4. Jóvenes irreflexivos

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El profesor había mandado a Seokmin, Joshua y Jeonghan a buscar las pelotas de tenis en el almacén, y ésto en cualquier otra situación hubiese sido un alivio para todos, ninguno era especialmente bueno en los deportes y las oportunidades para escaparse de ello eran bienvenidas, pero las cosas habían cambiado. Desde lo que sucedió en la cafetería ayer Joshua había esquivado a Jeonghan, evadiendo sus preguntas, haciéndolo sentir incómodo.

Quería hablarlo, quería explicarle lo que sucedió. Eran mejores amigos y nunca se habían peleado así.

―Joshua... ¿podemos hablar?

―Yo ya he acabo mi parte. ― agarró una caja llena de pelotas de tenis y salió sin una palabra.

Sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. No era justo, no había hecho nada tan malo para que lo tratase así.

― ¿Por qué está así, Seokmin? ― inquirió con la voz rota.

Escuchó a su amigo suspirar.

― Porque no sabía que tuvieses nada que ver con Seungcheol.

―No tenemos nada que ver. ― dijo a la defensiva, aunque supo nada más pronunciarlo que no era del todo verdad.

Seokmin puso los ojos en blanco.

―Lo que tú digas.

―Pero... ¿qué hago para que Joshua me perdone?

Terminó de llegar la caja con pelotas de tenis y se puso en pie.

―No has hecho nada malo. Creo que Joshua más bien está enfadado consigo mismo.

Vale, ahora sí que no lo entiendo, pensó Jeonghan. Sus amigos se estaban aliando para confundirlo.

―Entonces... ¿qué hago?

Seokmin lo miró sonriendo con dulzura, como si se riese de alguna broma privada.

―Tener las ideas claras para cuando llegue el momento. ― le hizo un gesto para que lo siguiese. ― Vamos, nos espera el campo de batalla.



Las pruebas físicas hacían de ese uno de los días del año más agradables.  A Vernon le gustaba sobre todo porque el equipo de atletismo, al que pertenecía, podía lucirse y demostrar por lo que habían estado entrenando.

Se encontraba en el césped descansando junto a un árbol, esperaba su turno en baloncesto, iba a haber una especie de torneo entre las clases. Hacía mucho calor. Miró a su alrededor, y, asegurándose de que nadie miraba, se quitó la camiseta y se recostó en la sombra, cerrando los ojos. Estaba muy cansado, solo quería echarse una siesta breve-

―¡¡Veeeeeeeeeeeeeeeeeernon!!

Esa voz era inconfundible. Abrió los ojos de par en par, asustado. No sabía cómo lo había encontrado, pero Seungkwan se dirigía hacia él saludando con la mano, con una sonrisa de oreja a oreja. Buscó desesperado su camiseta, no quería que lo viese así. Maldita sea, ¿dónde había puesto la camiseta?

Seungkwan lo miró curioso.

― ¿Tenías calor?

Tenía la camiseta en sus manos, pero sólo pudo cubrirse con ella, no podía ponérsela con él mirándolo.  Asintió con la cabeza y miró hacia otro lado.

Sin percatarse de su incomodidad, se sentó cerca suya y lo miró con los ojos abiertos, inocente.

― Oye, de verdad que no tienes muy buen color. Llevo preocupado por ti desde hace unos días... ¿Tienes algún problema?

Vernon se atrevió a mirar por primera vez a los ojos marrones de Seungkwan, intentando ver si hablaba en serio. ¿Se estaba preocupando por él? Apenas se conocían, y lo estaba ayudando.  Se puso aun más rojo de la vergüenza.

―Estoy bien... sólo he tenido unos días un poco estresantes.― Su voz sonaba ronca. Vernon maldijo entre dientes, cada vez que hacía algo quedaba peor.

Seungkwan parecía poco convencido, e hizo algo que lo dejó sin aire. Agarró la cabeza de Vernon y juntó su frente con la suya, para intentar ver si tenía fiebre.

No podía respirar, el corazón le latía muy rápido. Nunca había soñado estar tan cerca de él, sus labios casi se tocaban, podía ver el tono de marrón de sus ojos, las motas verdes alrededor del iris, casi imperceptibles. Olía champú, y algo como galletas. Sentía cosquillas en la frente y donde sus manos lo tocaban, pero le gustaba. Mucho.

En lo que fue un visto y no visto, Vernon agarró a Seungkwan y lo puso contra el suelo para ver mejor su cara, estando él encima. Estaban demasiado cerca, Seungkwan parecía un gato asustado, conteniendo la respiración.

― ¿Vernon?

Como si de un hechizo despertase, recordó de pronto donde estaba, con quien estaba y como estaba. Se puso en pie de golpe y salió corriendo, queriendo ocultarse en un hoyo y no volver a salir. Acaba de hacer algo increíble.

Casi había besado al chico que le había gustado desde la infancia. El chico al que nunca podido hablarle.

No sabía si estaba feliz o no, pero el corazón le latía como loco.



El profesor había comenzado a congregar a los alumnos de la clase B y C para el torneo de baloncesto que empezaba en unos minutos. Jeonghan no tenía ganas de jugar, pero de esa no podía escaparse.

Sintió una mano sobre su hombro. Se dio la vuelta y se encontró con la mirada preocupada de Joshua.

―Yo... he sido un idiota. Me he enfadado contigo por nada. ― se disculpó su mejor amigo.

Jeonghan sonrió aliviado, no sabía cuánto tiempo llevaba esperando escuchar esas palabras.

―No pasa nada, ya está olvidado.

Pero Joshua negó con la cabeza.

―No, es más que eso. No puedo olvidarlo, me he dado cuenta de qu-

―Oh, nos volvemos a encontrar. ―susurró una voz en el oído de Jeonghan, una voz que conocía muy bien.

El olor de Seungcheol volvía a confundirlo, verlo en ropa deportiva, mirándolo con sus largas pestañas y su sonrisa de playboy hizo que se olvidase de todo por un momento. Abrió los ojos, y se tuvo que refrenar para no acercarse más y oler su aroma adictivo. Porque eso era ese chico, una droga de la que no podía escapar.

Sintió a Joshua tensarse a su lado.

― Tú.

El profesor Bum Zu gritó avisando a los alumnos de que el partido comenzaría en breve y que se dividiesen las clases, sin dar más tiempo para charlas, lo que Jeonghan agradeció. No quería repetir lo de ayer.

Pero el alivio duró poco. En el equipo enemigo estaba Seungcheol, en una camiseta de tirantes, ostentando sus músculos y distrayendo a Jeonghan. En su equipo había un furioso Joshua que parecía dispuesto a destruir todo aquel que se pusiese en su camino.

Y así, mientras Jeonghan lamentaba su suerte, sonó el pitido que indicaba el principio del partido.

Angel On FireWhere stories live. Discover now