24. Darse la vuelta y correr

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Jun miró al desconocido con más atención, no recordaba que Minghao le hubiese hablado de él. Sería algún familiar o amigo de China, pero se extrañaba de que Minghao no le hubiese comentado de su visita.

Sonrió, todos los amigos de Minghao eran suyos, le hacía ilusión conocerlos, quería caerles bien. Había pasado los últimos días pensando en lo que pasó entre ellos hace unos días, había sido tan genial... él se fue sin decir palabra, pero no había prisa. No había hablado con él, pero el fin de semana acabó pronto y esperaba poder encontrar un breve momento para hablar con Minghao en el almuerzo. Nunca se había sentido así, no podía para de sonreír y cada vez que vía un pelo rubio en la multitud, su corazón se aceleraba con la esperanza de que fuese él.

― Sí, lo conozco. Si quieres te llevo a su clase, estará allí, en cinco minutos es la hora del almuerzo. ― le respondió, sin poder contener la ilusión de volver a verlo.

La cara de MingMing se iluminó, haciéndolo más guapo de lo que ya era, y aceptó encantado.

― Oh, gracias, eres tan amable. ¿De qué conoces a Minghao? ― le preguntó, con curiosidad.

Comenzaron a andar, la clase estaba bastante cerca, y el corazón de Jun se aceleraba, quería verlo ya.

― Soy de la delegación de estudiantes, y además siento empatía por él. Estuve en su situación, por eso decidí ayudarle. Y... descubrí el buen chico que era. ― quería contener su tono de voz, pero no podía evitar sonar feliz rememorando. Desde el primer momento que vio a Minghao, algo le gritó que le ayudase.

― Gracias... gracias por cuidar de ese idiota. No sabe cuidar de si mismo. ― sonaba melancólico.

MingMing sonrió aun más ampliamente, y Jun pensó que parecía buena persona, se alegraba de que tuviese amigos así. Ya estaban llegando al aula, y en breve podría verlo.

― No es nada. ― se rió. ― ¿Y tú por qué estás aquí?

Miró hacia otro lado, MingMing se mordió el labio ocultando una media sonrisa.

― Hace tiempo que llevamos distanciados, he venido por sorpresa. No sabe que estoy aquí, pero lo echaba mucho de menos. ― confesó, poniéndose rojo.

― Me alegra saber que Minghao tiene tan buenos amigos. Se alegrará mucho de verte. ― afirmó Jun, riendo.

― Oh... bueno. Soy su novio.

El timbre no dejó espacio para más conversación, los alumnos salieron en tropel de las aulas y la estancia se llenó de ruidos. Pero Jun no escuchaba nada, se sentía muy alejado de todo, como si fuese irreal. Las palabras que acabo de escuchar no son ciertas, debe de haber habido algún error. Intentó encontrarle algún sentido, no podía respirar y seguía repitiendo la palabra novio una y otra vez, intentando asimilarlo.

No, no puede ser. Debo de estar equivocado.

Minghao salió del aula, pensando en sus cosas, y al alzar la vista, su rostro se desfiguró. Reflejó sentimientos de alegría, confusión, melancolía, horror y amor. Se quedó quieto, mirando a las dos personas más importantes de su vida. MingMing, ajeno a todo, lo miró con pasión, como si fuese lo más importante de su vida, corrió a sus brazos.

No, solo son amigos. No puede ser.

No podía apartar la vista de ellos, abrazados. Minghao tenía lágrimas en los ojos, miró a Jun, como disculpándose, intentando hacerle saber algo. MingMing se inclinó y besó a Minghao suavemente, ahí, en ese instante, parecían perfectos. Sacados de un libro, los amantes que no se veían en meses por la distancia.

Angel On FireWhere stories live. Discover now