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Desconocido.

Mis pies tocan los azulejos gastados del aeropuerto. Necesito llegar cuanto antes a París. Necesito conocerte, Clarisa.
Me dispongo a caminar y en eso, el interior de mi bolsillo izquierdo comienza a moverse. Mi celular. Dejo mi valija para poder contestar libremente. Deslizo el dedo por la pantalla.
Es mi asistente.

—¿Qué sucede? —mi tono es cortante pero educado.

—Señor, ¿cree usted que pueda venir cuanto antes a la oficina? —se le oye ansiosa, preocupada.

—¿Tiene que ser ahora? ¿no puedes  resolverlo tú misma?. Voy rumbo a París.—me paso una mano por el cabello.

—Lo sé, pero. Señor, hay un par de números que no van exactamente como deberían ir. Hay, un problema en las filas generales. —la voz de ella se convierte en un hilo. ¡Ay no!

—¿Quieres decirme exactamente, qué pasa? —me tomo el puente de la nariz. Y allí estoy, parado en medio de un enorme aeropuerto, discutiendo asuntos importantes de la compañía por teléfono.

—Al parecer... —se detiene por unos segundos, y cuando voy a hablarle, ella por fin continua. —nos han estado robando. —¡¿Qué?! Ay no, esto es malo. Esto es mucho peor que malo. ¿cómo que robando? ¿Quién? Es mí nombre el que está en juego. Yo soy quien lleva las finanzas. Todo el color se escapa de mi cara. Soy incapaz de moverme. Mi cerebro no responde a las ordenes que le doy.
Maldición, esto es. Tengo que ir. Creo que poder verla, será hasta después. En otra ocasión. Cuando logre resolver todo esto.

Clarisa.

Risidimos cerca de la fontana. En el exterior de un primitivo restaurante.  Bajo una gigantesca sombrilla elegante.  Las chicas no han parado de hablar sobre el embarazo de Ellie, sobre todo Donnie. Ella está muy emocionada.

—¿Lo sabe Anthony? — Basile espera a que Ellie le responda para poder llevarse el trozo de pizza a la boca.

—No, de hecho. Es una sorpresa. ¿Quién demonios es, Anthony?

—¿Has pensando ya, en algún nombre? —Donnie descansa su cabeza sobre su brazo.

—Pues, —Ellie se lleva el dedo índice a la boca mientras piensa. —Si es niña, y ojalá lo sea. Quiero que se llame Alexia.

—¿Y si es niño? —pregunto anticipadamente. Arrugo el ceño.

—Pues, pensaba en Marco. —me sonríe gentil. ¿Qué? ¿Ella sonriendome gentil? No me lo trago. Compadezco a la pobre criatura, que vive dentro de ella, de entre todas las personas en el mundo, Ellie es la menos indicada para ser mamá. No hay ni una pizca de instinto maternal y protector en todo ese cuerpo.
Ellie sólo se preocupa en ella, y en que esté llevando los zapatos que marcan tendencia esta temporada. ¿y si es niña? ¿Qué le puede enseñar? ¿a ser tan vacía y fría cómo ella? Sería otra radiografía de ser humano inservible para el mundo.
<<¿Y sí toda esa antipatía hacia mí, eran sólo las hormonas?>> mi parte racional, me obliga a pensar y a verle las dos caras a la moneda. ¿Y sí todo fue nada más que eso?
<<Podrías permitirle demostrarte que es otra. Podrías ofrecerle una segunda oportunidad y firmar un acuerdo de paz.>> Odio cuando mi parte racional saca conclusiones mucho antes que yo. Y me coloca a mi misma las cartas sobre la mesa.

—Creo que es hora de irnos. —Donnie habla, levantándose de su asiento y tomando su bolsa.

—¿Dónde está Bérenice? —Basile se coloca un mechón castaño detrás de la oreja.

—Dijo que iría a comprar un par de cosas en una tienda para turistas que vio cerca de aquí. —responde Ellie.

—Esperemos en el auto entonces. —murmura Donnie.

¿Quién Eres? (CANCELADA)Where stories live. Discover now