1. Si las miradas causasen mariposas...

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Jeonghan se estremeció. No necesitaba levantar la mirada del libro que estaba leyendo para saber quien le estaba mirando. Tampoco quería cruzar su mirada.

Había salido a tomar el aire con sus amigos y habían acabado inevitablemente en el palco de la cancha de baloncesto por insistencia de Seungkwan, que había alegado algo sobre tomar el sol y empezar a participar en actividades con los demás alumnos.

Suspiró.  Él por su parte, no necesitaba socializar para nada, ya llamaba demasiado la atención, con murmullos a sus espaldas por los pasillos. Es una chica. Sí, ojalá mi novia fuese tan guapa. Apretó los dientes al recordarlo, solo por tener el pelo largo blanco no significaba que no fuese un hombre. Pero eso no es lo que llevaba molestándolo, siempre lo observaban, pero había alguien que lo hacía diferente, no entendía por qué.

Seungcheol, el capitán del equipo de atletismo. Sí, sí, el chico guapo de ojos preciosos y pelo negro. Él peor playboy del instituto, había estado con suficientes chicos para montar un arsenal, y su fama nunca lo detenía, todas sus presas caían.

Se conocieron el primer día de clases, Jeonghan llegaba tarde, llovía mucho y... enrojeció al recordarlo y sacudió la cabeza. No debía ni pensar en eso, sólo era una tontería sin importancia, pero obviamente para Seungcheol no lo era. Siempre que se veían, fuese donde fuese, lo atravesaba con la mirada y hacía que se sintiese incómodo.

En ese momento estaba jugando al baloncesto, pero sabía que cada vez que había un descanso miraba en su dirección con una sonrisa traviesa, como si le conociese. Y no lo hacía.

―¿...qué te parece? Oye, Jeonghan, ¿me estás escuchando?―dijo Joshua sacudiendo su hombro.

Jeonghan se sintió culpable, él pensado en un ególatra pervertido y su mejor amigo hablándole.

―No, lo siento. ¿Qué estabais diciendo?

―Seungkwan y Seokmin quieren que nos vayamos a ayudar a la delegación de estudiantes, pero yo y Jihoon estamos muy bien aquí. Tú decides, ¿nos vamos?― inquirió Joshua.

La respuesta era obvia, no estaba cómodo allí, bajo la mirada de Seungcheol, pero no pudo evitar vacilar antes de responder.

―Vámonos.



Haciendo malabares, Jeonghan intentaba llevar una inmensa cantidad de libros en sus brazos, todo por culpa de la cabezonería de Seungkwan.  Soonyoung ese año era el jefe de la delegación de estudiantes y de pronto Seungkwan se mostró un tanto interesado en tal labor estudiantil, arrastrando a sus compañeros.

Los libros comenzaban a resbalarse de sus manos y sentía pinchazos de dolor en los brazos.

―¿Necesitas ayuda? ― dijo una voz a su espalda que, aunque solo había escuchado una vez, conocía muy bien.

―No, ―gruñó― déjame en paz.― Intentó acelerar el paso pero fue un error porque sintió como todo el peso de los libros se venía abajo, y él con ellos. Cerró los ojos esperando el dolor de la caída, pero unos brazos fuertes le sujetaron antes de que cayese.

Olía muy bien. Olía a desodorante, un poco a sudor, era un olor fuerte y embriagador. Le sonreía con una ceja enarcada, como si toda la situación fuese divertida, como si la mirada de incredulidad de Jeonghan fuese una broma.

―De nada.

―No te he pedido ayuda. ―murmuró Jeonghan, su voz estaba carente de fuerza.

Todavía seguía en sus brazos, Seungcheol se acercó mucho a su cara, y cerró los ojos. No podía ser. Iba a besarlo. Esperó a que sus labios llegasen pero se sorprendió al escuchar un susurro en su oreja.

―Entonces, ¿por qué no te has movido todavía?

Lo apartó de un empujón, muerto de vergüenza. Jeonghan no respondió, recogió los libros que pudo y salió corriendo, sabiendo que lo seguían con la mirada.



Eso no acababa de pasar, no acababa de caer de en la trampa de Seungcheol.  Eres idiota, pensó.  Él nunca había sido así, buscó con la mirada a sus amigos que lo esperaban a la salida.

―Jeonghaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan―gritó Seokmin desde la distancia saludando con la mano.

Se acercó a ellos con la cabeza gacha, no era bueno ocultando secretos, y sus amigos lo conocían muy bien.

―¿Qué ha pasado? Tienes una cara extraña. ―observó Joshua, con el ceño fruncido.

―Solo estoy cansado... ¿qué tal con Soonyoung hoy, Seungkwan? ― sabía que con ese tema se olvidarían, no quería responder preguntas, y menos de Joshua, que lo idolatraba.

Seungkwan aplaudió emocionado y comenzó a dar una descripción pormenorizada de su conversación con Soonyoung, sobre como lo miraba, dando razones por las que entre ellos había posibilidades

Finalmente tuvieron que seguir caminos distintos, Jihoon y Jeonghan tomaron por el mismo, ya que vivían al lado. Pasaron los primeros minutos en silencio, siempre era así, Jihoon no hablaba mucho.

―Ten cuidado con Seungcheol. ―soltó finalmente. Jeonghan lo miró sorprendido, pero no dijo nada. Tenía razón.

Se maldijo a sí mismo por haber caído tan bajo, y decidió que desde mañana no le dirigiría la palabra a ese idiota.

Angel On FireWhere stories live. Discover now