O23. Ten cuidado.

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Hoy habían decidido venir al Parque Nacional de Chattahoochee, era precioso, tenía un río descomunal, y árboles inmensos de diferentes especies, se podía escuchar el canto de muchos pájaros, el sonido hacía eco por todo el parque. Desgraciadamente no podía disfrutarlo, ya que él estaba ahí.

Ignorarlo era difícil, pues lo veía casi a diario, pero al parecer para Justin era todo lo contrario, ya que podía olvidar su existencia con mucha facilidad. Ya llevaban una semana en Georgia y él no le había vuelto a dirigir la palabra desde el primer día, en el cumpleaños de Kate. No lo criticaba por eso, ella misma se lo había propuesto, lo que le molestaba era la facilidad que él tenía para volverla invisible. Justin y Fred salían a todas partes con ellas tres, Kate y Ramona no parecían percibir la tensión entre ella y él, así que no podía pedirles que dejaran de invitarlos a todas sus salidas. Debería habérselo imaginado, Ramona le había dicho que Justin era el mejor amigo de su hermana, pero nunca pensó que lo vería casi a diario en el departamento de Kate, o que él y Fred las acompañaran a cada fastidiosa salida que hacían por la ciudad.

A veces lo miraba a escondidas, estudiaba su rostro tan atractivo e impresionante mientras él fumaba en el balcón que daba al comedor. Había cambiado, sus ojos mieles eran fríos e intimidantes, su cabello de color arena estaba más corto ahora, su rostro había madurado, parecía más fuerte, más experimentado, tenía unos labios carnosos, una barba dorada cuidadosamente recortada, y una habilidad casi inconsciente para moverse muy parecida a la de un felino. A veces él la sorprendía mirándolo, se le cortaba la respiración, pero mantenía la mira. Entonces él la miraba con arrogancia, como si supiera que él podría ponerla a sus pies con un solo movimiento.

—Justin, tienes una hoja en tu cabello — la voz tímida y suave de Quinn la distrajo de sus pensamientos.

A veces Quinn salía con ellos y ese día era una de esas veces. No sabía por qué, pero verla revolotear al lado de Justin hacía que algo en ella recordara los viejos tiempo, pero también hacía que dentro de ella creciera una cierta envidia... o celos. Él le sonreía. La familiaridad con la que ella lo tocaba la enfermaba. Su hermano, por otro lado, era una historia distinta. Fred era la persona más chistosa y bromista que alguna vez había conocido, y le tenía un miedo-respeto a Kate muy notorio, era como si de alguna forma todo lo que tuviera que ver con Kate fuera delicado. Ramona le dijo un día que ellos dos habían salido en la Universidad, pero que habían roto, no le dijo por qué, por lo que Skylar supuso que ella no sabía la razón.

—¿Me veo bien al menos? — bromeó Justin y escuchó la dulce risa de la rubia en respuesta.

No pudo contener las ganas y se giró para ver la azucarada y melosa escena. Observó a Quinn apoyar una mano en el hombro de Justin y ponerse de puntitas para sacarle la hoja metida entre su cabello. Él la miraba con ternura y la dejaba tocarlo como si fuera lo más natural del mundo. Más atrás estaban Fred y Kate hablando de los tipos de árboles que estaban en el parque, al hermano mayor no parecía importarle la clara escena romántica que estaba compartiendo su hermana menor con su mejor amigo. Fred no era como Douglas, su hermano hubiera roto la mano de cualquier hombre que se atreviese a tocarla.

Se le revolvió el estómago.

—Joder, muero de hambre, Kate. ¿Cuándo haremos el descanso para la comida? — Ramona se apoyó en el tronco de un árbol y bebió de su botella de agua.

—Rom, comiste hace veinte minutos — se mofó Skylar.

—¡Y ya quemé las calorías de lo que comí hace veinte minutos!

—Toma pantera, y deja de molestar al resto.

Kate le lanzó una barra de cereal a su hermana y siguieron caminando por el parque.

—Quinn, ¿tienes agua?

Oh, no. Por favor, necesitaba que ellos dos dejaran de hablarse. ¿Cómo se supone que iba a disfrutar el parque si esos dos no dejaban de coquetearse? No era como si de verdad estuviera atenta a ellos dos, pero estaban justamente detrás de ella. Cada vez que se hablaban su pecho se estrujaba. Escuchó como Quinn reía, seguramente lo estaba tocando, ella siempre encontraba la forma de ponerle las manos encima. Los miró de reojo. Maldición, lo estaba tocando.

—Vale, pero no te la tomes toda, ¿Qué pasa si me desmayo? — él acomodó un brazo sobre sus hombros.

—Quinny, ambos sabemos que el primero en desmayarse será Fred.

Se rieron juntos, con complicidad. Skylar tuvo ganas de vomitar. Se mantuvo tan atenta a lo que ellos conversaban detrás de ella que tropezó con una parte caída de un tronco botado en medio del camino. Ni siquiera cayó de una manera elegante. Se golpeó duramente contra el suelo con la elegancia de un hipopótamo.

—¡Skylar! Dios, ¡Mira tu pierna! ¿Te duele mucho? — Ramona se agachó para ayudarla a sentarse.

Maldición. Se había caído en frente de él. Qué vergüenza. Bajó la cabeza y miró su pierna, tenía un corte por debajo de la rodilla y le dolía el tobillo como si estuvieran martillando sobre su piel, su rostro se calentó. ¿Por qué tenía que aparecer su torpeza ahora?

—Ramona, no le tires el brazo así, se lo vas a dislocar. Déjame echarle un poco de agua — Kate se acercó a ellos con el rostro lleno de preocupación, Fred la siguió por detrás, tenía la boca fruncida como si estuviera aguantando la risa.

—¿Cómo no has podido ver esa tremenda cosa delante de ti? ¿Tienes miopía de la más grave o qué? — se burló Fred, por fin pudo reír.

—Perdón, estaba distraída — Kate abrió su botella y derramó un poco de agua sobre su rodilla.

—¿Y con qué por Dios? ¿Una bestia mítica del bosque? — Ramona la ayudó a levantarse y luego la soltó para buscar algo en su mochila que pudiera desinfectarle la herida.

—Solo estaba pensando, ¿vale? No es nada, solo es un pequeño corte.... ¡Mierda! — apoyó el pie en el suelo y casi cae de nuevo.

Casi. Porque él la tomó por detrás, justo en el momento en que su cuerpo se inclinó hacia adelante él la tomó por la cadera y la empujó contra su pecho. Era como si Justin hubiera estado observándola todo el tiempo desde que se cayó, alertando cualquier peligro que pudiera pasarle. Lo primero que sintió fue el calor de su piel atravesando la tela de su playera, luego percibió su olor, una combinación entre canela y algo maderoso, después fue totalmente consciente de que la mano de él estaba tocándole la piel del estómago, sujetándola contra su cuerpo como si estuviera reclamándola. Sintió la otra mano de él agarrando su mano izquierda, tratando de estabilizarla mejor, inconscientemente se agarró de sus dedos, palpando su piel. El corazón comenzó a latirle a toda velocidad, la mente se le nubló y hasta se permitió apoyarse un poco más sobre el pecho de Justin.

—Ten cuidado — le dijo, su boca estaba rozándole la oreja y el tono de su voz era gutural.

Respiró profundamente. Aunque no podía verlo, podía sentir que no era Justin el que estaba tocándola. No. Era alguien que vivía por protegerla.

Era su león que aparecía para rescatarla. 

MEMORIES ©Where stories live. Discover now