Capítulo 17

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—Más vale que consigas lo que te digo —sin decir más cuelgo la llamada antes de que mi receptor tenga oportunidad de replicar y a tiempo cuando el timbre deja de sonar. Dejo mi celular móvil sobre la mesita de centro en mi sala de estar.

El replique de los tacones de la ama de llaves viene desde el pasillo que se conecta a la puerta de entrada. —Aquí se encuentra el señor...

—Déjalo entrar y déjanos solos. Vete a dar una vuelta al parque o lo que sea, no quiero que nadie nos interrumpa —ordeno antes de que diga algo más. Ella asiente y se aleja por donde vino.

No puedo resistir a levantarme del sillón rápidamente y mirar mi reflejo en el espejo ovalado que está el recibidor. Quiero verme perfecta para él y estar más arriba de sus expectativas. Sé que es absurdo dado las circunstancias que atravesamos, pero eso no evita que aparte unas hebras de mi cabello mal acomodado y remoler mis labios para que el brillo que me puse anteriormente se intensifique el color.

Quiero volverme loca de la risa porque aún quiero asegurarme que esté impresionado de mí cuando sé que he hecho todo lo correcto para que piense todo lo peor —y un poco más— de mí.

Mis pulmones hacen la última renovación de oxígeno para cuando escuchó sus pasos cercas y después de tenerse a mis espaldas. Inmediatamente mi rostro se levanta de la vista de mis zapatos y mi espalda se irgue. Literalmente me deja sin respiración cuando nuestros ojos se encuentran a través del espejo.

Sus ojos son más mieles claros y preciosos debido al reflejo del sol a causa de las puertas francesas abiertas por el cual se cuela un rayo de día. Casi caigo gracias a la culpa de mis torpes pies que se volvieron gelatina cuando di la media vuelta para contemplarlo en vivo y no mediante un espejo.

Físicamente ya no es nada del hombre que había visitado en el hospital golpeado y herido casi al borde de la muerte, tampoco es el hombre furioso que me había zangoloteado y pedido explicaciones en mi lugar de trabajo, mucho menos es el hombre al que dejé en un hotel en Las Vegas después de hacer el amor y decirle todas las razones por las cuales creía que yo debería estar con él y no su actual esposa, y ya no quedaba rastro del chico que me suplicó que no le lastimara y que siguiéramos con los planes en marcha de irnos a Boston juntos. Él ya no era nada de lo que había conocido y eso además de enorgullecerme, me dejaba en punto incierto donde no sabía a dónde avanzar y qué piezas mover para conquistarlo.

Cuando vine aquí con el agente inmobiliario y me mostró el lugar por primera vez, fue en el único en el que lo imaginé a él parado en el centro del lugar con una sonrisa mientras yo preparaba el desayuno. E inmediatamente tuve que comprarlo porque supe que esté sería el lugar donde mis sueños se hicieran realidad. Fue bobo basarme en un pensamiento radical en vez de decidir por lo que se ofrecía, pero después de imaginar lo que me esperaba no quería nada más que tenerlo aquí conmigo justo como ahora después de tanto soñarlo,

—Justin —musité sin aliento y avance unos pasos apresurados para lanzarme a sus brazos. Por alguna razón que jamás había experimentado, tenía que abrazarlo y reconfortarme de que estaba bien y a salvo cuando su rítmico corazón sonara a la par de mío. Y eso era algo extraño viniendo de alguien con la que no estaba acostumbrada a dar apapachos repentinos.

Sus pasos fueron hacia atrás. —Anna Molly —asintió a manera de saludo, acortándome y con eso dejando claro que no era bienvenida para refugiarme a su pecho. Ese fue el primer pequeño grano de arena que cayó en el costal, el cual se estaría rellenando con su indiferencia que habías estado ganando.

Ya estaba claro en qué posición nos encontrábamos y desde luego no estábamos retomándolo desde mi visita al hospital donde le dije que lo amaba y lo sentía.

Las morenas preferimos a los rubios.Where stories live. Discover now