11. La venganza es un plato que sabe mejor de fiesta

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Salió con prisas, había estado todo el día intentando decidirse, él y Seungcheol nunca habían hablado de fidelidad, pero si asistía a la fiesta de hoy significaba que no le importaba Jeonghan tanto como pensaba. Tal vez en su mundo de ligues y fiestas, una relación seria y estable no existía, Jeonghan podría haber malinterpretado sus señales.

Sabía que si no iba a averiguar de una vez por todas sus intenciones, no estaría satisfecho. Eran cerca de las once de la noche cuando salió, a fuera todavía hacía frío y se había puesto la ropa más cómoda posible, pero no se dio cuenta de su error hasta llegar al bar.

Allí todos vestían de etiqueta, chicas preciosas con piernas de infarto, jóvenes seductores en trajes que parecían famosos, o tal vez incluso lo eran. Jeonghan, con sus zapatillas y sus vaqueros, parecía un extraterrestre en ese lugar.

Se acercó al guardia para entrar en un intento desesperado, pero temía que no lo dejarían entrar. Se maldijo por ser tan idiota. Intentó entrar como si no pasase nada por la puerta pero una mano se posó en su hombro.

El guardia era alto y fornido, con el doble de masa física que Jeonghan. Lo miró con el ceño fruncido.

―Me parece que no, chico.

Tragó saliva. Tenía que arriesgarse si quería llegar hasta el fondo del asunto.

―Vengo de parte de...―hizo un intento de recordar el nombre del camarero― Leeteuk. Ha solicitado mis servicios, y me parece que no querrá que le hagan esperar.― intentó sonar lo más convincente posible. Nunca se había sentido tan humillado en su vida, pero hizo un esfuerzo para parecer un playboy confiado y altanero.

El hombre pareció vacilar durante un segundo, pero finalmente asintió y lo dejó pasar.

Suspiró aliviado. No quería meterse en problemas allí, no sabía qué podía pasarle en un antro como ese.

Se deslizó entre la muchedumbre, pero tampoco sabía muy bien qué se suponía que estaba buscando. ¿Pruebas de que Seungcheol no quería nada serio con él? Se puso de puntillas y buscó el rostro que tantas veces había evadido en el instituto.

Llevaba allí más de media hora y casi estaba a punto de marcharse cuando vio a Seungcheol andando con un vaso en la mano, cojeando por la escayola que tenía en su pie. No estaba bailando, parecía dirigirse a algún lado.

Jeonghan comenzó a seguirlo. Se sentía mal, esto estaba en contra de todos sus principios, pero su lado más perverso le gritaba que averiguase. Seungcheol se reunió en una esquina privada del bar con Leeteuk y otro grupo de chicos tan atractivos o más que el mismo.

Los observó en silencio, el camarero y Seungcheol parecían estar hablando entre sí de algún tema, pero no podía decir si era bueno o malo. Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, Leeteuk había puesto a Seungcheol contra la pared y lo estaba besando.

Empalideció. No sabía ni por qué había ido. No quería estar allí, no quería ver eso, sólo estaba siendo un idiota, como siempre. Sintió como se le enrojecían las mejillas de vergüenza, era realmente patético.



Su mente no podía centrarse. Jihoon llevaba toda la semana estresado, habían sucedido demasiadas cosas en clase, y él no podía mantenerse al día con los dramas emocionales de Seungkwan.

Era muy tarde y debería de haberse acostado pero tampoco le apetecía. Su hermano había salido hacía horas de fiesta, era un verdadero idiota, siempre conseguía preocupar a sus padres, emborrachándose.

Eso no iba con él. No podía aguantarlo, toda su vida estaba alrededor de su hermano. Casi nadie en el instituto sabía que estaban relacionados, y lo prefería así, no tenía ganas que lo comparasen con su popular hermano.

Desde que eran pequeños, se habían dedico a compararlos, mientras él tenía novios y pasaba una vida entre fiesta y fiesta, Jihoon hacía lo posible por complacer a sus padres y no cambiaba.

No era la persona que todos creían, nunca lo había respetado. Y pensaba hacer saber a todos como era en realidad, un verdadero egocéntrico.




Nada más ver la escena salió de allí, no quería ver más. Al día siguiente hablaría con Seungcheol para aclarar lo que eran, porque no podía seguir así.

Se sentó en un banco fuera del establecimiento, exhausto. Llevaba todo el día confundido, sin parar, y ahora que todo había concluido en un final predecible, se sentía aliviado de que todo hubiese acabado. Pero eso seguía sin explicar los mensajes anónimos.

Cogió su móvil y tecleó el número de Joshua, desesperado. Sabía que era muy tarde pero necesitaba escuchar su voz. Esperó a que respondiese, pero siempre que llamaba saltaba el buzón de voz. Le envió un mensaje que decía: Te necesito. Llevaba semanas ocultando cosas a sus amigos y estaba harto de mentir.

Su móvil volvió a vibrar, por enésima vez, otra vez de un destinatario anónimo. 

Espero que sepas lo que te conviene. De nada.

Miró el mensaje. No podía entender quien tenía tantas ansias de venganza contra Seungcheol, aunque estuviese hecho un lío por dentro, le había salvado la vida, no era mala persona.

Escuchó unos pasos y una persona se detuvo ante él.


Mensaje de la autora:  Sé que estos capítulos son algo cortos, pero prometo que en cuanto tenga tiempo intentaré escribir más largos.   Mil gracias a todos los que están leyendo esta historia. <3

Angel On FireWhere stories live. Discover now