divertida que yo! — Gritó desde las escaleras.

Los ojos de la chica se empañaron y Justin acaricio su cabeza sintiendo un taladro en su estómago.

Maldito Douglas.

—No lo escuches. Tú y yo nos comunicamos, ¿No es así? — Le pareció ver el verde de su iris resplandecer con alegría. Skylar asintió con una sonrisa — ¿Venias para decirle algo a Douglas, ojos de esmeralda?

No sabía exactamente porque había empezado a llamarla así, había escuchado ese apodo en un poema que una vez les leyó su profesora de castellano "Quiero que me consoléis, hermosos ojos que adoro; ¡Estoy triste y os imploro puesta en tierra la rodilla! ¡Piedad para el que se humilla, ojos de esmeralda y oro!" Cuando la vio por primera vez el apodo le había encajado de maravilla. Era un bebé pequeño, muy pálido y con enormes ojos verdes. Muy brillantes y resplandecientes. Desde entonces muy pocas veces la llamaba Skylar.

— ¿Quieres que lo llame? — preguntó con suavidad.

La niña negó con la cabeza casi con violencia, como si la respuesta fuera obvia.

— ¿Entonces qué es? — ella se acercó y sus pequeñas manos tomaron su rostro. La miró sin entender sus intenciones, lo cual era raro, él siempre adivinaba sus pensamientos.

—Y-yo...— Su voz se cortó un poco y las manos de ella apretaron su rostro. Le costaba hablar — V-voy a casarme contigo, león — Justin contuvo la respiración y agarró el rostro de la niña casi con desesperación, totalmente desconcertado.

Ella había hablado.

Detrás de Skylar, Douglas sostenía dos vasos con jugo de naranja en las manos y los miraba atónito.

Dejó caer los vasos al suelo y gritó.

—¡MAMÁ!

**

Con aire pensativo Justin se reclinó en la silla, cruzó las piernas sobre el escritorio y exhaló el humo del cigarrillo por la boca. Tomó, con sus largos y delgados dedos su celular encima del mueble y volvió a leer el mensaje de texto que le había mandado Douglas ese día por la mañana, mientras estaba en su oficina.

Douglas: Como te había prometido, aquí te mando una foto, para que sacies un poco tu ansiedad.

Douglas: Mira a nuestra Universitaria, ¿Puedes creer que la mocosa va a cumplir veinte?

Douglas: Denme un pañuelo, creo que voy a llorar.

Casi con dolor, observó la foto. La imagen de la mujer más hermosa que alguna vez había visto, sonreía a la cámara. Allí estaba ella, con el pelo castaño bailando en el aire y con sus ojos verdes brillando de alegría. Estaba en la entrada de su Universidad, más preciosa que nunca.

—Ojos de esmeralda...estás tan hermosa. — Exhaló el humo del cigarro cuando habló. Con su dedo índico recorrió el rostro de la mujer en la foto, con los ojos llenos de deseo —. Tengo tantas ganas de tocarte.

Entonces cerró los ojos, tiró la cabeza hacia atrás expulsando el humo de sus pulmones y volvió a sumirse en sus recuerdos.

MEMORIES ©Where stories live. Discover now