Capítulo 19

319 19 45
                                    


—Hemos terminado, Cara mia —anunció felizmente Marco, fotógrafo italiano que había estado trabajando conmigo para la portada de Vogue.

Todos los asistentes de producción aplaudieron mientras yo les ofrecía sólo una sonrisa con la que esperaba cumpliera el labor de hacerme parecer agradecida. Había conocido a colegas modelos que eran demasiado efusivas con la producción y agradecían a todos con grandes discursos alagándolos después de jornadas de días. Pero yo no era nada como ellas. Lo máximo que ofrecía era una sonrisa y gracias a cada uno por separada si se acercaban a mí. El rumor sobre mi frialdad ya se había corrido por todo New York, así que todos en el medio conocían mi carente falta de efusividad. A ninguno se les hacía extraño que no recorriera en la habitación dando abrazos a todos por su gran trabajo a comparación de otras modelos.

Tomé de las manos de mi asistente la bata que me ofrecía, me la puse cubriendo mi cuerpo vestido en sólo ropa interior. Después de tanto tiempo trabajando en el modelaje, para mí ya era una normalidad estar vestida con poca ropa a los ojos de muchos por lo tanto no percibí que aún seguía semidesnuda después de minutos de haber terminado con las fotografías. —Gracias —en cuanto estuve cubierta ella me tendió una botella de agua sin gas. Debido a los años trabajando para mí, ella sabía que apreciaba un buen trago de agua antes de ir a mi camerino y vestirme para salir.

—De nada —sonrió. Carolina, mi asistente, se quedó parada a mí lado esperando que le diera una instrucción. Ella siempre era eficiente y pocas cosas le sacaban de quicio, o mejor dicho, nada la sacaba de quicio. Yo podía estar comportándome como una perra total en mi mejor día y aun así ella estaría sonriendo y diciendo qué se me ofrecía. Era como un cachorrito leal pegado a los pies de su dueño. No sé si la comparación con un cachorrito tenía que ver con que parecía uno. Ella era pequeña —un metro cincuenta cuando mucho—, ojos marrones grandes y redondos muy expresivos cubiertos por una gafas gruesas, cabello castaño siempre atado en una cola de lado floja y boca pequeña, apenas cabiéndole una cuchara de tamaño real. La chica con todo su aspecto la hacía lucir delicada e inútil, un blanco fácil para los abusadores. Era una tristeza que eso fue su principal atractivo para poder contratarla.

— ¿Tienes mi celular? —pregunté bruscamente. Ella asintió. No tuve que decir más cuando ya me lo estaba tendiendo a mis manos.

Como esperaba, sin mensajes, sin llamadas.

Estúpido.

No dejaría que su desapego me devastara.

Le regresé el aparato con brusquedad, ella casi lo dejó caer debido al movimiento inesperado.

—Qué torpe eres, por Dios —le dije cruelmente. Estaba buscando descargar mi ira en alguien palpable ya que el responsable no se había comunicado en dos días.

Al demonio, tenía mejores cosas que hacer y mejores asuntos que atender.

Pero era una mentira.

Justin tenía que hacer algo mejor que una maldita disculpa si quería volverse a meter en mis bragas. Hemos dejado fluir la relación de sexo durante tres semanas ahora y una semana después de ese gran drama de dejarme en mi apartamento después de que le dije que no se fuera, y si no tenía tiempo para ni siquiera mandar un jodido mensaje para avisar que no podría verme, lo estaría mandando al carajo en cuanto se apareciera.

Después de su secuestro que lo dejó días en el hospital pensando que lo perdería para siempre, vivía con cierto temor de que él se volvería a meter en problemas por mi culpa. La preocupación se sentía en la boca de mi estómago y me volvía más malhumorada un poco más a cada hora que no sabía de su paradero.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Oct 07, 2016 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Las morenas preferimos a los rubios.Where stories live. Discover now