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Clarisa

—Lo siento pero, no puedo decirte. —niego alicaída.

En aquel momento, Ellie arruga el ceño, junto con su boca. Deja las tarjetas sobre la cama.
¡Oh no!
Situa una mano en su estómago y otra en sus labios. ¡Quiere vomitar!
Corre y pasa veloz a mi lado. Dejando nada más que la brisa de su estela al alejarse.
Extrañamente, mis pies se mueven diligentes detrás de ella. ¿Por qué? No cierra la puerta cuando entra al baño de su dormitorio.
Con demasiado ruido, echa toda su comida por el váter. Ugh
No entro a su tocador. Estoy parada en medio de su dormitorio. ¡Qué incómodo! Ella sigue vomitando.

—Hmmm, Ellie. ¿Estás... —paso una mano por mi cuello. —Estás bien?

—Si, —grita de vuelta. Bien. Ahora, me iré. —Clarisa. —mi nombre resuena antes de que pueda ponerme en marcha. —¿Podrías traerme la pasta dental? Está en mi cómoda.

—Si, como quieras. —¿Por qué la pasta de dientes no está en el baño? Allí debería estar.

Entro cuando ella ya ha halado la cadena, impidiéndome ver cualquier cosa desagradable. Le doy la pasta y ella me sonríe. No me acostumbro a que me vea con esa dulzura. Es demasiado, no sé. Raro.

—No voy a decir nada. —cuando cierra la tapa, se sienta arriba del váter.
¿Es en serio? No me lo creo. ¿De verdad?

—¿A cambio de qué? —descanso mi cuerpo sobre el marco de la puerta. Cruzo los brazos.

—A cambio de nada. —se levanta y se dirige al lavabo. Abre el grifo, y comienza a lavarse los dientes.
¿De nada? No, no, no. No puede ser. Aquí definitivamente hay gato encerrado.

—No me lo creo. —digo. Ella me mira por el rabillo del ojo.

—Como quieras. —se encoje de hombros. —Voy a ducharme. —Sentencia. Okay, no hace falta que me eches.

Después de que subo al tercer piso, en la pantalla enorme transmiten los créditos de lo que las chicas estaban viendo. Me acerco a los sofás reclinables, pero ellas no están allí.

—Estamos aquí, Clar. —Basile mueve la mano desde dentro de la piscina.

A la mañana siguiente, cuando la luz del sol alcanza su máximo brillo, estamos sentadas en la terraza, las cinco. Sobre una diminuta mesa, yace un pequeño florero con rosas blancas y rojas. También nuestros desayunos. Jugo de naranja, un bol con frutas cortadas en cubitos, panqueques bañados en miel y tocino bien asado que huele delicioso.

Basile tiene rato atacando con el cubierto las frutas.
Bérenice, Donnie y yo, comenzamos a comer. Pero Ellie mira todo con repulsión.

—Siento nauseas de sólo olerlo. —aparta el plato y bebe por sorbitos el zumo de naranja.

—Ay, pero sí todo está rico. —Basile pronuncia con la boca llena.

—Después comeré. —responde Ellie. -Por cierto, ¿les contó Clarisa lo que pasó anoche? -Ellie me observa con una sonrisa maliciosa. Mi corazón deja de latir. ¿Les va a decir incluso cuando me dijo que no lo haría? Comienzo a sudar. Todos las miradas se posan sobre mí. ¡Demonios!

—¿Que pasó, Clar? —Donnie me mira masticando despacio.

—Hmm, Ellie. Ellie tuvo sus primeras nauseas. —mis ojos viajan de un lado para el otro.

—Sí, exactamente. —Ellie asiente entusiasmada. —Fue fabulosamente horrible. —deja escapar un risita. Y me mira. Yo me relajo. ¡Qué cruel!

—¡Oooh! Eso es súper lindo. —Donnie le toma una mano. 

—Pronto vas a sentir, que todo se mueve dentro de ti. —Bérenice le dice.

—Créeme, las nauseas, ya hacen que todo se mueva dentro de mí. —Ellie le mira risueña.

—¿Por qué tan callada, Clar? —Donnie me mira. No me había fijado de lo largas que son sus pestañas. Se toma el jugo zumo de naranja de un sólo trago.

—Por nada, sólo pienso. —una sonrisa sutil se me escapa.

—Bueno, me gustaría que fuésemos a comprar un par de cosas después de comer. —Donnie se limpia las comisuras de la boca con la servilleta que tiene sobre su pierna. Yo no me coloqué la mía. No creo que sea de mala educación. ¿verdad? Pero, ¿a quién le importa?

—Si, —a Basile le tintinea el brazalete de Bérenice cuando aplaude.  —Necesito gel de baño.

El centro de la ciudad yace concurrido y ajetreado. Turistas y personas oriundas, caminan presurosos. Tratando de esconderse de los rayos implacables del sol. Hoy hay más calor que de costumbre.

Nos hemos paseado unas seis tiendas en menos de tres horas. Menos mal y traigo calzado deportivo.

—¿Por qué no tienes teléfono, Clar? — Basile lame la paleta de limón que acaba de comprar.

—Pues, no lo sé. —cuadro mis delgados hombros.

—Deberías tener uno. Podríamos estar comunicadas. —responde.

—Me lo voy a pensar. —le aseguro. Pues si, creo que debería tener uno. Sería divertido. Hace ya un tiempo que no tengo celular.

—Ey, esos zapatos me encantan. —Donnie señala una tienda al otro lado de la rebosante carretera. Espera que sea el momento y en zancadas largas, atraviesa la vía junto con las gemelas.
Minutos después le sigue Ellie, y yo voy detrás de ella. La bocina de algún coche se escucha a lo lejos. Yo no le doy importancia. Voy segura.
Una motocicleta se visibiliza cerca. Oigo su bocina.
No me percato de que es demasiada la cercanía. La bocina está suene y suene. 

—Claarr. —la "a" se alarga en los labios de Donnie por alguna razón, su voz suena distante. Aunque esté cerca. Me giro en dirección a sus ceñas. Es demasiado tarde.

De pronto estoy volando por el aire, agitando mis extremidades.

El dolor se anticipa en todo mi cuerpo. Aterrizo en el pavimento puro. Sólo siento el dolor, dolor interminable y esparciéndose. Me estallará la cabeza, lo único que soy capaz de ver es niebla espesa. El mundo exterior se ha esfumado, las chicas no están. ¿Qué sucede?

De pronto, todo se ha convertido en gélido vacío. En tormento, y soy incapaz de hallar paz. Las palabras no tienen sentido, los sonidos no son más que aullidos sordos. Los murmuros se transforman en oraciones inconclusas.

El dolor, sólo dolor. No hay más que dolor desesperado. Mi pesar, no se desvanece, sí no que se intensifica. 

En el alejamiento, las sirenas de una ambulancia se van incrementando. Siento un peso en el pecho. Y por más que lo intente no se marcha. 

La oscuridad llega, cedo ante ella. Luego de eso, no hay más tortura, no hay más agobio. Sólo reposo, calma y silencio.                                                                                              

¿Quién Eres? (CANCELADA)Where stories live. Discover now