06-UN PASATIEMPO (2)

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VIENDO LA REALIDAD
***


Tenía la vista fija en la pared cuando escuché unos leves golpes en la puerta de mi habitación.

—Luce, abre, por favor —rogó Levi con voz triste.

Estaba ovillada en la cama abrazada a mi almohada y no pensaba moverme a menos que la casa estuviera en llamas, así que lo ignoré e hice de tripas corazón. No quería verlo en ese momento. De hecho no quería verlo ese día ni al siguiente ni el día después de ese. No quería volver a verlo, así de fácil, y mucho menos hablar con él. En ese instante yo trataba de ser fuerte y sabía que si veía sus ojos arrepentidos mi fuerza y mi resolución flaquearían. Lev me hacía débil y era consciente de ello. Sentía que a veces incluso sacaba provecho de ser mi punto endeble. Él nunca había sido cruel conmigo, pero en ocasiones, esa manera tan directa que tenía de decir las cosas me hería.

Era cierto que me jugaba bromas un poco pesadas a veces, pero era un chico después de todo, y yo también jugaba pesado con él al devolverle las bromas, no lo iba a negar, sin embargo esto... Esto no había sido una broma. Había sido todo demasiado real, demasiado... sincero, y era eso lo que me dolía: su concepto de mí.

Otro golpe un poco más fuerte sonó contra la madera y yo suspiré cansada. Levi podía ser insistente si quería y parecía que en ese momento se esforzaba por serlo. No me importaba en verdad —no quería que me importara— y no pensaba hacerle caso.

—Ette, por favor, abre. Lo siento, yo... Maldición, abre. Quiero hablar contigo —murmuró. Sus palabras eran apenas un susurro, pero toda la casa estaba en silencio, por lo que no me pasaban desapercibidas. Podía escucharlas con claridad y sentir su frustración igual. Estaba sufriendo por mi silencio, no obstante hoy iba yo primero.

—Vete, Lev. No quiero hablar contigo —mascullé. Enterré mi nariz en la almohada y aspiré mi propio aroma.

—Dios, Luce. Perdóname, no quería lastimarte —se quejó él. La pesadumbre era evidente en sus palabras y la manera en que las decía, pero no quería notarla. Hacerlo significaba ilusionarme y ya estaba harta de sentir esperanza para que después se desplomase como un castillo de naipes en pleno vendaval.

Hice una mueca de dolor. Mi resolución se aflojaba cuanto más lo oía hablar. Sabía que no había sido su intención, pero aun así logró dañarme mucho. Él tenía ese poder; me podía herir o curar con un solo par de palabras. Era una lástima que no supiera usarlas de la manera correcta.

No contesté, me quedé en silencio. Cerré los ojos y traté de dormir un poco. Tal vez después de una siesta todo se aclararía dentro de mí y yo por fin dejaría de ser tan fácil de lastimar.

***

No sé cuánto tiempo pasó hasta que desperté, pero el lugar se veía a oscuras e imaginé que la noche ya debía haber caído.

Dios, ya de noche. Había obtenido unas cuantas horas de sueño, lo que era muy bueno, pero lo mejor era que no había tenido que llorar hasta el cansancio para poder conciliarlas. Antes, cuando vivía con mi madre, había sido muy común. Ella podía ser muy cruel con las palabras y no se daba cuenta del daño que me causaba sin querer. Nunca se lo dije tampoco.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y me di cuenta de que había bajado la temperatura en mi habitación. Me estiré sobre las mantas para alcanzar el cobertor y volver a dormir, cuando un movimiento frente a mí me asustó por completo.

—¡Mierda! —exclamé al tiempo que saltaba y caía del colchón.

Una sombra se hallaba a los pies de mi cama y, dado que mi habitación estaba en penumbras, no podía diferenciar quién era, no obstante tenía la sensación de que era Levi. Él tenía las llaves de todas las puertas del lugar y no dudaba de que hubiera usado la mía para invadir mi privacidad.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now