19- CULPAS ENCADENADAS

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CULPAS ENCADENADAS
***


Al llegar a casa me encontré con todas las luces apagadas. Era demasiado temprano todavía como para que Levi hubiera llegado del trabajo, debería haberlo sabido, pero en ese momento me sentía desanimada y no deseaba estar sola. Esa fue la razón por la que tomé el teléfono y marqué el número de Vick sin pensarlo dos veces.

Pizza Planeta, ¿en qué puedo ayudarle?

—¿Estás ocupada?

Hice una mueca al darme cuenta de lo grosera que había sonado, pero la risa de Vick me alivió. A veces mis modales salían volando por la ventana, sin embargo mi amiga estaba acostumbrada a ello, por lo que no se inmutó ni lo tomó personal. De igual manera susurré una disculpa. Ella no tenía por qué pagar mi mal humor.

—Eh... no. Estoy disponible, ¿quieres venir o voy yo?

Sonreí aliviada al escucharla. Vick me conocía y sabía, con solo oír la urgencia en mi voz, que quería —más bien necesitaba— hablar con ella. Escuché algunos papeles removiéndose al otro lado de la línea, por lo que imaginé que estaría revisando algún nuevo escrito. Vick siempre tenía trabajo y aun así estaba dispuesta a dejar el trabajo de lado por un momento, solo para dedicarme algo de tiempo. Vick amaba ser editora, pero para ella los amigos siempre iban en primer lugar.

—Voy yo —me apresuré a decir.

—Trae pizza.

—¿Pepperoni?

—Doble queso.

—Bien. Llego en media hora.

Una vez que colgué la llamada y me acomodé la bandolera sobre el hombro, salí de casa. Llegué a una de esas pizzerías donde siempre tenían algunas listas, por lo que no perdí mucho tiempo y veinte minutos más tarde ya estaba frente a la puerta de mi amiga.

—¿Y? —preguntó al abrir. Se hizo a un lado para que yo pudiera pasar y entonces me siguió—. Parecías necesitada de compañía. ¿Qué te molesta? ¿Qué hizo Madsen esta vez?

Entramos a la sala de estar y nos sentamos en el sillón frente a una mesilla, donde colocamos la pizza. Cuando cada una tomó un pedazo, sentí sus ojos fijos en mí a la espera de mi triste historia, me encogí de hombros y no hablé hasta que terminé mi porción.

—Nada. No hizo nada ni pasó nada. Solo me siento algo decaída, ¿sabes? Me siento triste y no sé por qué. —Vick chasqueó la lengua antes de acercarse para rodearme con un brazo. Cuando se fijó en mi rostro, sus cejas se elevaron para después caer y dar paso a unos ojos entrecerrados.

—Tienes puesto brillo —me acusó. Apuntó con un dedo a mis labios y yo relamí como acto reflejo, intentado sacar la mayor parte del color.

Para Vick aquello era un hecho que necesitaba ser recalcado. El maquillaje y yo no éramos muy amigos, eran raras las ocasiones en las que sentía la necesidad de usarlo. No era que lo odiara o evitara por completo, solo que no sabía cómo aplicarlo y la mitad de las veces terminaba luciendo más como El Guasón. Prefería estar al natural y ahorrarme vergüenzas.

Me quité los zapatos y recogí mis pies bajo los muslos para estar más cómoda antes de tomar otro trozo de pizza.

—Salí con Colin esta tarde. Llegué y al ver que Levi no estaba te llamé.

—¿Cómo está llevando Levi el hecho de que por fin estés saliendo con alguien?

Una sonrisa burlona curvó su boca.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now