CAPITULO 19 - COMO PASAR DE LA FELICIDAD A NO SENTIR TU CUERPO

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Al final la cena, se realizó con todos al completo, ya que al llamar Silvia a casa para recoger a Nacho y saber si había yo vuelto, le conté lo que había sucedido y como no, mi amiga con su marido se apuntó a cenar también con nosotros.

En cuanto entro Silvia con Sergio por la puerta, hicimos las presentaciones entre Ángel y Sergio y los dejamos con los chicos en el jardín, mientras que nosotras nos enfrascábamos en la cocina a preparar cena para todos y como no, mis dos amigas a sonsacarme información de lo sucedido esos dos días en Sevilla.

No paraba de reírme, Silvia estaba alucinada con que me hubiera abierto con Ángel y Julia dando suspiritos por la suerte que tenía y lo romántico que había sido conmigo y mientras tanto de vez en cuando íbamos asomando la cabeza al jardín, viendo lo bien que se estaban entendiendo nuestros maridos y Agustín con Ángel.

Preparamos pescado rebozado, una ensalada, patatas fritas para los niños, ¡por favor que no les faltaran!, cortamos jamón, chorizo, queso y preparamos como entrante una bandeja de embutidos y fuimos preparando la mesa para cenar todos juntos en la terraza.

Me encantaba que llegase el buen tiempo y poder realizar las comidas y cenas al aire libre, era una de las cosas que más me gustaba cuando nos compramos este chalet, el poder tener zona verde y al aire libre y la piscina para poder disfrutarla con el buen tiempo, no sentirme encerrada entre paredes y esta casa me lo daba todo lo que íbamos buscando, incluida una zona que utilizaba para trabajar desde casa, pero con grandes ventanales por donde me entraba toda la luz.

No podía quejarme, habíamos retirado ya todos los platos de la cena y con el postre en la mesa. Estaba teniendo una velada genial y me gustaba el hecho de que Agustín y Ángel se entendieran también y que Ángel se sintiera tan cómodo en mi casa y mi entorno.

No creo que las personas tengamos solo una cara, tenemos varias, la familiar y con los amigos, la del trabajo y la del entorno social. Eso no quiere decir que cada una de ellas sea diferente, porque al final siempre somos la misma persona y con los mismos valores, pero sí que en la laboral y del entorno social, no llegamos a ser nosotros al 100% natural, esa se guarda solamente para nuestro entorno familiar y de amigos y Ángel en pocos días estaba conociendo todas esas caras de mí y lo había visto tan relajado a mi lado en todas ellas, que me estaba empezando a gustar mucho compartir todo eso con él y estaba deseando que esa parte suya que yo todavía no había conocido, fuese igual de bien que con la mía.

Pareciese que mi hijo me estuviese leyendo la mente, porque justamente en ese momento le soltó una de sus preguntas curiosas.

-          ¿y tú tienes hijos?

-          Tengo una hija, pero es mayor que tú, tiene 17 años y vive con su madre.

-          ¿Y cómo se llama?

-          Se llama Luna, como tu mama – le contesta Ángel

-          Hala que guay mama, su hija se llama como tú.

-          Si cariño ya lo sabía

-          Pues entonces si alguna vez estamos todos juntos, tendré que llamarla Luna dos, así nadie se confundirá si hablo de ti o de ella.

La respuesta de toda la mesa fue contundente, una carcajada sonora salió de todos nosotros, este hijo mío no tenía parangón con sus ocurrencias. Mi hijo crecía a pasos agigantados, pero para mí siempre sería ese pequeño que me hacía reír con sus ocurrencias, mi payasito propio que nos hacía reír a todos, pero con una inteligencia vivaz que nos sorprendía todos los días.

-          ¿Y cuando la vamos a poder conocer? – vuelve a preguntar de forma indiscreta mi hijo

-          Pues en cuanto pase unos días conmigo y podamos coincidir te la presento, ¿te parece bien?

Encuentro con mi PasadoWhere stories live. Discover now