CAPÍTULO 8

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Aryana no podía calcular la edad de Berckey, quizás unos treinta y tantos, su rostro intimidaba un poco, y su voz resonaba tosca y ronca, hablaba siempre con un tono autoritario.

-Bienvenida a tu primer día de entrenamiento.

-Gracias. -Respondió ella, sin saber muy bien qué contestar.

-Estuviste literalmente estos 17 años fuera de aquí, por lo cual tus compañeros te llevan notable ventaja. Debes saber que tú entrenamiento será más severo a partir de hoy. No contamos con mucho tiempo, el reloj va en nuestra contra. Agradece a tus padres por eso.

-Ellos sólo trataban de protegerme. -Le contestó la joven molesta.

Los demás se congelaron, nadie nunca le hablaba así a Berckey.

-¿Qué has dicho? No me vuelvas a levantar la voz.

Aryana guardó silencio, lo que menos quería era provocar a Goliat, ése hombre medía cerca de dos metros.

-Ya que te sientes con tanto ímpetu, aprovechemos tu energía.

Se acerca a ella y le tapa los ojos colocando un vendaje.

-Debes desarrollar tu don de premonición, analizar el movimiento de tu contrincante sin verlo, prever sus ataques. Ver el futuro y saber qué planea Meliakán. Aquí no hay favoritismos, todos son iguales y cumplen importantes roles. ¿Está claro?

-Sí señor.

-Ámber, hazte cargo.

Al escuchar el nombre de la rubia, Aryana sabe que nada bueno le esperaba.

La chica de ojos verdes sonríe satisfecha, mantiene su distancia de Aryana y vuelve a ver un objeto en la habitación, éste se eleva y sin preámbulos lo deja ir contra Aryana pegándole a la altura del hombro.

-!Ah¡ -Exclama la joven tocando la parte que recibió el golpe.

-Concéntrate. -Le grita Berckey.

Ámber sigue lanzándole cosas pero Aryana no es capaz de esquivar ninguna.

-¡Basta por favor! -Deja salir cayendo de rodillas.

-Eres parte de los Elegidos. -Le espeta Berckey. -No hay lugar para débiles.

Vuelve a ver a Ámber motivándola a continuar.

Ésta le tira una bola de hierro que ella misma utiliza para practicar la levitación, el objeto va directo a la cabeza de Aryana pero choca contra una pared invisible y cae a unos cuantos metros.

Berckey y el resto vuelven a ver a Abril.

-Suficiente, por favor señor. Es su primer día de entrenamiento, no puede pretender que lo logre de una vez.

El hombre parece acatar las palabras de Abril ya que le indica a Ámber que se detenga.

Chace se inclina junto a ella y le quita el vendaje.

-¿Estás bien?

La joven no puede contestar, las lágrimas amenazan con salir pero no quería que la vieran llorar, no les daría esa satisfacción.

-Yo me haré cargo de ella. -Se escucha una voz femenina.

Aryana visualiza a una mujer con largos cabellos castaños.

-Sigue tú con los otros.

-¿Qué haces Jenna? _Espeta el hombre molesto.

-Me asignaron a Aryana, seré yo su entrenadora.

-Por órdenes de quién.

-Del Concilio, puedes ir a averiguar si lo deseas.

El rostro de Berckey se desfigura, se nota que está enojado pero no responde.

-Ya escucharon, nos vamos.

Berckey se aleja seguido de Ámber y Cane. Abril vuelve a ver a Aryana y le regala una sonrisa de solidaridad, mientras Chace se incorpora y junto con la pelirroja abandonan la sala.

-Perdona a Berckey, es un patán cuando se lo propone.

Con delicadeza le ayuda a levantarse.

-Gracias. -Aryana encuentra en ella serenidad y eso la tranquiliza.

-Todo se trata de concentración. Tu don está ahí, tienes que hacerlo salir. Es sencillo. Eres Alain, la Sanadora, la esposa del rey Aldrish.

Las palabras de Jenna hacen que Aryana se estremezca, se sentía diminuta en ese momento.

-Relájate, cierra los ojos.

La joven obedece.

-Deja tu mente en blanco, enfócate en una habitación vacía. Busca en tu interior.

Aryana trata de concentrarse, se traslada a la Sala de Meditación.

-Deja que la energía fluya a través de ti, está ahí esperando salir.

La joven respira varias veces, inhalando y exhalando, poniendo en práctica sus conocimientos de yoga. Después de unos minutos se siente liviana, sus músculos se relajan por completo. Apenas es capaz de escuchar la voz de la mujer. Un calor le recorre las entrañas, no se da cuenta pero su cuerpo está suspendido en el aire ante los sorprendidos ojos de Jenna.

Una cantidad de imágenes pasan por su mente, recuerdos que no son suyos, visualiza el sueño que ha venido teniendo durante días: la gran batalla, los cinco elegidos enfrentando al ejército de Meliakán, pero no están en Siris, se encuentran en Letvian. Su cuerpo comienza a convulsionar, ve una alfombra de cuerpos cubriendo las calles de la ciudad, una figura que se abalanza contra ella y coloca sus manos alrededor de su cuello, no puede respirar, trata de ver a su atacante pero le es imposible, su vista se nubla, escucha su nombre, una y otra vez, no sabe quién la llama.

-¡Aryana! ¡Aryana! Reacciona.
-Gritaba Jenna desesperada.

Los otros llegan al lugar y miran el espectáculo.

-¿Qué ha ocurrido? -Pregunta Berckey perplejo.

-No lo sé, no puedo bajarla.

Ámber se canaliza en Aryana y haciendo un gran esfuerzo estabiliza el cuerpo de la chica y logra colocarlo sobre el suelo. Éste deja de moverse, está inconciente.

-Llevemosla a su habitación.
-Sugiere Jenna.

-Yo lo haré. -Se ofrece Berckey. -Los demás, regresaré en un momento.

Chace quiere decir algo pero se encuentra con la mirada de Berckey y prefiere no desobedecerlo.

Jenna, y Berckey con Aryana en brazos se alejan del lugar, mientras que los otros los ven desvanecerse al salir por la puerta.

LOS ELEGIDOSحيث تعيش القصص. اكتشف الآن