Ally POV
Llevamos juntas exactamente dos años, seis meses y tres días. Nuestra relación es estable: no hay peleas tontas ni celos enfermos; solo somos ella y yo. Es perfecto; bueno... casi.
¿Y por qué? Ally Brooke Hernández, es decir, yo, es una completa cobarde. Sí, ya están preguntándose por qué. La verdad es que no he tenido el valor de decirle a _____ que la amo.
Mis acciones totalmente transmiten todo lo que siento por ella, y no le cabe la menor duda. Pero sé que significaría mucho para ella si yo le dijera cuánto la amo. Mi problema es que tengo miedo a que se arruine todo. He tenido experiencias pasadas donde se ha ido todo completamente a la basura solo por haber dicho "te amo" tan pronto... o tal vez no tan pronto, pero definitivamente no en el momento preciso.
Sé que quiero decirle que la amo. Solo no sé cuándo es ese momento que será especial y perfecto.
—¿Ally? —preguntó Dinah.
—¿Hmmm?
—¿Estás bien? —preguntó la Polinesia.
—Supongo.
—¿Supones? —preguntó Dinah viéndome extrañada.
Suspiré.
—Es... complicado —dije viéndola.
Miró su celular y después a mí.
—Tenemos tiempo para lo "complicado" —dijo sonriendo.
Tal vez teníamos tiempo, pero no el suficiente. Nunca es suficiente cuando hablas de amor. Esta vez me tocó compartir habitación con Dinah e increíblemente tenemos día libre y decidimos no hacer nada. Mejor dicho: decidí no hacer nada y Dinah decidió hacer nada conmigo.
Nos quedamos unos minutos en silencio. Dinah no me presionaba para que le dijera lo que pasaba por mi mente y eso lo agradezco bastante.
—Siento que es momento de decirle a _____ que la amo —dije finalmente.
Su boca cayó abierta.
—De todas las cosas que pensé que me dirías, esa era la que menos creí posible —confesó la Polinesia.
—Necesito ayuda.
—Sabes que a _____ no le importa si se lo dices o no —comentó Dinah—. Ella lo sabe por todo lo que haces por ella.
—Sería lindo decírselo, supongo —dije encogiéndome de hombros.
—No lo pienses, Ally... solo díselo. Te aseguro que ella apreciará más que sea espontáneo a que planees algo para decírselo —dijo Dinah.
—Debería primero verla. Me gustaría hacerlo de frente.
—Deberías.
—¿Ahora?
—Estamos en su ciudad, ¿por qué no?
—¿Debería pedirle que venga?
—No. Mejor ve. Será algo más íntimo.
Asentí. Me paré y tomé una ducha rápida. Después de estar lista, me di un último vistazo en el espejo.
—Estás perfecta —dijo Dinah.
—Te lo agradezco, Dinah —dije sonriéndole.
—Ve y confiesa tu amor —dijo ella guiñándome un ojo.
Salí de la habitación un poco nerviosa. Me dirigí a casa de _____. Esperaba que sus padres no estuvieran en casa, ya que no me gusta incomodar. En el elevador, saqué mi teléfono y le mandé un mensaje rápido preguntándole si estaba en casa. Su respuesta fue positiva, así que me apresuré a llegar.
Por alguna razón su ciudad era demasiado tranquila, así que no había fans pidiendo fotos ni autógrafos. Pude caminar tranquilamente hasta casa de _____. Me tomó veinte minutos llegar hasta allí, pero quería caminar.
Después de tirar un pulmón y medio en el camino, llegué a su puerta y toqué el timbre.
«Solo déjalo fluir», me repetía constantemente. Ella abrió la puerta. Me miró.
—¿Allyson, estás bien? —preguntó mi novia.
—Sí, perdona —dije apenada.
Sonrió.
—Ven aquí —dijo _____ abriendo sus brazos.
Me envolvió en un abrazo. De esos abrazos que solo ella sabe dar. De esos abrazos que dicen que todo estará bien. Comenzó a acariciar mi espalda hacia arriba y hacia abajo. Como ella es más alta, siempre al abrazarla puedo oír los latidos de su corazón. Eso me tranquiliza. Sonreí. Me siento segura. Me siento a salvo.
—Te amo —dije bajito contra su pecho.
Dejó de acariciarme. Me separó de ella y me miró a los ojos.
—¿Qué dijiste? —preguntó sonriendo ligeramente.
—Que te amo —dije más fuerte.
Sonrió aún más; de esas sonrisas que te llegan hasta el alma, que llegan a tus ojos. De esas sonrisas más reales y sinceras.
—Yo también te amo —dijo feliz.
Se inclinó y dejó un beso en mi frente. Podría quedarme así toda una eternidad.
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