Capítulo 11

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Francis Dolarhyde había querido reunirse con alguien ese día, pero cuando vio a un joven castaño tirado, desangrándose se pasó de largo. Sólo volteó atrás una vez y pudo contemplar a otro chico rubio como de la misma edad del que había atropellado, el cual estaba intentando buscar ayuda. Después de eso, se fue sin decir nada.

Hannibal sintió algo. Sintió que era él el que se desangraba, y no Will. ¿Acaso era empatía? ¿O era lástima? ¿Qué le sucedía? En ningún momento de su vida había sentido tal quiebre. Y aparte de eso, un sentimiento totalmente nuevo invadió su ser. La culpa. Hannibal sintió culpa.

Las manos de Hannibal estaban sangrando, pero no era su sangre la que estaba ahí. Era la de Will.

La sangre de Will...

Hannibal sólo reaccionó al captar la idea de que Will podía morirse en cualquier momento. Sólo reaccionó con la idea de que si no hacía algo podía perderlo. Con las manos llenas de sangre ajena, sacó el teléfono móvil y el primer número que se le vino a la cabeza fue el del 911.

La camilla se movía muy rápido y metió al castaño en el trasporte de ambulancias. Hannibal le seguía con la mirada, ignorando el ruidoso sonido de la sirena que destellaba luces rojas escandalosamente. Sólo estaba ahí parado, con una mirada totalmente indecifrable.
Pensaba en qué habría pasado si hubiera sido más rápido, en qué habría pasado si el auto le embestía a él y no a Will, pensaba en qué habría pasado si nunca hubiera tenido la idea de las terapias, en si hubiera sido mejor no haber conocido a Will.

No. Eso no debía pensarlo. Por alguna razón, su cerebro rechazó completamente la última idea. Quizá fue porque es demasiado egoísta y aunque Will hubiera tenido un accidende, de todas maneras no iba a dejar de conocerlo. Acababa de darse cuenta que apenas habían tenido unas terapias de verdad, siempre hubo un obstáculo que no les permitía avanzar. Siempre el primer objetivo de Hannibal había sido las terapias, y eso fue lo que menos hizo.
Pero eso le valía ahora. Will estaba muy mal, y eso ponía muy mal a Hannibal, cosa que nunca había pasado en su vida. Ese es el punto. Hannibal quería saber algo concreto, y mejor sería empezar por el estado de Will.

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Todo estaba oscuro, sólo se podía sentir un aire en el que apenas se podía recoger oxígeno y los pies de Will que estaban en un piso. Ni siquiera teniendo vista de murciélago se podría ver lo que había en ese lugar. Tanteando un poco, Will caminó esperando encontrar algo más que oscuridad.

Los pies ya le estaban rogando que parara cuando el chico al fin se dio cuenta que no tenía caso. Estaba solo, no había nadie quien le ayude, no había nadie quien le dé una mano. Un animal grande y majestuoso se pudo percibir, siendo el único objeto que podía distinguirse en el oscuro total. Will intentó seguirlo, pero eso sólo le condujo a una situación extraña. Al fin podía verse a sí mismo, pero lo que vio en sus manos eran unas pulseras bastante simples, y sus manos eran más delicadas, aunque con bastantes ampollas, como cuando alguien hace mucho trabajo. Sus piernas estaban casi descubiertas, sólo tenía un vestido remendado y unos tacones bajos. Se tocó el rostro. Su forma de la cara era diferente, era más delgada y escuálida, pero su cabello había crecido bastante. Una luz iluminó cierto cuadrado y dejó ver una sala de estar muy amplia y llena de cosas costosas. De pronto se halló en uno de los sofás con las manos tapando su rostro. En su mente, algo le dijo que tenía que llorar, y así lo hizo. Rompió en un llanto fingido y, cuando sacó al fin la mirada, vio un hombre con uniforme de policía, intentando calmarlo.

-Señora, mi más sentido pésame por lo de su esposo, pero necesito que colabore con la investigación sobre el asesinato de su marido- Will se había dado cuenta que se había convertido en una mujer. Era una mujer que perdió a su esposo porque lo habían asesinado. Pero la casa era amplia, tenía cosas costosas y al parecer su esposo era muy rico. Pero, ¿por qué ella llevaba cosas tan simples? ¿Habían quebrado? El cuerpo del hombre que debía ser su esposo estaba a un lado, tapado con mantas, pero eso no dejaba de hacer ver la gran barriga que se hacía notar sobre todas las cosas. Si el esposo estaba gordo, eso significaba que había estado comiendo bastante bien. Pero, ¿y ella? Will siente una gran ola de... furia al hacerse esa pregunta: ¿Y ella? Sintió tanto desprecio por ese cuerpo inerte, que hasta deseó haberlo matado él mismo.

My therapist -(Hannigram)-Where stories live. Discover now