Capítulo 21

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Wingston le lamisqueó la cara. Will, aún somnoliento, acarició al animal para después verlo bajarse de la cama e ir con sus demás compañeros. Empezó a recordar los sucesos de ayer, confundiendo si en realidad fueron sucesos o fue una simple broma que le había jugado su mente, un sueño. No, una pesadilla. Pero lastimosamente cayó en razón de que no pudo ser una pesadilla, porque esa noche tuvo otra diferente y no pudo haber soñado dos veces. Entonces fue real.

Por primera vez Will, a pesar de tener pesadillas, deseó no haberse despertado. Se dio cuenta que, por más imaginación o empatía que uno tenga, la realidad era aún más despiadada que la fantasía. Y lo peor era que quien se lo había demostrado era Hannibal.

Siquiera pensar su nombre dolía.

Will sólo quería quedarse ahí, en cama, sin hacer nada. ¿Por qué seguir? ¿Qué era lo que le impulsaba a seguir adelante? Tenía miedo. Miedo de admitir que en estos días la causa que le había llevado a abrir los ojos era Hannibal. Era algo que sabía, pero a veces tener demasiada conciencia es peligroso. Otra cosa que era peligrosa era el hecho de que Will no pudiera mover un solo músculo, con las extremidades clavadas en la cama, y ver como el agua que provenía del baño empezaba a expandirse hacia la habitación, para empezar a subir centímetro a centímetro hasta causar escalofríos en su cuerpo. Literalmente el oxígeno se iba acabando, ni siquiera había aire para gritar, y, a pesar de eso, Will gritó. Gritó con todas sus fuerzas, pero era inútil, nadie lo escuchaba, ni siquiera podía escucharse a sí mismo. Era simplemente desesperante. Un grito al vacío, sin nadie que estuviera allí. Nadie.

Will despertó de esa fantasía. Empezó a moverse y comprobar que en verdad no se había ahogado, y que aunque su respiración era anormalmente agitada, seguía vivo. Descubrió que eso era mucho peor.

Pero su garganta estaba desgarrada.

*************

Afortunadamente domingo. Bastante temprano en la mañana, con maletas en mano y frente a una gran puerta, perteneciente a la casa en donde debería de vivir su futuro esposo. Gracias a ese arreglo entre familias, su situación económica podría mejorar con creces, y eso era algo que Clarice no estaba dispuesta a estropear. Tampoco dejaría que nadie lo estropeara. Antes de entrar, tocó la madera, pero nadie respondía. Intentó otra vez.

Nada.

-¿Disculpa?- dijo en voz alta, para que se pueda oír hasta dentro. Escuchó pasos. La puerta se abrió poco menos de la mitad, dejando ver una alta y esbelta figura con traje, pero en el rostro se podía ver una tremenda preocupación y hasta algo de desinterés. Sólo había visto a Hannibal un par de veces, cuando eran niños, pero no ahora que habían pasado tantos años.

-¿Clarice?- dijo al fin.

-He estado preocupada, no fuiste a recogerme al aeropuerto, había supuesto que irías.

-Nadie me mencionó nada de un aeropuerto- la puerta seguía sin moverse.

-¿No me invitarás a pasar?-. Ante esto, Hannibal extendió la madera y ayudó a pasar algunas maletas. Su cabeza estaba en otro lado, desde ayer que no sabía nada de Will, el cual escapó súbitamente, en un momento tan importante. Había intentado llamarle varias veces, pero no hubo respuesta. Incluso planeó en ir a su casa y seguirle, pero pensó que si no contestaba sus llamadas era por algo. Seguramente quería estar solo. Hannibal estaba dispuesto a darle su espacio, esta vez. Había olvidado completamente a Clarice, con la cual supuestamente se iba a casar, pero no había intención alguna de ello. No iba a declararle su amor a alguien que no amara. Eso sólo se lo podía permitir con Will. Mientras tanto, no quedaba más que esperar a que pasen unas horas entreteniendo a Clarice hasta que llegue la tarde, tiempo en el que Hannibal planeaba ir a por Will.

My therapist -(Hannigram)-Where stories live. Discover now