"CELESTE"

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El exagerado tono en mis mejillas, combinaba a la perfección con mi peluca extra corta, de color rojo vivo. El delineado le daba el toque preciso a mis ojos.

La corta tela, que podría llamarse vestido, se ceñía a mi cuerpo de una manera obscenamente ridícula. El latex negro me obligaba a respirar lo menos posible, forzándome también a mantener mí estómago comprimido.

Los tacones de aguja me hacían ver muchos centímetros más alta de lo que en realidad era.

-Toma. -me tendió una diminuta lámina de metal. Brillaba con intensidad. ¿En qué momento había llegado? En cuanto estreché el material entre mis dedos, en seguida sentí la inscripción sobresaliente justo en el medio de la tarjeta.

-Celeste. -pronuncié con claridad.

Me miró con ojos inescrutables, y gesto despreocupado. La estela que dejó su fragancia al irse, confirmó lo que sus labios no respondieron. Me rehusé a mirarme en el espejo una última vez, di grandes, fuertes y sólidas zancadas hasta la puerta de salida.

Las aspas giratorias de aquel enorme helicóptero que se encontraba esperándome, en la cúspide de tan majestuoso edificio, movían con fiereza las vestiduras de todos los que allí se encontraban. Temí por mi peluca, me vi obligada a sujetarla como si fuese un sombrero que amenazaba con salir volando. La blanquecina luna, se situaba en el medio del cielo nocturno. Y lanzaba destellos azulados sobre la ciudad aún despierta.

Hundieron cinco dedos en uno de mis brazos y me hicieron caminar tan aprisa que trastabillé, pero pronto recuperé la compostura. Deslizaron la compuerta y veloz me subí. Ella colocó un maletín plateado, sobre mi regazo en cuanto se aseguró de que estuve sentada. Los gestos en su rostro eran inexistentes, evitó todo contacto visual y se alejó para unirse al grupo de cuatro personas que estaban paradas a unos escasos metros de mí, de la gigante maquina voladora que emitía sonidos ensordecedores.

Cerraron las puertas, esperé unos segundos y el helicóptero comenzó a despegarse del suelo. Al cabo de unos minutos, ellos no eran más que minúsculos cuerpos, concentrados en una línea recta. Cuando estuvimos tan arriba como para que se volvieran imposibles de observar, fijé mi visión en el frente y eso fue todo. Alguien me esperaría en cuanto desembarcara de aquella cosa. Y allí entonces, haría lo de siempre. Cuando llegara al otro lado, sería "Celeste", y nadie más.

¿Quién Eres? (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora