CAPITULO 13 - MIEDOS

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Hay que reconocerlo, José se ha portado como todo un caballero, me lleva a recoger mi coche y me sigue con el suyo hasta mi casa, para que no me suceda nada. Cuando llegamos y aparco, me acerco al suyo para despedirme de él y le doy las gracias por todo, por esa cena, por la compañía y por hacerme ver que es más maduro de lo que yo creía, aunque eso no se lo digo explícitamente.

Al entrar en mi casa, subo directamente a mi cuarto y me pongo cómoda para acostarme y es cuando me doy cuenta que no he tenido noticias de Ángel en todo el día. No sé si porque no le sienta muy bien que haya salido a cenar con José o porque su trabajo no se lo ha permitido, pero todo lo sucedido durante la noche me hace ver cosas que no me había dado cuenta hasta el momento y es que, aunque siempre he considerado que Ángel ha sido el amor de mi vida, él nunca supo ver esa parte de mí que si vio en su momento Guillermo y que esta noche me ha demostrado José que él también la ha visto, y eso me hace ver una nueva perspectiva de lo que siento por Ángel, de mi relación con él  y de lo que realmente quiero de un hombre. De que no solo quiero ese amor que mueva mis cimientos, sino que sepa ver más allá, y que, al tener esa visión, pueda sincerarme con él y contarle todo lo que había pasado en mi infancia, poder no solo desnudar mi cuerpo, sino también mi alma, porque si de algo estaba segura, es que todo lo que había pasado en mi infancia, no estaba escrito en un expediente y que esos sucesos solo los conocía yo y mi hermana y las personas en las que habíamos confiado para contárselo.

Me echo a llorar sobre la almohada, al final mi cuerpo y mi mente está retornando al recuerdo de dolores pasados y al hecho de no tener en estos momentos nadie a mi lado en la que desahogarme cuando los recuerdos me atormentan, que me abrace y me consuele como hacia Guillermo en muchos momentos, estando a mi lado y tranquilizándome para que mi respiración volviera a la normalidad, para traerme de vuelta al presente y él ahora no está a mi lado, se fue y nos dejó con la alma tocada, tanto a mi como a Agustín que adoraba a su padre y después de conseguir calmarme un poco, recuerdo que en Nueva York, ahora mismo serán sobre las ocho de la tarde y que necesito hablar con mi hermana y saber cómo esta ella, así que cojo el móvil y le mando un mensaje para saber cómo están todos allí, y al cabo de unos minutos me contesta comentándome que muy bien, pero que en esos instantes están en una cena de trabajo.

Siento de nuevo el dolor en mi pecho, necesitaba hablar con mi hermana querida, las que nos habíamos apoyado toda la vida y la que había protegido hasta con mi alma en muchas ocasiones para que ella no sufriera, para que ella fuera feliz y fuerte, como lo era actualmente, para que el dolor que yo había escondido en el fondo siendo una niña, no lo sufriera ella y así había sido. Aunque si vio y sufrió alguna de las brutalidades de nuestro padre y de las locuras de nuestra madre, se enteró realmente de mucho de lo que paso con los años, cuando todo ese dolor guardado por ambas, salió en algún momento y exploto, y aunque nunca había querido contarle algunas cosas, tuvieron que salir parte de ellas para despejar parte de su alma y hacerla volar y para hacer sentir un poco mejor la mía. Pero, aun así, no todas, y solo había una persona que las conocía todas, Silvia, que tras la muerte de Guillermo y al hacer terapia con ella fueron saliendo una tras otra por mi boca, todo mi dolor, todo lo que Guillermo había conseguido sacar de mí, pero también lo que no, pero que con solo el gesto de ver más allá y de reconocer mi dolor, había conseguido mucho más que ninguna otra persona en mi vida. Había conseguido que hablara, que me desahogara que le contara algunos de los momentos más dolorosos de mi infancia, que me apoyara dándome la fortaleza de poder ser una niña con él cuando lo necesitaba, cuando necesitaba sentirme protegida por que algo me hacía sentir dolida, o cuando mi autoestima tambaleaba y me hacía ver lo fuerte que había sido levantándome una y otra vez de los golpes de la vida yo sola, y que ahora que lo tenía a mi lado, ya no tenía que temer, porque no estaba sola, estaba mi lado para que me apoyara en él y no caer.

Encuentro con mi PasadoWhere stories live. Discover now