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Ya había pasado la mitad del Día de San Valentín y tú ya habías recibido varios regalos. Eras la única vengadora que lucia sorprendida por ello. Hasta Thor te miró como si fueras estúpida cuando le dijiste que no sabías quien te los había mandado.
-Tienes que saber quien te mando todos esos regalos-, se quejó Tony al rodar los ojos cuando le preguntaste si había sido él.
-En serio, ¡No lo sé! ¿Por qué nadie me cree?-, preguntasté desconcertada.
Tony se encogió de hombros y volvió a trabajar, dando por terminada su conversación.
-No seas obtusa, no te queda-, dijo Natasha sin desviar la vista de su libro.
Suspiraste y te fuiste antes que Natasha comenzará a burlarse de ti y te hiciera sentir más idiota de lo que ya te sentías.
-Bucky. Por favor, ayúdame a averiguar quien me ha mandado todos los regalos-, suplicaste.
-Vamos, muñeca. Tú sabes quien te los mando, solo piensa un poco-, respondió Bucky sin moverse del sillón.
En ese momento, Steve entró en la sala y Bucky le dio una significativa mirada para luego volver la vista a ti. Tú ni te diste cuenta mientras observabas entre tus manos al pingüino de peluche que alguien te había regalado.
Mientras, Steve había recibido muchos mensajes de todos los Vengadores, incitándole a confesarte lo que él sentía por ti. Pero, él les pidió a todos que lo dejarán en paz y que él te lo diría cuando el quiera. Lo que, a partir de como estaba saliendo el plan, sería nunca.
-Hey, mira. Ahí está Steve. Él te ayudará-, dijo Bucky y, disimuladamente, le guiñó el ojo a Steve sin que te dieras cuenta y, antes que pudieras decir algo, se fue de allí.
-¡Steve!-, lo llamaste con una brillante sonrisa. Dejaste el peluche en el sofá antes de acercarte a él.
-¿Con qué necesitas ayuda?-, preguntó él, haciéndose el tonto.
-¿No escuchaste? He estado recibiendo todo el día un montón de hermosos y adorables regalos, pero no sé quien me los da.
Steve no podía decidirse entre si estaba feliz que no te hallas dado cuenta que era él o triste por la misma razón.
-¿Le has preguntado a todos?
-Todos, menos...-, retrocediste un paso y miraste a Steve con una pequeña y tímida sonrisa.
-¿Menos?
-Tú. ¿Me mandaste todos estos regalos, Steve?
Steve lo pensó un momento. No sabía si negarlo o admitirlo de una vez por todas.
-¡Fuiste tú!-, chillaste y saltaste hacia él para abrazarlo -. Muchas gracias, Steve. Tus regalos fueron perfectos.
Steve estaba congelado pero, cuando su cerebro reacciono, él te devolvió el abrazo.
-Deberías saber que te los di con intenciones románticas-, murmuró e hiso una mueca al notar que lo había dicho con frases viejas.
-Bueno. Eso es bueno porque yo había asumido desde el principio que eran con intenciones románticas-, te burlaste un poco.
Steve bufó y tú reíste entre dientes.
-Gracias de nuevo, Steve.
-De nada, querida.
-¿Eso es todo?-, exclamó Tony saliendo detrás de la puerta.
-¿Escuchaste todo?-
-Stark, ¿Qué hacías allí?-, dijo Steve en un tono malhumorado.
-Quería ver que no echaras todo a perder Cap-, Tony se encogió de hombros -. Entonces, ahora tienen que hacer algo.
-¿Disculpa?
-Si, como una cita o algo. Por lo menos bésense chicos, es San Valentín. Además-, se acercó a ti, para poder susurrarte -, deberías darle a entender que los tiempos han cambiado.
-Creo que ya se dio cuenta de eso, Tony-, mascullasté y rodaste los ojos.
-No me digas que Stark te pego lo diva-, se quejó Steve y tú lo miraste con la ceja alzada -. Acabas de rodar los ojos y ahora me miras con una ceja alzada... Ni siquiera sé como lo haces.
No pudiste evitar reírte y le diste un beso en la mejilla, a lo que Steve te miró raro.
-¿Por qué fue eso?
-Es que eres adorable-, dijiste con una sonrisa y tomaste tu peluche de pingüino -. ¿Por qué no dejó a este amiguito en mi habitación y salimos a tomar algo?-, sugeriste a lo que Steve acepto.
-De eso hablaba.
-Cállate, Stark-, dijeron Steve y tú al mismo tiempo.
-Típico. Comienzan a salir y se olvidan de sus amigos-, se quejó Tony y ustedes dos rieron.
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