O24. No muerdo, Skylar.

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No podía estar pasándole esto a ella. No justamente con él. ¿Por qué el destino había decidido hacerle esta vil jugarreta? Se removió incómoda entre sus brazos y suspiró con exasperación. Se había torcido el tobillo y Justin se ofreció para llevarla en brazos hasta que llegaran al inicio del recorrido, allí había una especie de enfermería que tenía primeros auxilios básicos para los turistas; por si alguno tenía alguna reacción alérgica con algunos árboles nativos, sufría alguna herida o accidente.

Pues bien, Skylar había sufrido un accidente y ahora Justin la estaba llevando en brazos a la especie de cabaña que usaban como enfermería. Los demás decidieron seguir adelante, bueno, Fred y Kate habían insistido en seguir caminando, Ramona no puso problemas con tal de que le dieran otra barra de cereal y Quinn había intentado amarrarse a Justin otra vez, pero éste le dijo que no era necesario que los acompañara... debía admitir que eso la había aliviado un poco. Quinn no era una mala persona, solamente odiaba como se veía reflejada en ella con tanta facilidad.

—Estás demasiado tensa — Justin rompió el silencio —. No muerdo, Skylar. — Le habló alternando la vista hacia ella y al camino.

Apretó los labios avergonzada, ni siquiera se estaba sosteniendo de su cuello, tenía las manos sobre el estómago y en forma de puño. No quería tocarlo o tenerlo más cerca, ya con el tan solo hecho de sentir sus dedos en su espalda y piernas era suficiente, podía aspirar su olor muy de cerca, y a veces el palpitar de su corazón se hacía presente en el hombro que chocaba con el pecho de él. No quería estar a solar con él, y mucho menos de esta forma.

—Ya lo sé — murmuró.

—¿Sabes? No quiero ser descortés, pero ayudaría mucho si te sostuvieras de mi cuello, no eres exactamente una pluma.

Encuadró los hombros.

—¿Qué tratas de decir? — Justin, por primera vez desde que lo había vuelto, le dio una sonrisa pícara.

—Nada, señorita torpeza. Solo digo que, ya que me ofrecí a llevarte, podrías hacer el viaje más ameno — dijo y siguió mirando por el camino.

Bufó, y él volvió a sonreír de lado. Justin no se veía preocupado por estar a solas con ella, de hecho, se veía demasiado indiferente para su gusto. No se dirigían la palabra desde esa vez en el balcón, o sea, hace más de una semana. ¿Es que solamente ella era la que constantemente se percataba de su presencia en todos los lugares que coincidían?

Respiró profundamente. Si a él realmente no le importaba tocarla ni estar cerca de ella, bien. No se detendría entonces. Aunque se reprimiera constantemente y tratara de crear un personaje que actuara con un odio evidente hacia él ...hace mucho tiempo que quería tocarlo.

Relajó las manos que tenía sobre su cuerpo y estiró los brazos hacia su cuello, con lentitud deslizó la yema de los dedos por su cuello y entrelazó las manos en la parte posterior de su cabeza, justo en el nacimiento del cabello. Se acomodó sobre sus brazos, quedando más cerca de su rostro, y apoyó la frente en la piel expuesta de su cuello, la nariz le rozaba su clavícula y pudo sentir el olor de su perfume combinado con el sudor que emanaba de él. Se mojó los labios, sentía que el corazón le iba a explotar.

Entonces Justin inspiró con fuerza, como si le costara, y la mano que se estaba acomodando por debajo de su rodilla se extendió y la agarró con más confianza, lo mismo pasó con la mano que estaba en su espalda, que bajó un poco más para rodearla por la cintura. Tragó con dificultad y juró sentir el corazón de Justin golpeando con más fuerza contra su hombro, quizás era el de ella...o quizás eran ambos corazones.

No supo por qué lo hizo, pero al tenerlo tan cerca, con su aroma que le recordaba a los viejos tiempos en que lo amaba con devoción ciega, se adentró a sus viejas fantasía, aquellas fantasías donde podía deslizar su nariz por el cuello de él, donde sus manos se enredaban en el cabello color arena y suave de un chico de quince años, donde...

—Skylar — la voz de Justin sonó estrangulada y adolorida.

Entonces se dio cuenta de lo que estaba haciendo; estaba realizando sus fantasías. Se separó de él con el rostro en llamas y se cubrió la boca. No podía creerlo, en verdad había deslizado la nariz a lo largo de su cuello como si... Dios no.

—Lo siento — balbuceó —. N-no sé por qué lo hice, yo... p-perdón.

Justin se mantuvo en silencio unos segundos y luego se detuvo, pensó que iba a botarla ahí mismo, pero no lo hizo.

—Hemos llegado — dijo con seriedad.

Miró al frente y vio la cabaña con el pequeño cartel colgado en la puerta que decía "ENFERMERÍA" con letras negras, parecía pintado. Se aclaró la garganta y lo miró avergonzada. El rostro de Justin mostraba una frialdad casi dolorosa y sus ojos mieles la escrutaban como si fuera la culpable de un crimen.

—Puedes... puedes dejarme aquí y alcanzar al grupo, estaré bien.

Lo vio tensar la mandíbula.

—No, me quedaré contigo. No sabes cuándo volverán.

Ella asintió tímida y luego pudo ver algo extraño en la mirada de él, algo que no había visto antes. Era... era una pequeña llama de contención, como si estuviera reprimiendo algo...

Reprimiendo al león.

MEMORIES ©Where stories live. Discover now