Normani POV
Puse una canción triste en mi iPod. Mi madre estaba dormida junto a mí. Me di un par de vueltas en la cama.
Desde hacía una hora me encontraba llorando en silencio. Me encontraba sofocando mis lágrimas y suspiros pesados contra mi almohada. Era difícil porque cada vez querían salir más y más y no podía detener mis sollozos algunas veces.
No podía soportarlo más.
Me levanté lo más silenciosamente que pude de la cama. Abrí la puerta de mi habitación. La cerré. Caminé al baño. Las lágrimas que se habían acumulado ya no me dejan ver bien. Los sollozos iban siendo más seguidos.
Llegué al baño abriendo la puerta y la cerré detrás de mí. Prendí la luz y después me recargué contra la pared, escurriéndome al piso mientras los recuerdos volvían a mí más claros.
Los sollozos se volvieron incontrolables. Las lágrimas ya no podían ser detenidas. Los ojos cada vez más rojos. Cada vez era más difícil respirar y ver. Estaba vulnerable. Soy vulnerable.
Intentaba limpiarme las lágrimas, pero era inútil: cada vez salían más y más. Estaba enojada y al mismo tiempo triste. Me prometí que dejaría de llorar siempre por lo mismo y una vez más no pude cumplirlo.
La maldita canción estaba reproduciéndose en mi cabeza. Esa estúpida canción que por más que intentara callarla, parecía sonar cada vez más fuerte. La canción que fue detenido al poco tiempo de empezar a escucharla.
¿Alguna vez realmente parara la canción?
Empecé a enterrar mis uñas en mis muslos. Cada vez lo hice más fuerte. El dolor tenía que parar. El dolor psicológico tenía que parar. Todo tenía que parar. Ya. Distraer mi cabeza con dolor físico me pareció una buena decisión. Al fin y al cabo era mejor que sufrir por algo que no tiene remedio.
Comencé a rasguñarme. Es un poco difícil porque mis uñas son cortas, sin embargo estoy demasiado motivada a hacer parar la canción y el dolor mental que siento ahora.
Estúpido y maldito día de mierda. Estúpido y maldito día de mierda.
Estúpido y maldito día de mierda.
Tenía que empezar a controlar los sollozos ya que se me salió uno demasiado fuerte y no quería despertar a nadie. Me he causado tanto dolor a mí misma que ya no sé por qué lloro: si por la canción o por las heridas en mis piernas.
¿Qué es la canción? Una situación dolorosa. ¿Por qué no se calla? Porque no se termina la situación. Porque por más que intento que la la situación deje de estar en mi mente, ahí sigue.
No es justo. No lo es.
No sé qué hacer para que la canción termine de reproducirse y pasar a una nueva. Y es que la canción era buena. Era demasiado buena. Después todo cambió.
¿Alguien me amará alguna vez?
Me paré. No me importa ahora mismo el ruido que cause. Empecé a golpear la pared con mis puños cerrados. Le prometí que pararía, pero no cuando.
Uno.
Dos.
Tres.
Comienza a doler.
Cuatro.
Cinco.
Sangre.
Seis.
Siete.
Más fuerte.
Más sangre.
Frustración. Enojo. Desesperación.
Me miré los nudillos. Estaban un tanto cortados. La sangre no paraba de salir. Me sorprende que mi familia no se haya despertado.
Dejé la sangre correr. Dejé las lágrimas caer con más fuerza. No sabía qué excusa pondría cuando mi madre viera mis manos. Ya pensaría en algo.
Me paré torpemente y miré mis ojos: estaban igual de rojos que mis nudillos.
Suspiré. Agarré jabón y comencé a tallar mis heridas. Arde demasiado.
Me enjuagué y sequé. Seguía saliendo sangre, pero ya menos. Volví a lavarme y enjuagarme hasta que la sangre paró.
Salí de aquel baño dispuesta a seguir intentando callar la canción. Dispuesta a apagar el dolor psicológico. Dispuesta a volver a lastimarme con tal de que todo parara.
¿Pero alguna vez lo haría?
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