Capítulo 11

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Justine sigue plácidamente dormida, abrazando a su almohada en la posición de medio lado, su rostro tranquilo, su boca emite un suspiro de vez en cuando y respira pacíficamente mientras la observo embelesado por su tranquilidad. Una vez que esté despierta le besaré los labios rosas y le diré que la amo. Será la primera vez que se lo diga sin ningún peso adicional, tampoco un titubeo en mi voz y sin nada que lamentarme. Conoceré cómo se siente amar plenamente y decirlo a cambio de que te entreguen lo mismo.

Ayer preferí sólo abrazarla para sentir su amor. Ya me tenía la cena preparada cuando llegué de la oficina después de haber pasado el día más largo del año, lleno de mierdas, respuestas inconclusas y reclamos. Ella no me preguntó nada de lo que había sucedido con Aeryn, lo vio en mi rostro decaído y se encargó de llenarme la cabeza con ideas nuevas sobre la habitación del bebé que viene en cuatro meses a impactar nuestra vida. Eso me distrajo de cualquier pensamiento que estuviera fuera de mi familia y prometí yo mismo encargarme de la construcción de la habitación más especial de la casa. La pintura rosa lo tengo cubierto, lo que será una nueva aventura es armar una cuna donde cuelgue un móvil, no debe de ser tan difícil siendo que soy bueno reparando. Mañana sábado tengo planeado de ir con Justine a una mueblería de bebés, elegir lo que sea necesario para la comodidad de nuestra hija y comprar todo para que lo entreguen con orden de urgente.

Me hace ilusión conseguir todo eso con mi esposa. Sé que ella está miedosa por el parto, pero sé, también, que en cuanto veamos los ojos lindos de nuestra primera niña se le olvidará el dolor y querrá quedarse embarazada de nuevo. No hemos hablado de cuántos hijos queremos procrear, pero sería perfecto tener tres Wallace corriendo por la casa con tan sólo dos años de diferencia entre ellos.

Soy consciente que todavía nos falta un infierno de cosas por hacer antes de nazca, como, por ejemplo, elegir su nombre, pero lo iremos tomando poco a poco, queremos verla antes de decidirlo. Será horrible si alguna vez se queja del nombre que le pusimos, no quiero que piense que somos los peores padres por ponerle algo que no vaya con su aura o aspecto, por eso no queremos errar y apresurarnos a elegirlo. Tendrá que salir de la nada, como una iluminación que Dios puso en nuestras mentes.

Despego las sabanas del cuerpo de Justine. Su vientre abultado sale a los rayos del sol, justo como planeaba para masajearlo. Mi hija es el feto más tranquilo que se haya conocido en la tierra. Su madre jamás se quejó por las náuseas matutinas o ascos repentinos, de hecho Justine está tan agradecida que desde que está en ese estado pueda dormir plácidamente, antes del embarazo tenía problemas para conciliar el sueño. Ahora es a lo que dedica su vida; sino está cocinándome o planeando una recaudación para su fundación de mujeres maltratadas, está durmiendo.

Cuidando no hace ruido, intento salir de la cama. El susurro de las sabanas de satén deslizándose por mis piernas, hacen que mi esposa se mueva de manera brusca. Me quedo pasmado con un mis dos pies pisando la alfombra a la espera de una nueva acción. Pero ella sólo se mueve buscando un lugar más cómodo. Me conmueve que se frote con mi almohada y sonría al percibir mi aroma. Casi quiero despertarla con un beso que nos deje sin respiración a ambos. Estiro mi brazos y suelto un bostezo antes de digerirme al baño para lavarme la cara y desemperezarme. No hay nada como el agua en el rostro para dispersar tus ideas y enfocarlas.

Mi abuela era una mujer con carácter que su única debilidad era complacerme. Era una loca que te hacía morir de la risa con sus hazañas, no tenía ni un poco de pudor en relatar sus historias, te hacía sonrojar por las cosas subidas de tono que le habían sucedido con sus ex maridos, a veces también me aconsejaba; decía que antes de tomar una decisión, tenía que limpiarme la cara con agua para ver la percepción del mundo desde esa perspectiva, porque te daba nueva vista y te purificaba, y si la decisión no había cambiado, era la correcta. Hace tiempo que no pensaba en mi abuela, pero es conveniente que la traiga más seguido en mis pensamientos si es que quiero que sus consejos me iluminen.

Las morenas preferimos a los rubios.Where stories live. Discover now