Canadá - Camila

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___ POV

Comencé a recoger mis cosas. Intenté por todos los medios reconquistarla, pero ella nunca quiso ver que yo era la que siempre estaría para ella... hasta ahora. Se acabó. ¿Lo peor? Conocía a cada una de las chicas con las que me engañó. Las llevó a la cama y no a cualquier cama... ¡a nuestro cuarto de invitados!

Cada vez que me mandaba un mensaje y me decía "Trabajaré hasta tarde. xo" significaba que llegaría a las 10 pm, borracha y con una chica, a la casa.

Terminé de recoger mis cosas. Tenía planeado irme antes de que ella llegase. 9:30 pm. Verifiqué que no se me olvidase nada. Salí de nuestra habitación. Recogí una botella de agua e hice unos sándwiches para el camino. Guardé todo en una mochila y salí por la puerta principal. Me voltee y di un último vistazo a mi hogar antes de comenzar a caminar por la acera. Llevaba mi maleta y mi mochila. No tenía a dónde ir, pero de alguna manera saldría adelante.

—¿Te cansaste de la vida que Mila te daba? —preguntó Matthew Cooper, nuestro vecino.

Dejé de caminar y voltee a verlo.

—No lo soporto más, Matt —contesté—. Lleva 2 meses así. Todas las veces la perdoné. Y justo hace una hora me mandó su particular "trabajaré hasta tarde"... tú sabes qué quiere decir eso.

—Espero encuentres la felicidad. Nunca te olvides de mí —contestó.

—A veces quisiera solo movernos de ciudad. Juntas. A lo mejor un cambio de aire le haga bien —confesé.

—Tranquila. Si ella todavía quiere algo contigo, irá tras de ti —dijo—. ¿La perdonarías?

—Soy una tonta, pero lo haría —solté—. Ahora no depende de mí. Si ella quiere estar de nuevo conmigo, tiene que buscarme. Ahí me daré cuenta qué tanto le importo... o si realmente le importé alguna vez.

Sentía las lágrimas cayendo.

—Te quiero _____ —dijo. Me abrazó—. Cuídate mucho. Si necesita algo, aquí estaré. Si te arrepientes de irte, puedes esconderte en mi casa. De todas formas, me encanta tu compañía.

—Bobo —dije riendo—. Tengo que irme ya o me arrepentiré. Por cierto... tú no me hablaste. Quizá me viste, pero no conversamos —levanté una ceja.

Él rió.

—De acuerdo. Hasta pronto —contestó.

Nos dimos otro abrazo demasiado largo. Nos separamos; asentí y me fui alejando.

—¡Espera! —gritó.

Corrió y me agarró de la muñeca. Dejó algo en mi mano. ¿Billetes? ¡Un enorme fajo de billetes!

—Llévatelo. Lo necesitarás más que yo —dijo sonriendo.

Sin poder decirle nada, lo abracé y lo besé. No encontré otra manera de agradecerle. Él es gay, así que no me preocupé por su reacción.

—Besas increíble —dijo riendo—. Solo pensé que debías saberlo.—me guiñó un ojo.

Reí y ahora sí me alejé.

Caminé hasta que llegué a la central de autobuses. Compré un boleto a Canadá. Siempre me gustó el clima de allá.

Revisé la hora y eran las 11:00pm. Para este entonces Camila ya debería estar en casa... ya sea sola o con otra chica, pero estoy segura de que tenía compañía.

Anunciaron mi autobús y decidí que era ahora o nunca. Yo amaba demasiado a Camila, pero tenía que ver también por mí.

Subí y emprendí el camino hacia una nueva vida fuera de cosas dañinas.
——

Camila POV

Le tenía una sorpresa preparada a mi chica. Durante los últimos meses he estado comportándome como una perra total. La he engañado. He llevado a chica tras chica a nuestra casa. Asombrosa falta de respeto, pero simplemente no sé por qué lo hacía.

Le mandé un pequeño mensaje diciéndole que trabajaría hasta tarde. Ella definitivamente no va a esperarse que yo llegue con rosas y comida brasileña (su favorita). Usualmente cuando le decía que laboraría hasta altas horas, es porque la engañaba. Hoy no. Hoy me puse a pensar todo lo que le he hecho pasar y me he dado cuenta que realmente he sido una maldita perra con ella.

Así que aquí estaba yo, estacionando mi carro en la cochera de mi casa. Todas las luces estaban apagadas. Eso no era buena señal. _____ siempre salía a prender la luz del porche cuando comenzaba a oscurecer. Me obligué a tranquilizarme. Quizá ella solo se quedó dormida, pensé.

Bajé rápidamente de mi coche y toqué la puerta principal... nada. Agarré la llave que tenemos de emergencia y la introduje en la cerradura. Busqué por toda la casa y mi sorpresa fue que ni sus cosas estaban. Salí corriendo hacia el coche a ver si podía ir a buscarla. No sabía ni por dónde empezar.

—Yo si fuera tú, no me molestaría en buscarla —dijo una voz atrás de mí.

—¿A dónde fue? —pregunté con lágrimas en los ojos.

—No lo sé —contestó Matt, nuestro vecino—. Si te sirve de consuelo, la vi salir llorando... le dolió irse. Tenía su mochila y una pequeña maleta. Se fue caminando.

—¿Tú a dónde irías? —pregunté.

—A un lugar donde me guste todo: el clima, la gente... me iría de esta ciudad —contestó él—. ¿Su lugar soñado?

Y entonces ahí me golpeó todo: Canadá.

—Gracias Matthew —dije abrazándolo fuerte.

—Ve tras tu chica —contestó—, pero por el amor de Dios: no vuelvas a hacerle lo mismo. No fue bonito verla llorar mientras tú te divertías teniendo sexo.

Más culpa encima.

—Cuídate —dije simplemente.

Subí a mi auto y me dirigí al aeropuerto. Llevaba la tarjeta de crédito. No me preocupa la ropa.

Si ella se había ido caminando, probablemente iría en autobús. Yo esperaba llegar antes que ella.

Llegué al aeropuerto, compré mi boleto y para mi muy buena suerte salía dentro de 2 horas... lo cual era malo. Estábamos a 3 horas de Canadá.

El tiempo se me pasó demasiado rápido. Se preguntarán, ¿qué pasó después? Llegué a Canadá y la busqué 3 meses por todos lados... nunca la encontré.

La perdí para siempre.

———

¿Segunda parte?

Los quiero.

Imaginas & One-shots de Fifth HarmonyWhere stories live. Discover now