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Talia mantenía el ceño fruncidomientras intentaba alimentar a su hijo, Johnny. El pequeño niño parecía negarse a probar la papilla.
— ¡Vamos, Johnny! Pruébalo, apuesto que te gustará—, insistió la chica mientras acercaba la cuchara cargada con papilla a la boca del niño.
—No—, negó el rubio con un quejido, siendo acompañado por muecas de asco.
—Johnny, por favor—, insiste Talia.
Talia volvió a acercar la cuchara a la boca de su hijo con la esperanza que esta vez funcionara. Pero no lo hizo.
En su lugar, Johnny golpeó la cuchara y está cayó en la mesa, haciendo que la papilla volará hasta la cara de la morena.
La morena se limpió la frente con una servilleta y le dedicó una mala mirada a Steve al verlo simular su carcajada a lo lejos —. ¡Alimenta a tu hijo, Rogers!
Talia se levantó e ingresó al baño con la intención de eliminar cualquier resto de papilla de su rostro. Ella se percató que aún quedaba papilla en sus mejillas.
Mientras se limpiaba, escuchó las carcajadas traviesas de Johnny. Con el ceño fruncido, ella se giró para ver a Steve caminar a través de la puerta del baño —su rostro cubierto por la papilla y Johnny riendo y aplaudiendo entre sus brazos—.
—Supongo que fue el karma—, Steve hizo un puchero.
La morena rió, pasando el dedo por la mejilla de Steve y llevándolo a su boca. Una mueca de asco tomó poder de su rostro en cuanto probó la papilla.
—Esto es un asco. Ya entiendo por qué Johnny no quería comerla.
—Supongo que no podremos comprarle más papilla en el mercado—, agregó Steve después de haberla probado también.
Talia negó, sabiendo a dónde quería llegar —. No sé cocinar, Steve. Lo harás tú.
—Claro, dejen que el hombre de los ochenta cocine—, fingió ofenderse.
—Supongo que si nadie cocina, nadie obtendrá besos—, canturreó la chica mientras salía del baño.
—Entonces—, comenzó Steve, tomándola por la cintura y girándola —. Deberé robarlos—, culminó antes de besarla.
Los besos continuaron hasta que Johnny golpeó suavemente sus mejillas —. Tengo hambre—, se quejó.
—Johnny, tus padres no saben cocinar. Temo que será peligroso para tu salud que te alimenten—, masculló Tony Stark al ingresar.
— ¡Tío Tonny!—, gritó feliz el niño y alzó sus brazos antes que el hombre lo tomará.
— ¿Qué les parece pedir una pizza?—, sugirió el millonario.
— ¿Por qué no pensamos en eso desde un principio?—, suspiró Talia, cansada.
—Lo tomaré como un sí. En el futuro, podré contarle a Johnny como salve su vida al darle de comer—, se burló Tony mientras tomaba el teléfono para hacer la llamada.
—Voy a limpiarme mientras—, Steve señaló su rostro, dándole un beso más a su prometida.
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