O12. Te atreviste.

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Cuando Skylar abrió la puerta, se congeló. Abrió sus ojos con sorpresa y boqueó como un pez.

—H-hola — tartamudeó.

El chico frente a ella le sonrió y sintió su rostro arder.

— ¿Eres Kate? — le preguntó. Skylar no supo que decir y siguió mirándolo pasmada.

¡EL CHICO ESTABA EN BOXERS!... ¡Y sostenía unas esposas en la mano! ¿Por qué un chico cómo el venía al departamento de la hermana de Rom?

—Y-yo...— no podía dejar de mirar su marcado torso. El de ojos cafés siguió la mirada de Skylar hasta sus oblicuos y levantó una ceja.

— ¿Te gusta lo que ves? — no había ni una pisca de pudor en el tono de su voz.

Oh bueno, no es que me esté quejando, pero ya que estamos en esas... Pensó.

—Te tengo un regalo, Kate — le volvió a sonreír, esta vez mostrando todos sus dientes en una sugerente sonrisa. ¡No soy Kate! Chilló por dentro —. De seguro te encantará.

Entonces el chico la tomó por las muñecas y la esposó.

—Soy el regalo de tu hermana Ramona — le guiñó un ojo.

Oh, Ramona era tan extremista.

**

Justin se sentía en el paraíso.

O al menos en el paraíso del infierno, porque lo que estaba haciendo se sentía tan bien, tan liberador... y al mismo tiempo pensaba que en cualquier momento se iba a quemar vivo.

Quizás ojos de esmeralda lo estaba quemando vivo.

Ojos de esmeralda tenía labios suaves y tentadores. El tiempo pasaba lento cuando la tenía en sus brazos. Su piel estaba fría y tersa, su cintura era pequeñísima y ella... ella no podía dejar las malditas manos tranquilas. Ella pasaba los dedos por sus brazos, por su espalda y cuando los escabulló por debajo de su camiseta contuvo un gemido. ¿Nunca había besado a alguien? ¡Jodido don el que tenía ella! Sentía que él estaba hecho para tenerla, para besarla y rodearla con sus brazos.

Ojos de esmeralda se separó unos centímetros y la tomó con fuerza, con miedo a soltarla. Sus frente aún estaban pegadas y sus respiraciones agitadas se mezclaban.

—Joder — susurró y se aclaró la garganta —. Es que... joder.

—Lo sé –—murmuró ella y sonrió contra su boca — Ya puedes soltarme, Justin. — él negó con la cabeza.

—No puedo, no ahora. — La besó y ella le correspondió sin inmutarse, lo cual le fascinó. La simpleza con la que ella le correspondía. La naturalidad —. Ojos de esmeralda. — susurró.

—León — le respondió con una sonrisa cómplice.

Su corazón palpitó cuando la miró a los ojos. Verdes. Reales. Honestos. Suyos.

Pero entonces ella comenzó a reírse y el olor a alcohol golpeó su rostro.

Ella sigue borracha. Dios, era un idiota.

—Te ves taaaan borroso. — se sentó en la cama y luego se estiró en ella —. Todo me da vueltas, Justin. — Tomó una almohada y recostó la cabeza en ésta mientras cerraba los ojos —. Y tengo mucho sueño.

Y así es como matas un momento con ternura, habló una voz en su cabeza.

—Te traeré café. —Habló sonriendo.

No podía dejar que se durmiera y perdieran ese momento. Ojos de esmeralda ni siquiera le respondió cuando salió del cuarto.

Un paso fuera de la habitación.

Un golpe justo en el estómago.

Un gemido ahogado y su cuerpo subió por el aire y luego cayó de bruces al suelo.

Ahogó un grito y se dobló hacia adelante. Una mano lo tomó por el cuello de su camiseta y lo obligó a pararse. Justin apenas podía respirar.

Y cuando se estabilizó pudo ver unos ojos azules.

Los ojos de Douglas. Que flameaban. Ardían. Y lo miraban con el más puro odio.

—Te atreviste. — la voz de su mejor amigo sonó en un susurro cortante, él hablaba entre dientes —. Te atreviste a tocarla, hijo de puta.

MEMORIES ©Where stories live. Discover now