Capítulo 13.

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*Narra Ro*

Después del primer golpe llegó un segundo, y un tercero, y otro más, así hasta que caí rendida en la cama, abatida por el dolor que aún conservaba en mi interior.

Estaba temblando, y eso obviamente no era del frío, si no del miedo tan atroz que sentía, el miedo que me producía el simple pensamiento de perderla.

También estaba muy enfadada. Había estado jugando conmigo todo ese tiempo. Había hecho lo que había querido conmigo. Y yo no me había dado ni cuenta.

R: No me puedo creer todo lo que ha hecho. No me puedo creer que me haya estado creyendo todas sus mentiras una tras otra.

S: Pues ya ves...

R: Bueno, al menos ahora sé cómo es.

S: ¿Quieres que te llame?

R: Vale.

Minutos más tarde escuché su voz por el aparato. La echaba de menos, para qué mentir... Quizás aún no había superado del todo nuestra ruptura. O quizás necesitaba desahogarme. No sé, el caso es que accedí a hablar con ella.

—Hola, Ro.

—Hola, Sai.

—Qué fuerte todo esto... —«¿Qué coño sabes tú? ¡Tú no la amabas!»—. No sabía que iba a llegar hasta ese punto de controlarte. ¡Ni que fueras su novia! Eres su amiga —ella sabía bien que eso no era así. Ella sabía bien que, al menos, era mi hermana.

—Pues sí. No me lo esperaba... Mañana leeré todo lo que me haya dicho. Me habrá puesto verde seguro...

—Seguro que sí. Yo la he desbloqueado en WhatsApp para poder mandarle capturas de lo que has dicho. ¡No se creía que tú habías dicho todo eso! Querrá seguir jugando contigo un poco más.

—Lo peor es que mañana paso por Alicante. Me va a doler mucho...

—Bueno, no pasa nada, ella se lo ha buscado —su voz sonaba pesada. Estaba claro que Alba no era santo de su devoción.

—Aún me cuesta creérmelo. Me ha apoyado tanto... Siempre, siempre ha estado ahí para mí. Cuando me dejaste se quedó conmigo hasta bien tarde. Me sacó muchas sonrisas... —supuse que eso pondría celosa a Sai, pero no podía hacer nada para evitarlo. Amaba a Alba y lo seguía haciendo aunque tuviese el corazón roto en millones de piezas irreparables.

—Pues créetelo. Ha hecho eso —sentenció borde. Después finalizó la llamada y escuché el típico molesto pitido tras la línea.

Suspiré, dejando correr de nuevo las lágrimas por mis mejillas, las cuales quedaban ahora mojadas y brillantes.

Yo iba a pedirle que fuese mi novia el veinticinco de agosto, y era veintiocho de julio. En menos de un mes habría cometido el mayor error de mi vida. Debía taaanto a Sai por hacer que me diese cuenta de lo que estaba pasando...

...O eso creía yo.

Al final, viendo las estrellas desde la ventana de mi habitación conseguí dormirme. No fue mucho tiempo, de hecho, dudo que llegase a las dos horas, pero aún así había dormido algo. Necesitaba fuerzas para el siguiente día: tenía que pasar por el lugar donde Alba residía. Ese al que tanto había deseado ir y al que en aquel momento tan poco quería siquiera acercarme.

No sé qué soñé, supongo que no me dio tiempo.

Me levanté tras la llamada de mi madre y me froté los ojos, adoloridos como pocas veces antes los había sentido. Sabía que no era sueño. Era el dolor más profundo.

—Rocío venga. Date prisa. ¿Cómo te lo tengo que decir? —cubrí mi cabeza con las manos. Noté que se había sentado en mi cama al darme cuenta del desnivel del colchón.

—Mamá déjame —dije reuniendo todas mis fuerzas para aparentar estar bien.

—Vale. Tienes cinco minutos más para dormir... En tres minutos te quiero abajo vestida —arqueé una ceja, pero hice lo que me pidió.

En poco tiempo ya estaba lista y subida en el coche, con el móvil entre las manos, indecisa entre encenderlo o tirarlo y no verlo nunca más.

Pero me decidí por la primera y ésta vez sí comencé a recibir los mensajes de Alba.

A: ¿Te has enfadado de verdad?

A: Seguro que se lo ha inventado todo.

A: ¿Qué te ha dicho?

A: Ahora sí, ya he borrado todas las capturas —no sé por qué pero esa me dolió más de lo normal.

O quizás no me dolió, sino que me enfadó. Me enfadó más de lo que yo podía admitir. No fue esa afirmación. Fue todo el dolor de aquella noche. Fue saber que ella no me amaba, que yo para ella no era más que el arma para joder a Sai.

R: No creas que no quise contestar. Sólo no tenía WiFi.

Leí el típico cartel blanco de letras negras en mayúsculas, en el cual ponía 'Alicante'...

...Y el mundo se derrumbó delante de mí. Las ganas de llorar eran inmensas, tanto que las lágrimas ni siquiera salían.

R: Sai, por favor, ayúdame... Voy en el coche con mis padres y no quiero llorar delante de ellos. No quiero que se preocupen —tecleé dejando salir mis sentimientos al exterior. Dejándole saber cómo me sentía.

S: No merece la pena llorar por la cabrona esa.  —Sentenció ahí la frase y yo supe que no me diría nada más, que en esos momentos sólo Sonia me apoyaría. El problema era que yo no estaba dispuesta a dejarme ayudar por alguien a quien debía tanto.

Me coloqué mis gafas de sol con cuidado y dejé que los ríos erosivos que tenían como punto de partida mis ojos siguieran su cauce, arañándome en lo más profundo de mi ser.

Wattpad (Albocío)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora