7. Piezas que no encajan

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Se lo había prometido a Wonwoo y en su momento había parecido la decisión adecuada pero después de haberle dado vueltas al asunto, Vernon se dio cuenta de que estaba en un buen lío. Para empezar, no había conseguido articular un enunciado con sentido delante de él, no había podido hablar en los catorce años que se conocían, declararse estaba fuera de las posibilidades.

Pero ahí estaba, buscándolo por el campus, temblando cada vez que veía un pelo castaño. No quería fallarle a su amigo pero se estaba arrepintiendo, cada minuto que pasaba veía la idea menos viable. Llevaba ya quince minutos buscándolo, iba a seguir un poco más y si no, lo dejaría. Suspiró, prefería que fuese mejor así.

Lo de Seungcheol había dejado a todos sorprendidos, era una visión horrible, al recibir las noticias de que su amigo estaba sano y salvo, pudo respirar tranquilo. Con todo el barullo se había olvidado de su misión, pero al acabar supo que debía cumplir su promesa.

Escuchó una risa proveniente de las gradas, una muy conocida: la de Seungkwan. Tragó saliva. Podía irse, podía disculparse con Wonwoo y posiblemente lo entendería, lo conocía lo suficiente para saber que era muy difícil. Pero a la vez sabía que si se iba, estaba siendo un cobarde, restringiendo sus posibilidades y alejándose del único chico que le había gustado. Apretó los dientes y cruzó la esquina que daba a las canchas.

Era demasiado tarde para dar la vuelta. No pensaba irse hasta habérselo dicho todo.

Entonces los vio. Soonyoung envolvía a Seungkwan con sus brazos mientras este se revolvía, gritando, sonriendo como nunca lo había visto.

Ah. Claro. Tenía que haberlo sabido.

Recordó viendo a Seungkwan espiando a Soonyoung, recordó haberlos visto jugar juntos desde la infancia. Pensaba que solo eran amigos. Había estado delante de sus ojos todo ese tiempo, y nunca había querido verlo.

No había sucedido nada entre él y Seungkwan, porque desde el principio nunca había habido lugar en su corazón.



Jeonghan se había quedado dormido, se había recostado sobre la camilla y se durmió en sus brazos. Lo había besado hasta caer rendido, y aun así, no lo había soltado en ningún momento. Hizo un hueco en esa pequeña camilla, se acurrucó y agarró su mano con fuerza. Era tan inocente... miraba a Seungcheol como si fuese lo más preciado de su mundo.

Acarició su rostro angelical, dormido parecía casi irreal, demasiado perfecto. La primera vez que lo vio se quedó sin aliento, no sabía que alguien tan hermoso pusiese existir. Cuando sonreía, que lo había a menudo, el mundo se iluminaba, y era una risa contagiosa. Jeonghan era delicado, y a la vez todo un hombre, alto y fuerte. Al besarse, había sido gentil y seguro, Seungcheol se había quedado sin respiración, sus manos se habían deslizado por sus brazos, su cuello, su rostro, volviéndolo loco.

Nadie le había hecho sentir eso antes, era tan confuso. Nadie excepto...

Sacudió la cabeza. No quería pensar en ese tema, se había prometido que nunca volvería a enamorarse. Una vez ya fue suficiente. Además, Jeonghan no se merecía alguien como él... alguien que sólo quería aprovecharse.

Había demasiadas cosas que no sabía, pero en cuanto averiguase de verdad como era, se alejaría de su lado. No se veía capaz de empujarlo, Jeonghan le hacía sentirse vivo, pero en algún momento lo dejaría. Como siempre pasaba con todos los chicos.

Apretó los puños. Ese chico le gustaba más de lo que debería, era realmente bueno. Por un momento, deseó merecer estar a su lado. Deseaba que ese instante fuese eterno, en esa pequeña sala solo estaban ellos dos, y podía contemplarlo dormir en paz. Deseaba que nunca despertase a la realidad.



Los miembros del equipo de baloncesto local Monsta habían organizado un organizado una fiesta por todo lo alto en casa de uno para celebrar las victorias de esa temporada. Muchos chicos del instituto habían ido directamente después del festival deportivo a festejar. Jun accedió a ir porque Soonyoung iba, pero realmente no tenía ganas. La música estaba a todo volumen, ya se hacía tarde y cada vez aparecían más personas, aunque él solo esperaba ver a una.

Le había enviado varios mensajes al chico nuevo, Minghao, invitándolo a la fiesta, le había pasado hasta la dirección, pero no hubo respuesta. Había intentado ponerse en contacto con él, pero no estaba cooperando, deseaba que fuese más receptivo. Se mordió el labio. Sentía que no estaba haciendo todo lo que podía.

― ¡Hey! Jun, deja de mirar tanto el móvil. ― Le indicó el anfitrión, Shownu. Guardó el móvil, avergonzado. Se rio al ver su cara, y lo llevó hasta el salón. ― Te necesitamos, vamos a jugar a la botella*.

Lo miró sorprendido.

―Yo... no quiero jugar, no es mi estilo.― Era demasiado vergonzoso.

Decidió mirar todo desde un margen. La gran mayoría de los presentes habían bebido pero había excepciones, Vernon llevaba en una esquina toda la noche sin hablar con nadie, rechazando a todos de su lado. En el círculo que se preparaba para jugar reconoció a algunas caras conocidas, como a Soonyoung o a Mingyu, todos algo borrachos. Frunció el ceño, preguntándose si debería hacer algo, posiblemente era la primera vez que bebían, ambos iban tambaleantes.

Había algo que le daba mala espina de toda la situación, pero antes de que se decidiese, comenzó el juego.



El móvil de Vernon vibró de repente. Lo abrió y encontró dos mensajes, ambos enviados al mismo tiempo. Por alguna razón, su conexión a internet no funcionaba muy bien, y en la última hora no había tenido conexión. El primer texto decía:

De: Wonwoo

22:04

Voy a la fiesta, estaré allí en media hora. Me he decidió, aunque tú no hayas podido hoy, voy a declararme a Mingyu, ya es hora. Lo necesito.

El segundo contenía:

De: Seungkwan

21:56

¡VERNON! He planeado colarme en esa estúpida fiesta, más te vale que me ayudes. A las diez y media estaré en la puerta trasera de la casa de Shownu para que abras.

PS: si me haces este favor te hago los deberes una semana.

Vernon miró la hora. Eran las 22:28. Tragó saliva.


*Jugar a la botella: Para desarrollar este juego, los participantes se organizan en círculo. En el centro del círculo, colocan una botella acostada. Ponen a girar la botella de tal manera que al parar, su boca o pico señale a uno de los jugadores y la base a otro. El jugador que queda como el elegido de la prueba, debe hacer lo siguiente: besar a quien quede enfrente.

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Angel On FireWhere stories live. Discover now