CAPITULO 24 - VACACIONES CON SORPRESA

12 1 0
                                    




          

Pasamos el día que nos quedaba, relajados, juntos, paseando, conociéndonos más y más. Nuestros gustos, nuestras aventuras. Se podía decir que después de tantos años, realmente apenas sabíamos nada el uno del otro, de los libros, la música o el cine que nos gustaba, de si hacíamos deporte, aunque claro está a Ángel se le notaba que, si lo hacía y bien que se le notaba, con ese cuerpo suyo esculpido, duro y bien formada que quita el hipo nada más verlo.

Fueron 24 horas que dieron cabida a las palabras, a la ternura, al amor y por su puesto al sexo. Muy buen sexo, de ese que sabes que vas a echar de menos durante los días que estemos separados. Cualquiera lo diría que, con nuestros años, nos estábamos dando esos maratones sexuales, ni yo misma me lo creía.

No es que con Guillermo no tuviera buen sexo que, si lo teníamos, pero si he de reconocer que hasta que Agustín no fue un poco mayor mi vida privada estaba más centrada en él, que en el sexo, es como si hubiera pasado a un segundo puesto, pero cuando lo teníamos .... Era increíble. Pero de eso había pasado mucho tiempo, y después de su muerte no creí que volviese a tener una conexión tal con un hombre como para compartir esa intimidad de esa manera y en esa cantidad. Me iba a ir de vacaciones con las patas abiertas de tanto jugar.

Al día siguiente al punto de la mañana, nos encontrábamos los cuatro en el Aeropuerto de Madrid, nosotras a coger nuestro vuelo hacia Mónaco, para subirnos a un barco que nos llevaría durante unos días por distintos puntos de Italia, Francia y de vuelta a Barcelona y ellos con cara triste despidiéndose de nosotras y con la coña de que no nos fuéramos, que los dejábamos abandonados como cachorritos, tristes y solitarios. Tanto Silvia como yo sabíamos que era todo de guasa, que nos deseaban que nos lo pasáramos muy bien, que descansáramos y disfrutáramos de nuestros días.

Mientras realizábamos el cheking, si le escuche a Sergio como le decía a Ángel que ya que estaba de baja y mientras siguiese así, si quería cualquier rato podían quedar ir a jugar al golf o a tomar algo juntos. Me hizo sentir maravillosamente bien, saber que Ángel había hecho tan buena miga con Sergio y que se había adaptado tan bien a nuestra pequeña familia.

Como no, muchos besos, muchos abrazos antes de cruzar a la zona de embarque, muchos te voy a echar de menos y sobre todo mucho calentón, me daban ganas de esconderme con Ángel en un cuarto de baño y darle un último repaso antes de despedirnos, algo que ambos sabíamos que era del todo imposible y que como no, en 8 días nos tenían de nuevo allí plantados para recogernos a ambas a la vuelta de nuestro viaje.

Así que con nuestros bolsos de viaje y nuestras caritas entre tristes por la despedida y alegres por nuestras vacaciones, ambas cruzamos la barrera de camino hacia nuestra zona de embarque. Y ahí estábamos las dos, sentadas, charlando animadamente de lo que necesitábamos este tiempo de relax, de lo que íbamos a ver. Muchas, por no decir todas las ciudades en las que paraba el crucero, ya las conocíamos, pero eso no restaba el encanto de volver a visitarlas de otra manera, cuando empezamos a escuchar a un grupo cantando y viniendo el sonido hacia nosotras.

-          ¿Qué es eso que suena? – me pregunta Silvia

-          No tengo ni idea, seguro que algún grupo de amigos que les gusta ir cantando por la vida. Supongo que ahora nos enteraremos.

-          Geniallll, empezamos bien las vacaciones, música en directo y todo en el aeropuerto, ole, ole, ole.

Las dos estamos que no cabemos de risa y felicidad, cuando vemos venir a el grupo cantando y tocando y acercándose a nosotras, plantarse delante nuestra. Nos miramos la una a la otra con cara de risa, creyendo que simplemente era una casualidad y se habían parado allí porque les habíamos caído en gracia y ahí nos tenías a la dos disfrutando a lo grande de la música y los músicos, y el tema que a las dos nos encantaba, Darte un Beso de Prince Royce, y en ese momento de las dos cantando y bailando, vemos como los músicos se separan y de atrás aparece Ángel cantando y con el grupo como coro y con un ramo de flores para mí.

Si en ese momento, alguien me realiza una foto, se hubieran dado cuenta que mi mandíbula andaba por los suelos de la sorpresa y a mi lado Silvia dando saltitos y gritos de alegría. Primero porque la sorpresa había sido mayúscula y segundo porque ni sabía que Ángel cantaba tan bien. Las piernas me temblaban y casi no salían las palabras de mi boca.

-          Pero, esto, esto – lo dicho mi vocabulario por muy extenso que sea ha desaparecido por completo.

-          Esto es porque te quiero, porque sé que voy a estar siete días sin saber nada de ti y porque me encanta sorprenderte.

Me tiré a sus brazos, con besos por todos los sitios donde pude, escuchando de fondo al coro cantando esa bella canción.

-          Algo de bueno tenía que tener mi puesto si consigo que me abraces y me beses así solo con esta pequeña sorpresa.

-          ¡Pequeña, pequeña? Esto no es una pequeña sorpresa, esto es todo un regalo y de los mejores que he tenido – todo el mundo de mi alrededor había desaparecido en ese momento, ya no escuchaba la música, ni a Silvia, lo único que podía ver y escuchar eran los ojos y los labios de ese hombre que estaba consiguiendo que, si muchos años antes me había enamorado de él hasta las trancas, ahora lo estaba superando.

-          Anda ve pequeña y disfruta, que os llaman para que subáis al avión – en ese momento volví a mi realidad, rodeada de gente que nos estaba aplaudiendo, Silvia con una sonrisa de oreja a oreja y aplaudiendo también como una niña pequeña y las azafatas mirando la escena mientras iban cogiendo los tickets de embarque.

Le beso con pasión, le cojo el ramo de flores y lo huelo y me giro para dirigirme con mi amiga hacia el embarque y antes de subir me giro a mirarlo y con palabra en silencio le digo que le quiero, viéndolo allí como él me contesta "yo también te quiero" en silencio, solo para nosotros y con una sonrisa en nuestros labios.

A pesar de echar mucho de menos a Ángel, se nos pasó la semana volando y como bien había dicho Sergio, aparte de descansar, hacer turismo, leer y disfrutar de esa semana de vacaciones solo para nosotras, no habíamos hecho ninguna locura ni nada por el estilo y volvíamos a nuestra rutina una semana después con las pilas cargadas de energía para enfrentarnos de nuevo a nuestras vidas del día a día, del trabajo y la familia y deseando recoger a nuestros pequeños de sus 15 días de campamento y que nos contaran las cientos de cosas que habían hecho y darles los regalos que les habíamos comprado.

Y como no, nada más salir del avión, ahí teníamos a esos dos hombres esperándonos para llevarnos a casa y poder disfrutar de nuestro amor.

Encuentro con mi PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora