Algunas Cosas Nunca Cambian - 5H

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Ustedes escogen con qué chica lo quieren, no puse nombres o descripciones.

—–

___ POV

Me encontraba sentada afuera de su casa. Justo en el frente. Mis manos jugaban con las llaves de mi camioneta. El tiempo había pasado demasiado rápido. Hacía dos meses decidí irme. Era de noche... quizás poco más de las 9 p.m.

Miré hacia el cielo despejado. Había una que otra estrella en el firmamento rogando por atención. Suspiré. Una sonrisa fugaz escapó por mi labios. Suspiré de nuevo. Regresé mi vista hacia mis manos que seguían jugando inconscientemente con las llaves.

Por primera vez en esos dos meses, encontré mi verdadero yo. Encontré una razón por la cual seguir luchando. Maldito sistema. Maldito sistema que te dice qué hacer y si no lo haces, se asegura de hundirte. Hundirte hasta ser olvidado, enterrado en los confines del mundo.

Escuché ruidos justo atrás de mí. Es ella... ¿o quizás no? Sí: sabía que era ella. Lo sabía por el simple hecho de cómo abrió la puerta al salir, cómo dejó que la puerta se cerrara con un ruido fuerte; cómo dejó caer lo que traía en las manos: ella no esperaba verme de nuevo.

Me quedé quieta, analizando cada respiración que ella daba, cada paso que caminaba... me moví hacia la derecha, así ella podía sentarse a mi lado si así lo deseaba. Sorbí un poco por mi nariz: la noche comenzaba a ser cada vez más fría.

Finalmente escuché cómo los pequeños peldaños crujían mientras ella descendía hasta mi altura. Aspiró profundo y luego se sentó lentamente a mi lado. Sonreí ligeramente: seguía teniendo el mismo efecto sobre ella a pesar de todo.

—Volviste... —comenzó cautelosa.

No respondí de inmediato. Miré el cielo y noté que estaba más estrellado conforme el tiempo pasaba.

—Volví —confirmé.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó ligeramente más relajada.

—Bien. Es mi mejor momento —contesté.

Mis manos seguían entretenidas. Mi vista seguía hacia arriba.

—Lo siento —susurró—. Siento no haber sido la mejor.

—Algunas cosas no puedes cambiarlas —comencé—. Te disculpo, si eso te hace sentir mejor.

—Gracias —contestó.

Asentí ligeramente.

—¿Te... te quedarás? —preguntó esperanzada.

Voltee a verla. Su mirada se encontró con la mía, suplicante.

—Tuviste más de dos oportunidades, amor —respondí.

Siempre le gustó que la llamara así.

—Solo una más —suplicó.

Su voz quebrándose al hablar. Estaba a punto de llorar. Aparté la mirada de ella rápidamente y voltee nuevamente hacia arriba. Suspiré.

—Justo así me veía cuando me fui: destrozada —comenté amargamente.

—Mírame —exigió.

Voltee a verla. No quería, pero lo hice.

—Déjame demostrarte que he cambiado —dijo—. Al primer error puedes mandarme a la mierda.

—Algunas cosas nunca cambian —comenté.

—Por favor, _____ —suplicó.

Reí sarcásticamente.

—Las mismas palabras que yo te dije antes de irme y sin embargo no te importó —expresé enojada.

—Sigo amándote. Dudo que pare en algún momento cercano —dijo tranquilamente.

—En todo este tiempo me encontré a mí misma. Noté todo lo que cambié por ti. Cómo me alejé de todos... de todo. Y luego tú te aprovechaste de eso y lo usaste a tu favor —me pausé—. Hay cosas que nunca, ¿me oyes? Nunca cambiarán. Prometiste que lo harías cuando comenzamos nuestra aventura, pero siempre fui lo suficientemente estúpida para seguir a tus pies.

—__-_____... —comenzó—. Por favor.

—¡No! —grité.

Ella se sobresaltó, pero mantuvo su postura.

—No de nuevo... y de hecho, nunca, nunca otra vez.

—Te amo —dijo.

Era momento de moverme, de seguir adelante. Hablar con ella iba a ser inútil.

Me levanté; me estiré un poco y dirigí mi mirada hacia ella, que seguía sentada. Suspiré profundo.

—Gracias por todo —dije—. Sigue tu vida. Yo seguiré la mía.

Me incliné y dejé un beso en su frente.

—Te amo —expresé.

Sonreí de lado.

Me enderecé y comencé a caminar hacia mi camioneta. Sentí como ella se paró y se puso delante de mí, bloqueando mi camino.

—No podré hacerte cambiar de opinión, ¿cierto? —preguntó.

Ella buscaba mi mirada, así que accedí a su petición: la miré intensamente a sus ojos.

—Por lo menos no ahora —contesté.

Ella asintió.

—Sé feliz —comentó.

Se acercó y dejó un beso en mi mejilla; luego me abrazó.

—Lo mismo para ti —dije asintiendo.

Sonrió y sonreí. Se hizo a un lado y reanudé mi camino.

Llegué a mi camioneta. Me subí, la encendí, tomé el volante con ambas manos y di una última mirada en su dirección. Como por fin entendiendo el daño que había hecho, ella asintió, como dándome ánimos; como diciendo que esto era lo mejor.

Pero... ¿lo era realmente?

Sí: sí lo era.

———

Lectores. Lectores. Lectores. Sé que no escribo cosas tristes... o al menos intento no hacerlo. Abrí uno de mis recuerdos más intensos porque necesitaba hacerlo. En el proceso me di cuenta de algo... no puedes aferrarte a un recuerdo. No, no puedes hacerlo. Entender el por qué pasan las cosas es algo demasiado complejo. Entender por qué te pasan a ti y no a alguien más es aún más complicado.

Lo entendí. Entendí que si te pasa es porque lo necesitas para crecer en ciertas áreas... áreas en las que eres vulnerable. Probablemente ustedes me digan "tengo apenas 13 años, qué quieres😒"; bueno, tengo 19 y puedo decirles que en su momento lloré, me aislé, no quería saber nada de nadie... y ahí fue cuando, sin darme cuenta, crecí: como persona, como amiga.

No se aferren a algo. Déjenlo fluir. Sí, algo te lastimó, okay: llora, sufre, rómpete... pero después hazlo ajeno a ti. Yo les digo a mis amigos: "no hagas una emoción negativa parte de ti"; y es que no puedes hacerla o terminarás más destrozado que nunca.

Encuéntrense a ustedes mismos. Encuentren su razón de estar aquí. Es tu responsabilidad hacerle saber al mundo cuál es tu lugar y que eso debe ser respetado.

Cualquier cosa aquí me tienen. Los quiero bastante.

-H.

Imaginas & One-shots de Fifth HarmonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora