9. Un silencio vale más que mil palabras

1K 141 19
                                    


            Al ver lo sucedido, en vez de montar un drama, gritar, tirar cosas por los aires y enfadarse, como Vernon esperaba, Seungkwan se dio la vuelta con calma y salió al patio. Él lo siguió en silencio, sin saber muy bien qué pensar. Quería preguntarle cómo se encontraba, estaba preocupado, y algo confuso.

Pero simplemente salió por la puerta trasera con naturalidad, como si fuese su propia casa, su rostro seguía normal e indiferente, como siempre. Comenzó a andar dejando a Vernon atrás, sin embargo no había cerrado la puerta tras de sí, lo que interpretó como un indicio para que lo siguiese.

Anduvieron en silencio, Vernon no se atreví a alzar la voz primero, hasta llegar a una cafetería nocturna unos minutos más tarde. Seungkwan se sentó en una mesa, tranquilo, y le señaló el asiento enfrente para que tomase asiento.

Vernon obedeció, todavía confuso. Le gustaba Soonyoung, estaba seguro de ello, pero no parecía estar muy triste.

―Deja de mi mirarme así. Sé lo que estás pensando.― finalmente habló Seungkwan con tono neutral. ― No iba a liarla allí.

―Ya. Lo que me preocupa es que la líes aquí.

Comenzó a reírse Seungkwan, pero no parecía feliz. Solo un tanto cansado.

― ¿Cómo sabes que me gusta Soonyoung?

―Se nota. Vi como lo mirabas. ― suspiró. De alguna manera, ambos estaban con el corazón roto. Su amigo abrió la boca para enunciar otra pregunta, pero lo detuvo.― Espera. Me toca a mí. ¿Por qué tú, la drama queen, no estás afectado?

Se recostó en su asiento, y cerró los ojos antes de comenzar a explicar.

―No es la primera vez que he visto a Soonyoung besar a alguien. ― se encogió de hombros. ― Ha tenido seis parejas en los últimos cinco años, no quiero ni contar los líos. La primera vez lloré toda una noche, la segunda me dejó como último recurso maratones de doramas, pero para la vigesimoctava vez, solo siento un pinchazo en el corazón.― se dio unas palmaditas en el pecho.― Estoy bien, de verdad.

Vernon lo miró con nuevos ojos, siempre había visto en Seungkwan a alguien divertido y brillante, pero debajo de sus capas, había un corazón que había sufrido. No entendía como Soonyoung no se había dado cuenta todavía, era un idiota.

― ¿Nunca has pensado... en decirle como te sientes? ― El idiota eres tú. Estás animando al chico que te gusta para que se confiese a otro chico.

Se irguió Seungkwan de golpe y le miró sonriendo.

Ahí te equivocas. Ya lo he hecho.

Se quedó sin habla. Eso sí que no se lo esperaba, había dado por asumido que no estaban juntos porque nunca lo habían hablado, igual que Mingyu y Wonwoo.

―Ah. ― dijo, sonaba como un estúpido. Se formó un silencio incómodo.

― ¿No me vas a preguntar por qué no he perdido la esperanza?

― Bueno... sí, ¿por qué? ― el estar con Seungkwan más de quince minutos seguidos estaba poniéndolo cada vez más nervioso. Cada vez que lo miraba con sus grandes ojos se estremecía.

― Todas sus parejas no duran más de tres meses. No es estable, es torpe en las relaciones. Y él cree que solo somos amigos, pero yo sé que puedo hacer que se enamore de mí. ― sonaba muy confiado. Sonrió a Vernon ampliamente. ― Me gusta, y mientras siga así haré lo que está en mi mano para que me vea. No me puedo rendir sin luchar.

Sus palabras golpearon a Vernon, cambiado su perspectiva de todo. Él era un cobarde, nunca había luchado realmente por Seungkwan. Miró al magnífico y sonriente chico que tenía delante de él, pensó en cuanto deseaba cogerle de la mano, cuanto tiempo llevaba queriendo pasar tiempo con él. No me puedo rendir sin luchar.

―Supongo que lo tendrás difícil, porque yo tampoco me rendiré. ― soltó. Miró a Seungkwan sonriendo, más seguro que nunca.

― ¿Qué...?

Una figura apareció a su lado con un menú.

― ¡Bienvenidos a Orange Caramel Coffee Shop! ¿Qué desean tomar?



La noche anterior había sido intensa para Jun, no podía olvidar la cara desencajada de Wonwoo, no había podido contárselo a Mingyu tampoco. Después del escándalo que formaron, metió a Soonyoung en un taxi y lo dejó a su casa. Iba a tener una seria conversación con él cuando estuviese sobrio.

Esa mañana había salido a correr para despejarse, pero su mente no paraba de darle vueltas a todo. Apretó el paso, no quería pensar más, necesitaba evadirse.

― ¿Jun?

Por un momento pensó que estaba sufriendo alucinaciones, porque ante él estaba Minghao cargando las bolsas de la compra, mirándolo con sus grandes ojos almendrados.

Intentó retomar el aliento.

― Hola. ― sonrió. ― ¿Por qué no respondes a mis mensajes?

Minghao apartó la mirada incómodo.

―Lo siento... las fiestas no son lo mío.

Apretó los labios, enfadado. Eso no era excusa.

―Entonces, ¿qué es lo tuyo?

―Los parques de atracciones, me gusta bailar, no sé, nada del otro mundo.

Este chico era irremediable, cada vez que intentaba acercarse, éste se alejaba, y por eso necesitaba su ayuda más que nadie.

―La próxima vez que te diga de quedar, respóndeme.

Minghao asintió.

―Lo siento...―dijo en voz baja. ― Gracias por intentarlo.

―No te disculpes. Sólo déjame ayudarte.

Jun salió corriendo, liberado de sus dudas, se había quitado un peso de encima.

Mientras, Minghao lo observó irse en silencio, preguntándose por qué se tomaba tantas molestias por él. No quería sentir que debía nada a nadie, no quería que le cayese bien Jun, y, sin embargo, ya confiaba en él.



Jeonghan se levantó repleto de energía, casi no podía creer todo lo que había sucedido el día anterior. Se quedó dormido junto a Seungcheol, todavía su camisa olía a él, y se sonrojaba al recordar las caricias que habían compartido.

Estaba ebrio de felicidad. Se había tenido que marchar puesto que iban a hacerle unas pruebas y el padre de Seungcheol ya estaba en camino para cuidarlo. Se despidieron con un beso rápido de promesas.

No sabía cuando era el momento adecuado para llamarlo, pero no podía parar de mirar su móvil, buscando notificaciones nuevas.

Se miró en el espejo. Casi ni se reconocía: le brillaban los ojos, tenía las mejillas sonrojadas y no podía para de sonreír.

Su móvil vibró y casi se abalanzó sobre el mismo. Tenía un mensaje de un número desconocido.

Lo leyó y releyó varias veces, confundido.

De: Número no identificado

10:26

El ángel se enamoró del demonio sin saber que lo encaminaba al infierno. ¿Quieres ver el humo antes de acercarte al fuego? Ven a la plaza Gwanghwamun a las una para averiguarlo.



Angel On FireWhere stories live. Discover now