09-INSPIRACIÓN

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LA LLAMADA
***


Llegué a casa exhausta y al mismo tiempo feliz. Haber jugado después de tanto tiempo me hizo ver que no me mantenía en la misma forma de antes —en más de una ocasión creí que caería desmayada—, pero también me ayudó a despejar la mente. Levi y mi madre no habían acudido a mi cabeza en todo el tiempo que corría y botaba el balón, mientras me enfocaba en esquivar al equipo contrario en un intento por encestar. Ellos eran lo último en lo que quería pensar cuando anotaba y mi equipo me felicitaba.

No podía borrar la sonrisa que se me dibujaba de manera automática en los labios. Había pasado tanto tiempo desde que me sentí tan... libre, desde que lo más importante para mí fuera yo misma. Siempre era agradar a mi madre, que me fuera bien en la escuela para no decepcionarla —ni a mis maestros—, gustarle a Levi, hacer que me notara, que me quisiera como yo a él... Siempre era todo acerca de los demás y me gustaba que un par de horas hubieran sido solo para mí. Quería continuar con eso y dedicarme un poco más de tiempo a mí y solo a mí, ya fuera entrenando o haciendo otra cosa que me hiciera sentir bien.

Me dejé caer sobre el sofá sin poder ir más allá y encendí el televisor. Tenía pensado ver la película que había dejado pausada más temprano, hacer algo de cenar y luego darme una ducha antes de dormir. ¿Era normal sentirse exhausta y al mismo tiempo con energías? Mi cuerpo exigía descanso, pero mi cabeza me decía que podía hacer todo en ese momento; que si quería volar, podía llegar a hacerlo.

Decidí dejar la película para otro día y mejor fui por mi portátil; una idea ya se me había formado en la cabeza. La encendí, abrí un documento nuevo y dejé mis dedos suspendidos sobre el teclado. Quería escribir, pero no sabía por dónde comenzar. Tenía la idea en mente, pero las palabras indicadas no llegaban.

De repente, recordé lo que mi madre había dicho la última vez que fui a visitarla y le comenté sobre mi proyecto de escritura. Los puños se me cerraron de forma automática al volver a sentir el dolor que provocaron en mí sus palabras.

«Eso no te sirve para nada, Lucette. Deja eso y haz algo productivo. No estés inventando cursilerías.»

Suspiré y froté los puños cerrados sobre mis ojos.

«Eres muy cuadrada. No creo que la creatividad sea una de tus cualidades.»

Dejé caer las manos sobre mi regazo y fijé la mirada en el techo. Quería armarme de valor para comenzar a escribir y lograr mi propósito, para demostrarles a todos que se equivocaban acerca de mí. No era aburrida ni cuadrada ni una buena para nada. Era una chica normal, con una gran imaginación, con sueños y metas, con ilusiones. Era una mujer que podía lograr lo que se propusiera en la vida.

Volví a posar la mirada en el teclado frente a mí y tomé una profunda respiración. Presioné una tecla, luego otra y otra hasta que formé una oración completa. La admiré como si fuera un gran avance y sonreí satisfecha. Seguí tecleando, escribí como si mis dedos hubieran cobrado vida propia. Las ideas salían de mi cabeza a borbotones, como lava de un volcán en erupción. Escribí párrafos completos en pocos minutos, pasó una hora, luego otra y cuando menos lo pensé ya tenía quince hojas escritas.

Parpadeé sin poder creerlo. Volví al inicio del documento y comencé a leer. Me gustaba cómo se desarrollaba mi historia de fantasía y romance. ¿Era posible enamorarse de una idea? Porque lo estaba totalmente de la mía. Me recargué en el reposabrazos del sofá y suspiré antes de cerrar los ojos. Empecé a pensar en más escenas para escribir, pero sin darme cuenta caí dormida y comencé a soñar en mundos perfectos.

Abrí un ojo cuando sentí que me elevaba en el aire.

—Hola, enana —saludó Levi antes de abrazarme contra su pecho. Me acunaba con seguridad y delicadeza, por lo que no pude evitar sentirme a gusto. Mis brazos fueron a rodear su cuello automáticamente cuando comenzó a caminar—. Te quedaste dormida en el sillón otra vez —señaló.

Siempre has sido tú ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now