O19. Ojos de esmeralda.

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No sabía qué era lo más intenso en ese momento; la mano de él posicionada en su cadera de forma tan familiar y posesiva, sus ojos de león observándola intensamente o la cercanía de su rostro, a la distancia de un beso.

Tragó con dificultad. No lo había imaginado, él le había respondido de la forma en que solo su león sabía comunicarse. Era su forma especial para hablar cuando no querían que Douglas los escuchara. No era una mentira, él era su león.

¿Cómo habían acabado en este lugar? ¿Qué tan fuerte era el destino para juntar sus caminos de nuevo? No podía ser una coincidencia, era algo del destino. Y claramente Justin estaba aquí por algo, la había reconocido de inmediato, él quería que ella lo reconociera, pero... había algo distinto en él, un tinte en su mirada... ya no existía esa dulzura cuando la mirada, solo había... intensidad.

—Ojos de esmeralda — su lenta sonrisa, igual a la de un intimidante depredador, le puso los pelos de punta.

Se tensó por completo. Cuando niña él nunca le había sonreído así.

— ¿Qué? ¿Acaso no me recuerdas?

Su corazón palpitó ansioso, los viejos recuerdos se arremolinaron en su cabeza.

Cómo le gustaría no hacerlo.

—Es imposible — murmuró.

Quería creer que era mentira, esta persona con una mirada tan arrogante no podía ser ese dulce león de quince años. Se apartó, no quería que él leyera sus pensamientos, no estaba preparada para demostrarle cuánto había sufrido por él. Habían pasado tanto tiempo y aún recordaba a la perfección cada momento con él, cada dolor y alegría, recordaba hasta el sueño que alguna vez tuvo de él besándola cuando tenía dieciocho años, una pobre fantasía.

— ¿Qué es imposible? — su voz era calmada y confiada. Se giró y lo observó apoyar los codos en el mueble, recostándose, y observándola con esa constante intensidad —. ¿Quién más te diría ojos de esmeralda?

La forma en que lo pronunciaba, casi con burla. Estaba manchando todos sus recuerdos, cada vez que su dulce voz la había llamado con cariño.

—Deja de llamarme así — le habló con rencor, alejándose de él —. Tú no eres mi león.

Se dio la vuelta para retirarse, no podía seguir cerca de él, solos en la cocina y con los sentimientos a flor de piel. Ella lo había querido con toda su alma, quizás todavía lo hacía, pero ahora él era otra persona.

Abrió la puerta, pero una mano salió disparada por el lado de su cabeza y la volvió a cerrar. Él la giró con fuerza y la arrinconó, sus ojos tenían una extraña combinación de miedo y enojo, había un destello de su viejo león en ellos.

— ¿No soy tu león? — le habló entre dientes —. ¿Es que hay otro ahora? — habían celos en su voz.

—Me hiciste daño — murmuró, sintiendo como su corazón se rompía por dentro. Pedazo a pedazo iban cayendo esos viejos sentimientos sobre su cuerpo —. Me hiciste mucho daño, Justin.

Sus facciones se suavizaron y acunó su rostro entre sus manos, eran tersas y tibias. Sintió su olor, una fragancia parecida a la miel combinada con madera y no pudo evitar cerrar los ojos. Era el mismo olor, ¿Cómo no lo había percibido antes?

—Nunca quise hacerte daño, Skylar — era raro escucharlo decir su nombre —. De hecho, quería hacer todo lo contrario. Necesitaba saber que si yo estaba aquí, tu estarías bien allá.

—Dejaste de hablarme — titubeó, sus labios temblaban.

Él observó su boca y un viento helado acarició su espalda. Justin alzó una mano lentamente, aun contemplándola con ese semblante dulce y arrepentido, y con su dedo pulgar delineó su labio inferior. Abrió su boca lentamente, dándole el espacio necesario para tocarla. Él jadeó y se relamió los labios, justo como un león.

—Dejar de hablarte fue lo más doloroso que alguna vez he hecho — hablaba en forma muy baja y grave, una voz gutural.

— ¿Pensaste en mí? — ahora hablaban en susurros y cada vez estaban más cerca, podía sentir su respiración y el pulgar de él todavía acariciaba su labio.

—Pensaba en ti todos los días, soñaba contigo... a veces hablaba contigo en mi cabeza — el corazón comenzó a palpitarle desenfrenadamente y se dejó tocarlo. Acarició su pecho con la palma de las manos, lo sintió respirar profundamente y apoyó la frente sobre la suya —. Skylar...

—También pensaba en ti, todavía lo hago.

—Te has vuelto tan hermosa... mucho más desde la última vez que te vi.

Arrugó su camisa con fuerza y suspiró. Él respiraba con dificultad y parecía estar a punto de explotar. Lo miró con timidez, zambulléndose en sus ojos mieles y se acercó a él, acortando la distancia entre ellos.

Me muero por besarte. Le habló y ella se paralizó.

Puedes hacerlo, si quieres. Le respondió.

Los ojos de Justin flamearon y se acercó a ella con lentitud. Pudo sentir el roce de sus labios en la punta de su boca y creyó estar soñando otra vez.

Y de repente, la puerta en la cual estaba apoyada comenzó a moverse salvajemente.

— ¿Quién cojones está en la cocina? ¡Me muero por un burrito!

Justo ahora tenía que aparecer Ramona. 

MEMORIES ©Where stories live. Discover now